María ("Los extraños objetos voladores")
También llamada por el narrador "la vieja", María vive con Lautaro, su marido, en una humilde casa de campo. Padres de un hijo muerto, Sebastián, viven su vida rutinaria entre las sequías y las inundaciones. No les son ajenos el hambre ni la necesidad.
María dice ser una mujer que recuerda muchas cosas. Ella es una suerte de museo viviente, en donde se albergan las memorias, dispuestas deliberadamente. Se muestra irritable ante su marido, pero fiel y compañera.
Sebastián ("Los extraños objetos voladores")
Es el hijo de María y el viejo, que se fue del campo a la gran ciudad en tren. María reconoce la foto de su hijo en el diario: se trata de una noticia sobre la ciudad de Buenos Aires: "Había robado algo, el diario no decía bien qué, y que ahora estaba enredado con la policía, por asuntos de un gremio" (p.20), dice. Tiempo después, Sebastián vuelve pero no come. María cree que es por el tiempo que pasó en la cárcel, acusado de delitos que él dice no haber cometido. Muere de inanición. "La ciudad me lo mató" (p.25), se lamenta María.
Lautaro ("Los extraños objetos voladores")
Lautaro, el viejo, es el marido de María y padre del difunto Sebastián. Es un hombre de bajos recursos que vive con su mujer en una casa de campo. Un buen día, luego de la aparición de un pájaro extraño en el cielo, Lautaro percibe con sus manos y su vista que ha perdido mitad de la cara. Con el correr de los días va dejando de percibir muebles, árboles y otros objetos que lo rodean. Así, decide ir al pueblo para ver al médico.
En comparación con María, y en relación con el pájaro marrón que los acecha, se comporta muy temeroso e irritable. Para ella, por el contrario, el ave es una suerte de visita o compañía.
El doctor ("Los extraños objetos voladores")
El doctor es un hombre de ciudad que fue por un año a trabajar al pueblo y, sin saber por qué, terminó renovando su estadía por varios más. Ahora hace siete que está allí, deprimido y aburrido. Se entrega al coñac, para no mirar por la ventana y ver la monotonía del pueblo. Mantiene una relación amorosa clandestina con su secretaria, Alicia.
Alicia ("Los extraños objetos voladores")
Es la secretaria del doctor. Mantiene con él un vínculo sexoafectivo frío y secreto, a pesar de que ambos son solteros. Se conforma con eso porque cree que no hay nada mejor en el pueblo.
Narrador ("Los juegos")
El narrador se encuentra encerrado con Ariadna en un museo abandonado. Juegan, al principio, con las inscripciones de los muertos en los mármoles. Las traducen. Más adelante, juegan a perseguirse.
El narrador parece estar enamorado de Ariadna. Cada noche hacen el amor, hasta que ella, un buen día, se esconde definitivamente y él, desesperado, no logra encontrarla.
Ariadna ("Los juegos")
Ariadna es muy particular y bella. El narrador dice confundirla con las esculturas hermosas del museo. Ellos juegan a esconderse y encontrarse. Al final, ella se esconde para siempre.
Narrador ("Un cuento para Eurídice")
El narrador y Eurídice se encuentran encerrados en el museo debido a que el sol, que todo lo ha matado con su calor y su luz, acecha. Él busca complacer a la demandante Eurídice con historias. Conversan a la espera de la muerte. Ya ha relatado todo lo que sabe, sobre batallas, reinados, aventuras y romances históricos. Eurídice le exige relatos sin crueldad.
Él parece enamorado de Eurídice. Su necesidad de complacerla es tan grande como su necesidad de moldearla: la trata, sobre todo al final, como si fuera una pieza de museo.
Eurídice ("Un cuento para Eurídice")
Eurídice es muy exigente, y le pide todo el tiempo al narrador que la entretenga con sus cuentos. Sobre todo, desea cuentos imaginarios y sin crueldad. Se siente demasiado sensible como para tolerar tristeza u otras emociones angustiantes. Le teme al sol, que todo lo ha destruido fuera del museo.
Narrador ("Los refugios")
El narrador de "Los refugios" es un hombre que, ante la llegada de los revolucionarios y la aparente guerra civil que sucede afuera, en lugar de irse en las naves, se queda en el museo. Lo remodela, crea nuevas esculturas.
Conversa con Ariadna para pasar el tiempo. Agradece que ella esté allí; siente que las esculturas fueron moldeadas para que ella, más adelante, las toque al pasear por el museo.
Ariadna ("Los refugios")
Ariadna es una actriz que durante diez años no salió a la calle. Cuando lo hizo, en medio de la revolución, tuvo miedo y se refugió en el museo. Allí espera el estallido social junto al narrador, mientras ambos conversan de sus respectivas vidas.
Los jóvenes revolucionarios ("Los refugios")
Los jóvenes revolucionarios aparecen en el relato a través de sus voces y consignas. “Somos jóvenes y luchamos” (p.141), le dicen a Ariadna. Más adelante, dirán: “somos jóvenes. Venimos a buscarlos. De nuestro lado están el amor universal y la justicia” (p.143).
Al final del relato, colocan dinamita para volar el museo, y el narrador y Ariadna ayudan a ejecutar la tarea.