"El día que cumplas dieciocho años, te compraré un vestido de estrellas y, como un rey, daré un baile en tu honor" (18). (Símil)
Estas palabras se las dice Luis Roda, el padre de Sol, a la joven cuando esta tiene cinco años. Se compara a sí mismo con un rey y, por tanto, a su hija con una princesa. Y, como rey que da un baile en homenaje a una persona, él expresa su afecto. Con esto da cuenta de varias cuestiones: del poder que tiene como padre, del amor que siente por su hija y, además, de las expectativas que pone sobre ella, ya que mientras ansía que Eduardo, el hermano varón, sea quien siga sus pasos en la fundición, para Sol, su primogénita, espera un futuro de princesa, alejado del mundo laboral que queda vinculado a lo masculino.
"Pero su voz era un río sin freno, una insospechada voz que incluso mantenía en suspenso a Antón, con un vaso a medio secar en la mano, un río de protestas y rebeldías, de rencor, de dolor, de miedo oculto y apretado" (198). (Metáfora)
Cuando Pablo toma conciencia política, tras conocer a Antón en la taberna y acercarse a sus ideales anarquistas, se convierte en portavoz del grupo: la gente del pueblo lo escucha atenta, confía en él y en sus planes. Su voz aparece bajo la metáfora del río que corre potente, con fuerza, y arrastra en su avance veloz todo lo que encuentra a su paso. En este caso, por tener conocimiento de las injusticias y querer hacer algo para terminar con ellas, con sus palabras, convence a los que lo rodean para que se unan a la causa que él considera justa.
"Mi mundo no tiene nada que ver con el tuyo. Pero ahora estamos en el mismo barco, lo queramos o no" (214). (Metáfora)
Quien pronuncia la frase es Cristián y se la dice a Sol y son dos las metáforas que están operando aquí. Primero, la del mundo propio, con la que Cristián le hace ver a Sol las diferentes realidades económicas, familiares y sociales en las que han crecido durante su vida, como si habitaran dos mundos diferentes. En segundo lugar, la de hallarse en una misma embarcación, con la que le da a entender que, a pesar de esas diferencias de base entre ellos, ahora se encuentran juntos y con un mismo objetivo: para que un barco llegue bien a puerto, con su tripulación a salvo, todos deben trabajar para lograrlo, sobre todo cuando las condiciones son adversas.
"¡Allá abajo caen como moscas! Están haciéndonos papilla, no sé cómo pude escapar..." (218). (Símil y Metáfora)
La frase la pronuncia Chano cuando les cuenta a Cristián y Sol que ha perdido de vista a Eduardo en el depósito de gasolina. Utiliza un símil para indicar la forma en la que gran cantidad de personas perecen en el enfrentamiento en un periodo corto de tiempo: son destruidas como moscas que son eliminadas y caen muertas en gran número. Utiliza, además, una metáfora, para dar cuenta de la forma en la que están matando a esas personas: las destruyen como sucede con las papas cuando se realiza papilla o puré.
"En la acera de enfrente, los muchachos descalzos que Sol vio calle arriba homigueaban en las ventanas de la iglesia de San Antonio, como gusanos en las órbitas de un cadáver" (297). (Metáfora y Símil)
Tanto en la metáfora ("hormigueaban") como en la comparación ("como gusanos en las órbitas de un cadáver") hay una animalización y una consecuente deshumanización de los muchachos que están llevando a cabo la búsqueda desesperada de cierto botín tras el largo tiempo de hambre y privaciones sufrido durante la guerra. En primer lugar, se alude a ellos utilizando una metáfora que los ubica en la escena como hormigas, todos iguales, indefinidos, que se mueven de un lado hacia otro cargando sobre sí objetos. En segundo lugar, el símil los ubica tétricamente como gusanos que se sirven de los despojos, de carne muerta, de lo que queda pegado a los huesos.