Los cuatro jinetes del Apocalipsis

Los cuatro jinetes del Apocalipsis Resumen y Análisis Primera Parte Capítulos 4-5

Resumen

Primera parte, Capítulo 4: “El primo de Berlín”

Durante la ausencia de Julio por su viaje a América, Argensola disfruta de la compañía de su vecino ruso, Tchernoff, un traductor socialista. Al día siguiente del regreso de Julio, su primo mayor, Julius Hartrott, lo visita en su estudio de la rue de la Pompe para despedirse. Julius está seguro de que la guerra comenzará pronto y se lo comunica a Julio porque, como es argentino, puede decirle la verdad. Cuando Julio insinúa que él también es argentino, Julius se ofende: “nazca donde nazca uno de nosotros, pertenece siempre a la madre Alemania” (p.141).

Julius despliega un discurso de justificación de la necesidad de la guerra en términos del avance de la civilización y supremacía germanas. No tiene ninguna duda de que Alemania saldrá vencedora, principalmente por su fuerza: “Nosotros impondremos la Kultur a cañonazos” (p.149). Todo su monólogo es recibido con impresión por Julio y Argensola.

Ante la cantidad de referencias y autores que Julius incluye en su proclama, Argensola le cita de memoria algunos fragmentos de Nietzsche en contra del fraude de la jerarquía de razas. Julius alude a la demencia del filósofo y continúa insistiendo en la inferioridad de las razas de los enemigos.

El filólogo acaba por marcharse, no sin antes advertirle a Julio que se vaya de París cuanto antes. Argensola lo tilda de bruto y bárbaro, pero Julio se desespera porque “este profesor le parecía más temible que el consejero y los otros burgueses alemanes que había conocido en el buque” (p.163).

Primera parte, Capítulo 5: “Donde aparecen los cuatro jinetes”

Un evento sacude la sociedad francesa: asesinan al político socialista Jean Jaurès. Al día siguiente se decreta la orden de movilización general. Si bien el presidente Poincaré intenta calmar la agitación popular, las calles de Francia se inundan de ciudadanos para entonar canciones nacionalistas y acompañar a las estaciones de tren a sus soldados.

Julio y Argensola asisten a este acontecimiento desde la comodidad de los bares de París. Julio está preocupado porque no puede ver a Margarita y no logra cobrar un cheque traído de Argentina. Una tarde se encuentran con Tchernoff, su vecino, en la calle, y acompañan a la marea de gente hasta el Arco de Triunfo.

Tchernoff está un poco borracho. Les cuenta que vivió diez años en Alemania y que, por eso, conoce bien a sus habitantes. Considera que tienen una percepción desmedida de sí mismos: “sólo un pueblo loco de orgullo puede imaginar que él lo es todo para la civilización y los demás no son nada…” (p.177). Compara los modos de gobierno de Alemania y Rusia, pero sostiene que Rusia todavía se alza contra la tiranía, mientras que Alemania funda su progreso en un “cristianismo laico” que justifica sus matanzas.

El trío llega al Arco de Triunfo y emprende el regreso a su edificio. Julio y Argensola invitan a Tchernoff a tomar vino al estudio. El ruso comienza a hablar de los cuatro jinetes del Apocalipsis, “los que preceden a la Bestia” (p.193) en la Biblia. Se trata de la Conquista (o la Peste), la Guerra, el Hambre y la Muerte. Tchernoff busca un libro para mostrarles a sus compañeros la pintura que Alberto Durero hizo de los jinetes. Los interrumpe un estrépito que identifican como la caída de una vecina alemana desde uno de los pisos superiores.

Análisis

Estos dos capítulos se centran en dos discursos antagónicos sobre la guerra y Alemania. En los dos casos, la audiencia es la misma: Julio Desnoyers y Pepe Argensola, que más allá de algunas intervenciones menores, escuchan con atención las palabras de Julius y Tchernoff respectivamente.

El primero de ellos viene por parte de una visita repentina de Julius Hartrott. El hijo mayor de Karl y Elena introdujo dos modificaciones en su nombre: por un lado, alemanizó su nombre de pila (en el capítulo 2 queda claro que sus padres lo llamaron “Julio”) y, por el otro, comenzó a añadir antes de su apellido la partícula “von”, que en alemán indica un origen noble. Estas alteraciones son consecuentes con su identificación con Alemania y la intención de borrar cualquier signo de su nacionalidad argentina.

Julius brinda su discurso con la intención de advertir a su primo sobre la guerra, pero queda claro que se entusiasma y termina por expresar su propio pensamiento sobre la cuestión. La guerra es justa y necesaria, para él, porque “un pueblo (…) sólo puede aspirar a grandes destinos si es fundamentalmente germánico” (p.144), y es a través de la fuerza que Alemania logrará imponerse y la raza aria gobernará el mundo. La comparación que Julio establece entre este personaje y los alemanes del buque se refuerza porque todos ellos asumen que esta es una “guerra preventiva”.

Tchernoff critica fundamentalmente esta pretendida superioridad racial de los alemanes. Su lectura del modo de ser y la unanimidad del pueblo alemán está atravesada por considerar que la fe, antes puesta en los dioses, hoy la sienten con respecto al Estado. Las alusiones a su Rusia natal son escasas y solo funcionan para establecer comparaciones entre el zarismo y el gobierno germánico.

Los dos capítulos que cierran esta primera parte refuerzan y subrayan lo que se presentó en los primeros tres: la división irreconciliable entre Alemania y el resto de las naciones. Dos personajes que solo tienen protagonismo en sus respectivos capítulos son portavoces de opiniones políticas enfrentadas. Aquí es donde más se puede apreciar el carácter propagandístico de la novela: Blasco Ibáñez expone dos proclamas que configuran claramente la dicotomía entre héroes y enemigos del conflicto bélico.