Resumen
Capítulo 43
Elizabeth está cautivada por la belleza de Pemberley y fantasea con ser su dueña. Se siente casi arrepentida de haber rechazado a Darcy. El ama de llaves de Pemberley (Mrs. Reynolds) les ofrece a Elizabeth y a los Gardiner un recorrido por la casa, mientras elogia a Mr. Darcy y a Georgiana. Describe a Darcy como un hombre dulce, generoso y de buen carácter, señalando: "Nunca en mi vida he recibido de él una palabra de enojo". Elizabeth se sorprende al escuchar esta evaluación porque aún piensa que Darcy es gruñón y malhumorado. Le sorprende aún más saber lo bien que trata Darcy a su hermana. En definitiva, el respeto de Elizabeth por Darcy aumenta como resultado del elogio inequívoco de Mrs. Reynolds.
Mientras el grupo se encuentra afuera, en los jardines, Darcy llega inesperadamente. Tanto él como Elizabeth se muestran incómodos, pero ella se sorprende de su cortesía y la gentileza de sus preguntas. Pronto se despide, y Elizabeth se siente mortificada de que él pueda pensar que fue a Pemberley para verlo. Aunque está extremadamente distraída, Elizabeth intenta conversar con sus tíos mientras caminan por el jardín. Después de un largo rato, Darcy reaparece, y ambos personajes están mejor preparados para el encuentro. Darcy pide ser presentado a los Gardiner. Elizabeth se asombra por su cortesía, ya que asumía que Darcy no estaba interesado en interactuar con ellos dada su pertenencia a una clase más baja. Darcy invita incluso a Mr. Gardiner a pescar en Pemberley.
Mientras el grupo pasea, Elizabeth y Darcy caminan juntos. Ella le informa que no esperaba que él estuviera allí, y él le explica que llegó temprano para prepararse para unos inminentes huéspedes. Comparte su esperanza de presentarle a Georgiana cuando llegue al día siguiente. Elizabeth está completamente sorprendida por el pedido, pero acepta. Elizabeth y Darcy continúan hablando, incómodos, hasta que los Gardiner los alcanzan, momento en el que Darcy los despide con gran cortesía. Los Gardiner están muy complacidos y sorprendidos por los modales de Darcy, habiendo escuchado sobre su desagradable carácter de tantas personas (incluida Elizabeth). Sin embargo, también creen en la historia que escucharon sobre lo mal que trató Darcy a Wickham. Elizabeth entonces insinúa que Darcy no tuvo la culpa en ese asunto.
Capítulo 44
A la mañana siguiente, Darcy lleva a Georgiana a la posada donde se hospeda Elizabeth. Ella se sorprende al verlos, ya que la muchacha acaba de llegar. Está ansiosa por causar una buena impresión en la hermana de Mr. Darcy, y se siente aliviada al descubrir que Georgiana está igualmente nerviosa. Elizabeth nota que Miss Darcy es tímida, atractiva y agraciada. Pronto, llega también Bingley. Casi inmediatamente, la ira de Elizabeth hacia Bingley desaparece, debido a su tan agradable personalidad. A lo largo de la mañana, los Gardiner se convencen por completo de que Darcy está enamorado de Elizabeth.
Mientras tanto, Elizabeth está contenta de no observar significativos signos de afecto entre Mr. Bingley y Georgiana. En un momento dado, Bingley le habla a Elizabeth en privado y le pregunta por Jane, insinuando que se arrepiente de no haberla visto durante tanto tiempo. Por otra parte, Elizabeth está asombrada por la cortesía de Darcy hacia los Gardiners. Esperaba que no los respetara por las mismas razones por las que no le gusta su familia inmediata, y no puede imaginar por qué sus modales han cambiado. Antes de que las visitas se vayan, Darcy invita a Elizabeth y a los Gardiner a cenar en Pemberley. Ellos aceptan. Los Gardiner están ahora totalmente convencidos de que Darcy está enamorado de Elizabeth, y se dan cuenta de que él es, además, mucho mejor de lo que pensaban. Su nueva opinión se valida aún más cuando descubren que la mayoría de la gente del pueblo tiene a Wickham en baja estima.
Esa noche, Elizabeth se queda despierta tratando de discernir sus sentimientos por Darcy. Admite que está agradecida con él por seguir amándola incluso después de la rudeza de su rechazo. Está extremadamente impresionada por su cambio de carácter, pero todavía no está segura si lo ama o no. Mrs. Gardiner determina que ella y Elizabeth deben visitar a Georgiana a la mañana siguiente, para devolverle la gran cortesía de ir a verlas inmediatamente después de su llegada.
