Luciérnagas

Luciérnagas Resumen y Análisis Primera parte, Capítulos I-III

Resumen

Capítulo I

A los dieciséis años, Soledad Roda Oliver, apodada Sol, recorre con la mirada su cuaderno escolar, rememorando los nueve años pasados como interna en el colegio de monjas Saint-Paul, desde octubre de 1927 a junio de 1936. Sol tiene un hermano un año menor llamado Eduardo, también interno en un colegio religioso, el de los Jesuitas, al que ve durante sus vacaciones. Ambos son hijos de Luis Roda, un hombre de cuarenta años dueño de unos talleres de fundición, y de Elena Oliver, una hermosa mujer rubia, impecable y prudente; los adolescentes son cuidados desde pequeños por la amorosa niñera María, una mujer que carga consigo la pérdida de un hijo en la guerra de África. La familia vive en la ciudad de Barcelona y atraviesa una privilegiada situación económica, que contrasta con la pobreza de algunos niños sucios y desharrapados de la ciudad, con la de los hombres que una tarde espía Sol al escapar de una clase o con la de las niñas de la escuela gratuita, que funciona al lado de su instituto.

Durante las vacaciones de verano del último año de escolarización de Sol, el padre decide enviar a los dos hermanos a pasar un tiempo en casa de su abuela materna en un pueblo de montaña, antes de comenzar el último semestre. Los motivos de la decisión se sustentan en las desatinadas notas obtenidas por Eduardo (por lo que contrata a Ramón Boloix, un profesor de alrededor de cuarenta años, para que los acompañe) y en la palidez y delgadez de Sol, dado que intuye que el clima seco de montaña será bueno para la salud de su hija.

A pesar de la severidad de la abuela, Sol aprovecha el horario de siesta para salir a recorrer. Paulatinamente, comienza a forjar una amistad con el profesor Boloix, y sus charlas y paseos por el bosque son cada vez más frecuentes. Una tarde de lluvia, la abuela los descubre cuando regresan, mojados y tomados de la mano, y le prohibe volver a tratarlo. Como Sol no hace caso a sus amonestaciones, la abuela la obliga a volver a Barcelona prematuramente.

Durante el último semestre escolar, se percibe un clima tenso y raro: las monjas ya no visten sus hábitos, hay rumores sobre hombres asesinados y miedo de que una turba de harapientos queme el colegio o el convento. Sin embargo, nada de esto sucede durante las clases, y Sol termina la escuela, por la que pasa sin trabar amistades, sin ninguna emoción particular. Un mes después y mientras hojea su cuaderno rememorando su pasado, estalla la guerra.

Capítulo II

Con el comienzo de la guerra, la vida en casa de Sol cambia completamente: como en todas las viviendas de la ciudad, las ventanas deben permanecer obligatoriamente abiertas, el sonido de metrallas es ahora cosa común, su padre vive escondido y ya no es dueño de sus empresa ni de su automóvil, su madre llora todo el tiempo y esconde sus joyas. Es agosto, solo han pasado unas semanas desde el inicio de la guerra, pero a la desconcertada Sol le parece mucho más el tiempo transcurrido.

Una noche, unos hombres irrumpen en el hogar y se llevan a su padre para interrogarlo. No vuelve: durante la madrugada, alguien encuentra y reconoce en la cuneta de la Rabassada el cuerpo de Luis Roda, muerto a balazos. Tras esa trágica noche, dos veces más, llegan patrullas de hombres que registran la casa y destruyen cuadros y jarrones. Para el fin del otoño, los talleres de fundición que eran propiedad de Luis están colectivizados; casi todos los bienes familiares, confiscados; la supervivencia se basa en algunos préstamos de amigos y en la venta de las joyas de Elena, quien confía en que pronto todo volverá a la normalidad.

Eduardo comienza a salir de su casa, cada vez con más frecuencia, por largas horas y durante toda la noche: vuelve pálido y ojeroso, con libros y algo de dinero en los bolsillos que no comparte con la familia.

Capítulo III

Tras año y medio de comenzado el conflicto, Sol, Elena y María pasan todo el día solas en casa, mientras que Eduardo raramente está allí. Elena y María se ven obligadas a viajar en trenes atiborrados hacia las masías de los pueblos vecinos a buscar alimentos. En la casa comienzan a pasar hambre, y Sol debe hacer largas colas para recibir trozos de pan o de jabón y llevar al hogar, que está cada vez más despojado, dado que Elena vende todo para subsistir.

Un día, llega un hombre con una orden firmada por el Comité de la Fundición de Luis Roda, es decir, de la fábrica expropiada a la familia. Allí les ordenan que deben alojar a una familia de refugiados madrileños: se trata de dos mujeres, una madre anciana y su hija de diecinueve años llamada Cloti, militante de las Juventudes Socialistas Unificadas. Ellas comienzan a ocupar el antiguo comedor y el despacho de Luis. Cloti acude a clases nocturnas en una Escuela Roja y trabaja en una fábrica de armamento, por lo que consigue una cartilla de racionamiento que provee a ambas de abundante comida.

