Resumen
Capítulo 53
Lydia y Wickham se van a Newcastle, donde se encuentra su nuevo regimiento. La despedida de Lydia no es muy afectuosa, pero a Mrs. Bennet le entristece ver a su hija irse tan lejos. Mrs. Bennet se entera por Mrs. Phillips que Mr. Bingley planea regresar a Netherfield en unos días. Jane le dice a Elizabeth que no quiere verlo, pero Elizabeth se muestra optimista de que Bingley todavía ame a Jane y de que Darcy haya retirado su objeción a la pareja. Mrs. Bennet planea invitar a Bingley a cenar, a pesar de que es todavía doloroso para Jane escuchar su nombre.
Después de llegar a Hertfordshire, Bingley y Darcy visitan Netherfield. Elizabeth espera que Darcy aún pueda sentir afecto por ella, pero se siente avergonzada por el frío trato que Mrs. Bennet le da (especialmente porque él es secretamente responsable de la salvación de Lydia). Del mismo modo, Elizabeth se averguenza del jubiloso anuncio de su madre sobre el matrimonio de Lydia y Wickham. Darcy habla poco durante la visita. Antes de que se vayan, Mrs. Bennet invita a los dos hombres a cenar, y ellos aceptan.
Capítulo 54
Bingley se sienta junto a Jane durante la cena, lo que convence a Elizabeth de que todavía la quiere. Darcy y Elizabeth se sientan demasiado separados como para hablar, y las circunstancias les impiden conversar después de la cena. Elizabeth está ansiosa y molesta porque tiene muchísimas ganas de hablar con él. Mr. Darcy revela que se irá pronto a Londres, pero que regresará diez días después. Mrs. Bennet está extremadamente complacida con la cena, y está segura de que Bingley y Jane se casarán pronto.
Capítulo 55
Unos días más tarde, Bingley va de visita nuevamente y se queda a cenar. Mrs. Bennet elabora un plan para dejar a Jane y Bingley solos, pero no tiene éxito. A la mañana siguiente, Mr. Bingley y Mr. Bennet van de caza juntos, y Bingley se queda de nuevo para la cena. Esta vez, Mrs. Bennet logra que Jane y Bingley pasen un tiempo a solas. Cuando Elizabeth entra en el salón, los encuentra comprometidos en una conversación seria. Bingley se va rápidamente, y Jane le revela a Elizabeth y luego al resto de la familia que Bingley le ha propuesto matrimonio. Bingley regresa a la habitación después de obtener la bendición de Mr. Bennet, y toda la familia está llena de alegría. A partir de entonces, Bingley visita Longbourn todos los días.
Capítulo 56
Temprano a la mañana siguiente, Lady Catherine visita inesperadamente Longbourn. Aunque Mrs. Bennet está entusiasmada con la visita, Lady Catherine le pide a Elizabeth hablar en privado. Salen a pasear. En su estilo dominante y arrogante, Lady Catherine repite rumores de que ha oído sobre un inminente matrimonio entre Elizabeth y Darcy. Ofendida ante la falta de decoro, Elizabeth se niega de manera cortante a responder las preguntas de la mujer. Cuando Lady Catherine le prohíbe a Elizabeth casarse con Darcy, ella la ignora. Furiosa, lady Catherine se marcha.
Capítulo 57
Elizabeth está molesta por su conversación con Lady Catherine, y le preocupa que la influencia de la mujer le dé a Darcy más razones para no repetir su propuesta de matrimonio. Mr. Bennet pide hablar con Elizabeth en privado. Le lee una carta de Mr. Collins en la que el pastor repite el rumor sobre un posible matrimonio entre Darcy y Elizabeth, aconsejándole a su primo que se abstenga, para no molestar a lady Catherine. A Mr. Bennet le divierte terriblemente la carta porque piensa que Elizabeth y Darcy todavía se detestan, pero la misiva hiere a Elizabeth.
Capítulo 58
Darcy regresa a Netherfield unos días más tarde, y él y Bingley visitan Longbourn inmediatamente. Jane, Bingley, Darcy, Elizabeth y Kitty caminan juntos. Jane y Bingley se quedan atrás, y Darcy y Elizabeth finalmente terminan caminando solos.