Capítulo 45
Georgiana recibe a Elizabeth y a Mrs. Gardiner cortésmente en Pemberley, aunque también se muestra muy tímida. Mrs. Hurst y Miss Bingley también hablan muy poco, por lo que la mayor parte de la conversación tiene lugar entre Mrs. Gardiner, Elizabeth y una conocida de Darcy, Mrs. Annesley. A lo largo de la visita, Elizabeth siente a la vez esperanza y temor de que Darcy se les una. Cuando finalmente lo hace, las hermanas de Bingley examinan cuidadosamente sus acciones durante ese rato. Caroline se da cuenta de que está tratando de facilitar la conversación entre Elizabeth y Georgiana, por lo que le hace una pregunta puntual a Elizabeth acerca de la milicia. Elizabeth responde con serenidad, notando cómo apena, a ambos Darcy, la alusión a Wickham.
Después de que Elizabeth y Mrs. Gardiner se hayan ido, Caroline critica a Elizabeth frente a Georgiana. Sin embargo, Miss Darcy ya ha desarrollado una buena opinión de ella, basada en gran parte en los elogios de su hermano. Caroline le repite luego sus críticas a Darcy, pero éste dice de Elizabeth que es una de las mujeres más hermosas que ha conocido, y luego se va.
Capítulo 46
Elizabeth recibe dos cartas de Jane al mismo tiempo. La primera es breve y llena de pánico; la segunda, más compuesta. Pero juntas transmiten noticias terribles: Lydia se ha escapado de Brighton, fugándose con Wickham. Aunque los Forster esperaban que la pareja se fugara a Escocia (donde los menores podían casarse sin el permiso de sus padres), la familia está ahora preocupada de que Wickham no tenga en realidad ninguna intención de casarse con Lydia. Jane les ruega, a Elizabeth y a los Gardiner, que regresen a la casa inmediatamente, en parte para que Mr. Gardiner pueda ayudar a Mr. Bennet a buscar a Lydia en Londres.
Después de leer la carta, Elizabeth sale corriendo por la puerta, sólo para encontrar a Mr. Darcy esperando allí. Al notar su conmoción, Darcy la convence de que deben enviar un sirviente para los Gardiner, y luego la ayuda a calmarse. Ella le confiesa la situación, y Darcy se siente extremadamente angustiado y arrepentido, preguntándose si podría haber evitado la situación contándole a todos la verdad sobre Wickham. Mientras Elizabeth escucha hablar a Darcy, se da cuenta de que esta nueva deshonra de su familia hará imposible que él renueve alguna vez su propuesta de matrimonio. En este momento, Elizabeth se da cuenta de que lo ama. Después de unos minutos, Darcy se despide, prometiendo mantener la crisis en secreto. Elizabeth lo mira irse con pesar, dudando que alguna vez se vuelvan a encontrar en tan buenos términos.
Elizabeth está segura de que Wickham no planea casarse con Lydia. Conociendo la ingenuidad de Lydia, también asume que Wickham debe haberla engañado. Los Gardiner regresan a la posada y, al enterarse de las noticias, aceptan irse inmediatamente.
Capítulo 47
En el viaje de regreso a Longbourn, Gardiner intenta convencer a Elizabeth de que Wickham debe querer casarse con Lydia, pero Elizabeth no está convencida. Se reprocha no haberle revelado a su familia el verdadero carácter de Wickham. Llegan a Longbourn al día siguiente, y Jane está muy feliz de ver a Elizabeth. No ha habido noticias de Lydia desde las cartas de Jane, y Mr. Bennet está en Londres buscando a Lydia. Aunque Kitty y Mary no parecen muy molestas por la situación, Mrs. Bennet está devastada y no sale de su habitación. Culpa al coronel Forster y a su esposa por su negligencia, pensando que Lydia no es el tipo de chica que haría tal cosa. A Mrs. Bennet también le preocupa que Mr. Bennet desafíe a Wickham a un duelo y muera. Para tranquilizarla, Mr. Gardiner se compromete a ayudar a Mr. Bennet en Londres.
Cuando Elizabeth y Jane están solas, discuten la situación con más detalle. Jane le muestra a Elizabeth la nota que Lydia le dejó a Mrs. Forster. Revela la frívola e irreflexiva acción de su hermana, pero también prueba que Lydia abandonó Brighton con la intención de casarse con Wickham.