Cuando llega la Navidad, la segunda desde el inicio de la guerra, Elena y Sol tienen un acercamiento con las nuevas habitantes del hogar, dado que Elena consuela a la anciana que llora recordando su pasado de miserias, y Cloti, al llegar y encontrarlas así, descorcha una botella de champán y la comparte con ellas. Luego, Cloti invita a Sol a su cuarto, le convida galletas y le cuenta parte de su vida: su pasado de pobreza y prostitución en Madrid, su presente en la fábrica con la ausencia de sus hermanos que están en el frente y sus miedos.

Análisis

Luciérnagas es una novela realista de Ana María Matute, una autora que se ha colocado a sí misma en un grupo de escritores a los que designa como generación de "niños de la guerra" o "niños asombrados", debido a que viven en España y atraviesan durante su infancia o adolescencia el trauma de vivir en carne propia las consecuencias de la guerra civil española, acontecida entre los años 1936 y 1939. Este tema es una constante en la producción de la autora y lo es, especialmente, en esta novela, cuyo tono pesimista constituye una crítica a la guerra que destruye vidas y sueños, y que tiene por protagonista a una adolescente cuya vida se trastoca por completo con el inicio del conflicto armado. No se trata de una novela que se ubique en defensa de uno u otro bando, sin embargo, debido a la temática y a la forma en la que los sucesos son narrados, la novela, cuyo texto original data de 1949, no ve la luz de manera íntegra hasta el año 1993. La censura franquista recae sobre ella, por lo que, al principio, se publica recortada y bajo el título En esta tierra en 1955.

El contexto de esta novela abarca por completo los años transcurridos durante la guerra civil española y realiza, además, un breve repaso por los años previos para contextualizar la realidad inmediatamente anterior de la protagonista y su familia. La Guerra Civil se desarrolla en España entre el mes de julio del año 1936 y el 1 de abril de 1939. Las facciones que se enfrentan en este conflicto son dos, las del "bando republicano", conocido también como "los rojos", y las del "bando sublevado", que se adjudica para sí el nombre de "bando nacional" y que está liderado por el fascista Francisco Franco. El enfrentamiento bélico concluye con la declaración de la victoria realizada por Franco, quien, desde ese momento, se establece en el poder a través de un gobierno dictatorial, que se extenderá hasta el año 1975. La novela termina en enero de 1939, es decir, tres meses antes de la finalización de la guerra, cuando las tropas de Franco ingresan a la ciudad de Barcelona.

El realismo de la narración, por momentos, se acerca al tremendismo, corriente literaria que se desarrolla sobre todo en la década de 1940 en España y que tiene a Camilo José Cela y a su novela La familia de Pascual Duarte (1942) como obra inaugural. El tremendismo es un tipo de realismo que hace hincapié, justamente, en las desgracias y horrores de la guerra y la posguerra, presentándolos de forma cruda, grotesca y repulsiva, con protagonistas marginales que no parecen ser dueños de sus actos y de su voluntad, sino que parecen actuar determinados por el contexto, y con un lenguaje duro. Si bien la novela de Matute presenta algunos de estos rasgos en algunos momentos, estos no son los dominantes. Se perciben, también, ciertos ecos del realismo existencial, en la representación de la angustia ante la muerte, en la cantidad de situaciones traumáticas atravesadas por los personajes, en la irracionalidad del mundo. Sin embargo, lo más significativo de la prosa de Matute es la forma en la que pormenoriza en detalles y aprovecha al máximo el lirismo de los recursos literarios, por lo que la novela abunda en metáforas, símiles, metonimias, reiteraciones, que cargan de sentido lo narrado.

La novela inicia con la imagen de una joven que hojea su cuaderno escolar y rememora, durante el primer capítulo, los años pasados en el prestigioso internado católico donde ha estudiado. La narración se establece en tercera persona e intercala, en este capítulo, anotaciones que la protagonista, Soledad Roda Oliver, realiza en su cuaderno, como algunos datos personales relativos a su físico y fechas significativas para su educación. La oración con la que abre el texto el narrador informa que la joven ha concluido sus estudios: "A los dieciséis años salió de Saint-Paul, creyéndose el centro del mundo" (11). Sin embargo, como el mismo narrador anticipa en la oración inmediatamente posterior, es decir, la segunda de la novela, "el mundo resultó distinto a todo lo que ella aprendió a temer o amar" (11). Esto prefigura que los conocimientos adquiridos hasta sus dieciséis años, en realidad, no le serán del todo útiles en la vida que le espera, en la que deberá aprender a atravesar situaciones diferentes, para las que no fue preparada.

