Luciérnagas, de Ana María Matute, es la segunda novela de la autora. La escribe en el año 1949, sin embargo, no la publica hasta el año 1955, cuando lo hace de forma recortada a causa de la censura franquista y bajo el título En esta tierra. Finalmente, la novela logra ver la luz bajo el cuidado de la propia autora, que se encarga de recomponer o modificar lo censurado, y con el nombre que conocemos actualmente en 1993 en la editorial Destino. Con esta obra, la autora resulta finalista del Premio Nadal de novela y del Premio de la Crítica de la Asociación Española de Críticos Literarios, ambos en el año 1949.
La novela, estructurada en tres partes, tiene como protagonistas a adolescentes cuyas vidas son profundamente transformadas por la guerra civil española en la ciudad de Barcelona entre los años 1936 y 1939. A pesar de que sobre Matute recae la condena y expurgación franquista, al leer la novela completa bajo la edición de 1993, es llamativo que la obra no se muestre partidaria ni promueva como culpable de las desgracias acontecidas a uno u otro bando de los dos en pugna: el realismo social al que adscribe la novela refleja la crudeza de lo vivido en la época y se solidariza con los que sufren las consecuencias del conflicto bélico en sus vidas cotidianas sin siquiera participar de él. Como Soledad Roda, la protagonista de la novela, Ana María Matute experimenta en carne propia el dolor repentino y el cambio rotundo que el conflicto civil desata sobre su vida y, por tanto, describe las injusticias y miserias con que la población carga y, sobre todo, la pérdida de la infancia de quienes pasan esos años siendo niños o adolescentes.
La prosa de Matute está cargada de lirismo y es profusa en figuras retóricas como la comparación, la metáfora, la metonimia, la sinestesia y la personificación, entre otras. La narración de los acontecimientos en la novela es lineal, aunque en algunos casos y a través de la técnica narrativa del contrapunto, se detiene en la vida de algunos personajes para dar cuenta de ciertos hechos de su pasado que los determinan a ser como son en el presente de la narración. El tono es pesimista aunque, hacia el final y desde la simbología del título, puede verse un dejo de esperanza. La estructura tripartita de la novela da cuenta de la evolución del personaje principal de la novela y de las consecuencias de la guerra sobre su vida y su manera de pensar el futuro, evidenciando cierto acercamiento a la novela de aprendizaje.