Capítulo 48
A la mañana siguiente, Mr. Gardiner se marcha a Londres. Mrs. Gardiner decide quedarse en Longbourn unos días más para ayudar a Elizabeth y a Jane. En Meryton, la reputación de Wickham ha cambiado rápidamente y todos lo consideran ahora "el joven más malvado del mundo".
Unos días después llega una carta de Mr. Gardiner explicando que él y Mr. Bennet planean preguntar por la pareja en cada hotel importante. Mr. Gardiner también planea solicitarle al Coronel Forster que les pregunte a sus colegas de la milicia si saben algo. Elizabeth abre una carta de Mr. Collins dirigida a su padre, en la que éste le ofrece sus condolencias por la desafortunada situación, y critica también la falta de atención de los Bennet. Collins también da a entender que se siente aliviado de que Elizabeth haya rechazado su propuesta de matrimonio, ya que su aceptación lo habría atado a esta familia, ahora en desgracia.
La siguiente carta de Mr. Gardiner anuncia que el Coronel Forster no ha podido recopilar ninguna información sobre el paradero de Wickham y Lydia. Gardiner también se enteró de que Wickham debe más de 1,000 libras de apuestas, lo que podría explicar por qué se esconde. Elizabeth se siente miserable a lo largo de este período, constantemente consciente de que esta situación probablemente arruinará cualquier posibilidad de casarse con Darcy. Mr. Bennet decide regresar a la casa, dejando la búsqueda en manos de Mr. Gardiner. Al mismo tiempo, Mrs. Gardiner regresa a su hogar en Londres con sus hijos. Cuando Mr. Bennet regresa, le confiesa a Elizabeth que se culpa a sí mismo por la situación.
Capítulo 49
Mr. Bennet recibe una carta urgente de Mr. Gardiner, indicando que ha encontrado a Wickham. Éste acordó casarse con Lydia, siempre y cuando reciba una parte equitativa de la riqueza familiar tras la muerte de Mr. Bennet, además de 100 libras al año. Debido a que esta cantidad no es exorbitante, Mr. Gardiner asume que las deudas de Wickham no deben haber sido tan grandes como creían originalmente. Sin embargo, Mr. Bennet en realidad asume que Mr. Gardiner debió haberle pagado a Wickham una gran suma de dinero para garantizar tal conformidad, y se siente honrado por ese favor. Mrs. Bennet está extasiada de escuchar las noticias. Comienza a pensar en los vestidos para la boda.
Capítulo 50
Mr. Bennet está decidido a averiguar cuánto le ha pagado Mr. Gardiner a Wickham, para devolverle el dinero. Sin embargo, Mrs. Bennet pasa toda la tarde hablando de los planes para la boda, y de las casas más adecuadas en el vecindario para Lydia y Wickham. Mr. Bennet le informa que no recibirá a la pareja en Longbourn, ni le dará dinero a Lydia para su vestido. Mrs. Bennet se muestra más desdichada porque la hija no tendrá un vestido nuevo que por su fuga.
Elizabeth cree, ahora más que nunca, que un futuro con Darcy es imposible. Éste no se uniría a una familia que incluya a Wickham. Llega otra carta de Mr. Gardiner, informando que Wickham planea abandonar la milicia para trabajar como alférez con un regimiento en el norte. La carta también menciona que Wickham planea pagar todas sus deudas, tanto en Brighton como en Meryton. Después de los ruegos de Elizabeth y Jane, Mr. Bennet permite que Lydia y Wickham visiten Longbourn antes de partir hacia el Norte.
Capítulo 51
Cuando Lydia y Wickham llegan a Longbourn, no muestran ninguna vergüenza. De hecho, Lydia espera, descaradamente, que todas sus hermanas la feliciten. Jane y Elizabeth están extremadamente angustiadas por la conducta de Lydia. Además, Elizabeth observa que el afecto de Wickham por Lydia no es tan fuerte como el de ella por él.
Lydia le cuenta a Elizabeth todos los detalles de la boda. Completamente ingrata con los Gardiner, se queja incluso de que no la dejaran salir mientras se quedaba con ellos. Menciona de pasada que Darcy asistió a la boda, pero luego confiesa que se suponía que debía mantener su asistencia en secreto. Sorprendida, Elizabeth le escribe a Mrs. Gardiner para solicitarle más detalles sobre la participación de Darcy.
