"Como la aguja de una brújula apunta siempre al norte, así el dedo acusador de un hombre encuentra siempre a una mujer" (p. 14) (Símil)
En este pasaje, Nana le advierte a su hija sobre los injustos comportamientos de los hombres para con las mujeres. Para referirse a la inmutabilidad de los comportamientos masculinos, equipara el dedo que acusa con la aguja de la brújula, que siempre apunta hacia la misma dirección.
"El corazón de un hombre es miserble. No es como el vientre de una madre. No sangra, ni se ensancha para hacerte sitio" (p. 33) (Metáfora y símil)
En este pasaje, Nana utiliza un lenguaje figurado para referirse a la personalidad masculina y a la femenina. El hombre está representado como un corazón miserable, incapaz de amar, mientras que la mujer, por el contrario, está representada por su vientre, capaz de contener la vida, alimentarla y hacerla crecer. Así, Nana intenta hacerle comprender a su hija que nada bueno se puede esperar de los hombres.
"Mammy se había convertido en la conservadora del museo de su vida y Laila no era más que una mera visitante, un receptáculo para su mito. El pergamino sobre el que mammy quería escribir su leyenda" (p. 135) (Metáforas)
Este conjunto de metáforas explica el vínculo entre Laila y su madre. Fariba está sumida en la depresión por la ausencia de sus hijos, Ahmad y Nur, que se unieron a los muyahidines en su yihad contra los soviéticos. Así, Fariba se obsesiona con el reclutamiento de sus hijos y los eleva a la categoría de héroes de la patria. Las metáforas demuestran cómo Fariba vive para mantener viva la imagen de sus hijos y cómo, encerrada en su obsesión, pierde paulatinamente el contacto con la realidad y con su familia. Así, Laila aparece tan solo como una visitante, una extranjera que logra introducirse momentáneamente en el mundo de su madre. Finalmente, la metáfora del pergamino demuestra hasta qué punto Fariba aprovecha la presencia de su hija para hablarle de Ahmad y Nur.
"Pero el tiempo es un fuego que no perdona, y al final no logró salvarlo todo" (p. 171) (Metáfora)
Laila intenta mantener los recuerdos de la primera vez que tuvo relaciones sexuales con Tariq. Sin embargo, el narrador indica mediante una metáfora que los recuerdos terminan siendo arrasados por el paso del tiempo, y que la joven no podrá atesorar más que una leve reminiscencia de aquel evento tan importante en su vida.
"Su pacienca con Zalmai era un pozo profundo que nunca se secaba" (p. 273) (Metáfora)
En este pasaje, la paciencia que Rashid le tiene a su hijo se presenta como un pozo sin fondo, para demostrar la infinita tolerancia que el violento esposo de Mariam y Laila guarda a su hijo varón.