Pudiendo finalmente conversar en privado, Elizabeth le agradece a Darcy por ayudar a Lydia. Darcy habría deseado que ella jamás se hubiera enterado de su interferencia, pero admite que su generosidad fue sólo un reflejo de sus sentimientos por ella. Elizabeth se queda sin palabras, por lo que Darcy continúa confesando que su afecto no han cambiado desde su propuesta de matrimonio, y luego le pregunta a Elizabeth si sus sentimientos han cambiado o no. Cuando Elizabeth responde afirmativamente, Darcy se llena de deleite y habla cálida y fervientemente sobre su amor. También le explica que juntó el coraje de proponerle matrimonio una vez más después de escuchar de Lady Catherine que Elizabeth no había negado explícitamente ninguna intención de casarse con él. Es notable que mientras esta escena marca el compromiso entre Elizabeth y Darcy, ninguno discute explícitamente el tema.
Elizabeth y Darcy finalmente hablan sobre la desastrosa primera propuesta de matrimonio, disculpándose cada uno por la falta de decoro de ese momento. Mr. Darcy se ha visto torturado por los reproches de Elizabeth de esa noche, pero a través de sus reflexiones pudo darse cuenta de la magnitud de su egoísmo y de su arrogancia. Elizabeth admite de manera similar que la carta de Darcy la ayudó a superar sus prejuicios. Darcy le explica que quería revelar su nueva actitud cuando se encontraron en Pemberley. Finalmente, admite que se había equivocado al interferir en la felicidad de Bingley, y explica que retiró su objeción antes de irse a Londres. También le dijo a Bingley que creía que Jane lo amaba de verdad, por lo que Bingley llegó a Netherfield listo para reanudar sus afectos.
Capítulo 59
Esa noche, Elizabeth comparte sus noticias con una incrédula Jane. Elizabeth tiene que convencerla de sus sentimientos por Darcy. Una vez que Jane se da cuenta de que su hermana es sincera, se pone extremadamente contenta. Pasan la mitad de la noche hablando. A la mañana siguiente, Darcy y Bingley visitan Longbourn. A Mrs. Bennet le molesta una vez más que Darcy lo haya acompañado, y le pide a Elizabeth que lo lleve a pasear para que Bingley y Jane puedan estar juntos. Elizabeth está muy contenta de cumplir su pedido. Bingley saluda a Elizabeth con tal calidez que ella no puede sino asumir que él sabe de su compromiso. Durante su caminata, Elizabeth y Darcy deciden que éste le solicitará su consentimiento a Mr. Bennet por la noche, mientras Elizabeth habla con su madre.
Después de que Darcy haya hablado con el padre de Elizabeth, Mr. Bennet pide hablar en privado con ella. Confiesa su sorpresa ante la solicitud de Darcy, pensando que Elizabeth todavía lo detesta. Después de una larga explicación, Elizabeth le asegura a Mr. Bennet su afecto por Darcy. También revela la verdad sobre lo que Darcy ha hecho por Lydia. Mr. Bennet está sorprendido y feliz por su hija. Esa noche, Elizabeth le cuenta a Mrs. Bennet sobre el compromiso. Su madre se sorprende, pero olvida rápidamente su desdén por Darcy cuando recuerda la magnitud de su riqueza. Al día siguiente, Mrs. Bennet actúa cortésmente con Darcy y Mr. Bennet trata de conocerlo mejor.
Capítulo 60
Elizabeth y Darcy conversan juguetonamente sobre cómo él se enamoró de ella, y por qué tardó tanto en proponerle matrimonio por segunda vez. Elizabeth le pregunta cuándo le contará la noticia a Lady Catherine. Él se aleja para escribirle, y Elizabeth le escribe una carta a Mrs. Gardiner. Caroline reacciona con hipócrito afecto ante la noticia del compromiso de Bingley, mientras que Georgiana responde a la noticia del compromiso de su hermano con verdadera alegría.
Debido a que Lady Catherine está tan enojada por el compromiso entre Darcy y Elizabeth, Collins y Charlotte deciden quedarse en la residencia de los Lucas por un tiempo. Darcy se muestra bastante hábil para capear las tonterías de Mr. Collins, así como la vulgaridad de Mrs. Philips y Mrs. Bennet.