Capítulo 52
Llega la respuesta de Mrs. Gardiner a Elizabeth, explicándole que fue Mr. Darcy, en realidad, quien descubrió el paradero de Wickham. Sobornó a Miss Younge (la mujer que había ayudado a Wickham a seducir a Georgiana) para obtener información. Darcy no pudo convencer a Lydia de que dejara a Wickham, así que le ofreció dinero a éste para asegurar su matrimonio. Darcy esperó a que Mr. Bennet se fuera de Londres, y entonces le confesó su plan a Mr. Gardiner, disculpándose por no haber revelado antes el carácter de Wickham. Mrs. Gardiner concluye la carta insistiendo en que Mr. Darcy actuó por amor a Elizabeth, y sugiere que ella y Darcy harían una pareja perfecta.
Elizabeth se da cuenta de lo difícil que debe haber sido para Darcy tragarse su orgullo y pedirle algo a Wickham. Sin embargo, se muestra escéptica de que fue el amor lo que lo motivó y se aferra a su visión pesimista acerca de sus posibilidades de otra propuesta de matrimonio. Wickham interrumpe el momento reflexivo de Elizabeth. Tienen una conversación cautelosa en la que Elizabeth insinúa que sabe sobre su pasado, pero evita provocarlo por el bien de Lydia.
Análisis
A lo largo de estos capítulos, surgen los verdaderos sentimientos de Elizabeth: sabe que ella y Darcy hacen una buena pareja. De hecho, parece que Elizabeth no se enamora repentinamente de Darcy a partir de estos capítulos. Más bien, queda claro que su atracción hacia él ha ido creciendo a lo largo de la novela, a pesar de que su prejuicio no le ha permitido verlo. La visita de Elizabeth a Pemberley sirve como un mini clímax en este desarrollo de los personajes, ya que la obliga a confrontar sus verdaderos sentimientos. Incluso antes de la llegada de Darcy, Elizabeth se enamora de Pemberley, e incluso se imagina viviendo allí. Está claro que la casa sirve como una metáfora de Darcy: es elegante, sofisticada y evocadora. Mientras tanto, Elizabeth ve a Darcy desde la perspectiva de Mrs. Reynolds, totalmente cálida y favorable.
Por otro lado, los capítulos de Pemberley revelan que el mismo Darcy ha cambiado considerablemente desde su último encuentro con Elizabeth. Trata a su familia de una manera notablemente cordial, incluso francamente amistosa. La naturaleza agradable de Darcy es notable, ya que claramente se está esforzando para evitar que los prejuicios de clase lo cieguen demasiado rápido. Donde Darcy había criticado anteriormente a la familia de Elizabeth, incluyendo a los Gardiner, pertenecientes a la clase trabajadora, ahora los invita a disfrutar a Pemberley como invitados.
Darcy parece haber aprendido acerca de la superioridad de la conducta personal sobre la posición social. Podría decirse que la cortesía de Darcy en Pemberley podría haberse terminado rápidamente si los Gardiners hubieran sido tan desagradables como Mrs. Bennet. Sin embargo, su cortesía y sofisticación evitan que Darcy cambie a un comportamiento condescendiente y, de hecho, él y Mr. Gardiner se vuelven más unidos a medida que avanza la novela. Darcy lleva a Georgiana a ver a Elizabeth inmediatamente después de su llegada, lo que constituye un reconocimiento de su respeto por Miss Bennet. Al hacerlo, Darcy elude la rígida expectativa social que considera un encuentro tan rápido más bien extraño. Además, Darcy está dispuesto a llevar a su querida hermana a una posada, algo que una mujer como Lady Catherine jamás haría. Sin embargo, Darcy se muestra más preocupado por las personas que se alojan en la posada y menos por el decoro de la visita.
Austen subraya aún más la nueva actitud de Darcy al yuxtaponerlo con Mrs. Hurst y Miss Bingley, cuya conciencia de clase permanece tan estática como siempre. Las hermanas Bingley son francamente groseras con Elizabeth y Mrs. Gardiner, sin siquiera molestarse en recibir a estas últimas como invitadas. Además, los infantiles intentos de Caroline de degradar a Elizabeth a sus espaldas revelan su fealdad al lector (y también a Darcy). A través de estas mujeres, Austen es capaz de retratar la desconexión entre la educación y el comportamiento. Por su parte, Elizabeth basa sus juicios en lo que cree que es la calidad del carácter de una persona, centrándose menos en las superficiales barreras de clase. Darcy solía tener frente a las diferencias de clase una actitud similar a la de Mrs. Hurst y Miss Bingley, pero parece que su relación con Elizabeth ha resultado en un cambio sustancial en su perspectiva. Todavía respeta las distinciones de estatus y las reglas del decoro, pero ahora puede ver más allá de los prejuicios de clase (ejemplificado en su amabilidad hacia los Gardiner).