Así, lo que se anticipa también de esta manera, es que esta novela realista se configura estructuralmente con la forma y las características propias de un Bildungsroman (también llamado novela de aprendizaje, de educación o de formación) y que tiene como personaje protagonista a una heroína femenina. Este término alemán, que data del siglo XIX, se utiliza para designar a las novelas que destacan la transición y evolución psíquica, moral, social y física que realiza un personaje, en general masculino, desde la niñez hasta su madurez. El protagonista de estas obras suele atravesar tres momentos característicos: el punto de partida que se configura como aprendizaje de la niñez o de la adolescencia, un viaje o peregrinación iniciático que lo hace volcarse a lo desconocido y una última etapa, la del regreso, de maduración y perfeccionamiento de lo aprendido. Veremos, a lo largo del análisis, cómo Soledad atraviesa, en cierta forma, estas diferentes etapas en su formación de vida y se configura como una heroína femenina en un mundo que le es profundamente hostil.

El primer capítulo sirve para tener un punto de comparación entre la vida de la protagonista y su familia antes y después de la guerra. Es decir que este primer capítulo, que recapitula de manera sintética los años pasados en Saint-Paul, será en todos los aspectos diferente a los capítulos subsiguientes, que se desarrollan durante la Guerra Civil. En este se narra, por ejemplo, la forma en la que son criados Sol y su hermano bajo los preceptos religiosos de las instituciones privadas, severas y conservadoras a las que acuden. Se mencionan las diferencias entre el presente económico acomodado de estos niños burgueses y los que en alguna rara ocasión Sol tiene la oportunidad de ver en la calle, "sucios, con costras en la nariz y descalzos, que pedían limosna" (12). Se cuentan también las expectativas familiares para el futuro de los hijos. Sol es como una princesa para su padre, que sueña para ella un futuro similar al de su madre y que rechaza los pedidos de la niña para ir a conocer el mundo del trabajo: "Luis Roda movía la mano como espantando nubes invisibles y decía que ella nada tenía que hacer allí" (17); "Le insinuaron que, con el tiempo, se convertiría en una mujer semejante. ¡Igual que su madre!" (19). Sobre Eduardo, en cambio, sí recaen las expectativas de formación y proyectos futuros relacionados con el mundo laboral y con los talleres de fundición que llevan tres generaciones en la familia, a pesar del desinterés que demuestra el muchacho: "Los estudios le aburrían y sus notas costaban más de un disgusto a su padre, que tanto parecía esperar de él" (19).

La finalización de la larga infancia de Sol coincide con la conclusión de sus estudios; este momento de pasaje de una edad a otra nos presenta a una adolescente solitaria y desganada. Para esta época de desconcierto ante lo que le depara el futuro, ya ni siquiera se emociona al recibir regalos de sus padres después de las vacaciones de verano: "no sentía ya la misma ilusión ante los regalos, ni escuchaba con la misma exaltada curiosidad los relatos del viaje" (36). Y el comienzo de la guerra, que es también el comienzo de una vida completamente diferente, la encuentra así. Aquí empieza, por tanto, el camino de formación dispuesto para la protagonista: a partir del capítulo dos comienza su aprendizaje.

Este nuevo camino de formación para Sol la encuentra, tanto a ella como a su familia, teniendo que adaptarse a una nueva realidad. Nada de lo dado como norma para su familia en el primer capítulo se cumple a partir del segundo. Su familia se desconfigura: su padre es asesinado, su hermano se ausenta del hogar, su madre envejece rápidamente. Asimismo, su economía se resquebraja: les confiscan el automóvil, los empleados colectivizan los talleres de fundición que son sustento del hogar, empiezan a pasar hambre y necesidades y, además, deben aceptar a una familia de refugiadas en la casa.

Hay imágenes que contrastan y hacen evidentes las diferencias entre la vida previa a la guerra y la posterior. Cuando asiste a la escuela, un día Sol ve desde un escondite una escena grotesca y tremendista que exalta, en lo explícito del horror narrado, la pobreza y el hambre: "Junto a las llamas, dos hombres desastrados, sucios, despellejaban un gato muerto [...] Luego, uno de aquellos hombres sacó una navaja de las profundidades de su chaqueta, destripó al gato, lo ensartó en un palo y empezaron a tostar su carne, rojiazul" (15). Sol, al verlo, no siente piedad por las necesidades humanas: siente náuseas. Ahora, en cambio, por primera vez en la familia "la palabra hambre tuvo sentido en aquella casa" (51). Sol, que jamás debió preocuparse por el bienestar de su estómago, debe hacer largas colas para conseguir alimento; su madre, viajar en trenes atestados de gente para el mismo fin.

Otro hecho que genera un contraste cargado de cierta ironía trágica es que esta familia burguesa que, por generaciones, es dueña de sus talleres y voz de mando de los mismos, debe acatar las órdenes de quienes toman por la fuerza la fundición y que, además, son los responsables de la muerte del patrón, el señor Luis Roda, padre de la familia. Elena, además, se ve obligada a aceptar en su casa a las refugiadas que son representantes del bando revolucionario que asesina a Luis.

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