Austen refleja su complicada relación con la estructura de clases al reconocer la existencia y la validez de la jerarquía social y, al mismo tiempo, socavar su valor. La elegante y apacible Pemberley es ciertamente una metáfora del propio Darcy, pero algunos críticos señalan que el cambio más significativo en el afecto de Elizabeth se produce mientras se imagina a sí misma como la dueña de la propiedad. Podría decirse que la riqueza de Darcy la seduce (al igual que Miss King seduce a Wickham). Austen claramente apreciaba la posición social y la riqueza, porque su heroína termina siendo más rica que todas sus hermanas. Esta actitud puede parecer hipócrita para los lectores contemporáneos, pero es en gran medida una reflexión sobre la vida de Austen. Ella creció en los escalones más bajos de la clase alta, pero perdió ese estatus con el tiempo debido a que su familia enfrentó problemas financieros.
Algunos críticos han argumentado que Elizabeth alberga un odio profundo hacia las conductas "femeninas", tal como lo define su cínico padre. Estos comportamientos incluyen la frivolidad, la obsesión materialista y el uso del encanto para atraer a un hombre. Al mismo tiempo, hay en realidad muy pocos personajes femeninos fuertes en la novela. La mayoría de ellas, Mrs. Bennet, las hermanas Bennet más jóvenes, Lady Catherine, son bastante frívolas y están obsesionadas con los adornos superficiales. Quizás estas opciones son en sí mismas la forma en la que Austen critica un mundo que obliga a las mujeres a valorar la superficialidad porque es la única manera en la que puedan obtener una vida cómoda (en ausencia de riqueza familiar).
La tragedia que sobreviene a Lydia es ciertamente una ilustración del peligro que enfrentan las mujeres jóvenes a principios del siglo XIX. La fuga de una joven (especialmente después de un período de convivencia siendo soltera) podría arruinar su futuro y la reputación de su familia. Por lo tanto, Elizabeth está justificadamente preocupada de que la irresponsable decisión de Lydia arruine la posibilidad de otra propuesta de matrimonio de Darcy. Podría decirse que las preocupaciones de Elizabeth probablemente se justificarían si Darcy no hubiera experimentado un cambio tan drástico. Sin embargo, la reacción de Mr. Darcy ante la fuga de Lydia es un retrato optimista. Primero, toma las noticias con cierta ecuanimidad y no con condescendencia. El hecho de que el propio Darcy diseñe el rescate de Lydia muestra que su amor por Elizabeth es tan fuerte que le ha enseñado a tragar sus prejuicios y controlar su orgullo.
El egoísmo de Lydia, de hecho, provoca cambios también en otros personajes. Mr. Bennet se sorprende de su propia indolencia al darse cuenta de que ha estado descuidando sus deberes como padre. Hace todo lo posible para remediar la situación, pero Gardiner asume el papel de patriarca principal de la familia al organizar la búsqueda y ayudar a Darcy a diseñar la victoria. Como nota al margen, el hecho de que sólo los hombres pueden crecer a partir de esta tragedia (con la excepción de Elizabeth, por supuesto) proporciona una ilustración adicional de la limitada representación de Austen de las mujeres. En general, Austen tiene una visión bastante cínica de la humanidad. Muchos críticos han notado que gran parte de los personajes secundarios de Orgullo y prejuicio son caricaturas bien delineadas, inmutables y bastante generales. Del mismo modo, la velocidad con la que los ciudadanos cambian su opinión acerca de Wickham (a quienes consideraban un "ángel de luz") sugiere que Austen consideraba que la mayor parte de la sociedad era arrastrada, sin pensamiento propio, a la opinión popular.
Para Austen, la alternativa a la superficialidad parece ser una individualidad fuerte y la virtud. A Lydia sólo le preocupa su felicidad inmediata y su imagen pública, lo que hace que casi arruine la reputación de su familia. La felicidad de Mrs. Bennet después del compromiso de Lydia es cómicamente tonta, lo que demuestra su total falta de dirección moral. El comportamiento de Lydia y de Mrs. Bennet es lo opuesto a la virtud moral que mantiene unida a la comunidad. Ésta, a través de la palabra y el ejemplo, inculca esas virtudes en sus miembros. Una seria violación de la virtud por parte de una persona es una lesión no sólo del carácter de esa persona, sino también del de todos sus parientes cercanos (especialmente porque los familiares mayores tienen la obligación de educar a sus hijos). En el caso de Lydia, su falta de virtud parece ser en gran parte resultado de la insensatez de su madre y de la indolencia de su padre, pero también de una sociedad que menosprecia a las mujeres, elogia el mezquino materialismo y rechaza las individualidades fuertes.