Capítulo 61
Después de ambos matrimonios, Mrs. Bennet está extremadamente feliz y orgullosa. El narrador cuenta cómo le fue a cada personaje después de las bodas.
Mr. Bennet extraña a Elizabeth, y con frecuencia la visita en Pemberley. Bingley y Jane abandonan Netherfield después de un año y se mudan a Derbyshire, porque la proximidad con Mrs. Bennet y los parientes de Meryton son demasiado difíciles de soportar, incluso para ellos.
Kitty ahora pasa la mayor parte de su tiempo con sus hermanas mayores, y ha mejorado mucho a través de su ejemplo y su decoro. Mary se queda en casa y hace compañía a su madre en sus visitas. Lydia pronto le escribe a Elizabeth para felicitarla por su matrimonio y le pregunta si Darcy podría usar su dinero e influencia para ayudar a Wickham. Elizabeth no le pregunta a su esposo, pero tanto ella como Jane le envían dinero a Lydia de sus asignaciones personales. Eventualmente, Caroline abandona su actitud resentida hacia el matrimonio de Darcy para conservar el derecho a visitar Pemberley. Georgiana y Elizabeth se vuelven muy cercanas y se caen muy bien. Aunque Darcy rompe relaciones con Lady Catherine por un tiempo, Elizabeth lo convence de que intente una reconciliación, y ella finalmente los visita. Darcy y Elizabeth mantienen una relación cercana con los Gardiner, a quienes agradecen por haber facilitado su unión.
Análisis
Tras haber anunciado adecuadamente el final feliz, Austen traslada la trama hacia su conclusión. Desde el encuentro de Bingley con Elizabeth en la sección anterior, está claro que está todavía interesado por Jane, y el uso de la ironía dramática de Austen ha dejado en claro que Darcy y Elizabeth siempre se han preocupado el uno por el otro.
Sin embargo, ha habido sólo obstáculos externos manteniendo separados a Bingley y a Jane, y el malentendido se resuelve rápidamente. Elizabeth y Darcy, sin embargo, enfrentan desafíos internos: su propio orgullo y su prejuicio. En estos capítulos finales, Austen deja extraordinariamente claro que ambos personajes han cambiado. La clara consideración de Darcy por los Gardiner es un indicador externo del cambio, mientras que la nueva timidez de Elizabeth revela su nuevo remordimiento. Es notable que Elizabeth se vuelve mucho menos activa en estos capítulos finales, un cambio que lleva a algunos críticos a observar que la segunda mitad de la novela es más lenta que la primera. Sin embargo, la razón de la actitud más moderada de Elizabeth es que ya no saca conclusiones tan rápidamente.
Por supuesto, esto no quiere decir que Elizabeth sea ahora completamente débil. De hecho, la visita de Lady Catherine proporciona un indicador de que Elizabeth está firmemente convencida de que la personalidad y el comportamiento son mucho más importantes que el rango. Mientras que Mrs. Bennet es fácilmente impresionada por la apariencia de la adinerada mujer, Elizabeth se desilusiona rápidamente por su falta de educación y la confronta. Irónicamente, el intento de Lady Catherine de evitar el matrimonio de Elizabeth y Darcy sólo sirve para facilitarlo. Esto no es casual, porque la disposición de Elizabeth para atacar la pomposidad es una de las cualidades que atrajo a Darcy en primer lugar. Es importante que ella dé cuenta de su amor por él en una instancia con esa misma tendencia.
La segunda propuesta de matrimonio de Darcy a Elizabeth sirve para confirmar hasta qué punto estos dos personajes han podido superar su orgullo y su prejuicio. Darcy admite frente a Elizabeth que sus reprimendas al rechazar su propuesta, en particular su reproche de que no se había comportado de forma caballerosa, lo afectaron profundamente. Revela además que su crianza ha sido la fuente de su orgullo: aprendió a despreciar a todos fuera de su propio círculo social. Sólo cuando Elizabeth señaló sus faltas, pudo reconocer este aspecto de su carácter. La progresión de Darcy es un ejemplo de la ética aristotélica de Austen. Aristóteles escribió que los amigos se ayudan mutuamente a ver y remediar sus faltas de carácter: las amistades son importantes porque conducen a mejorar. La vivacidad del carácter de Elizabeth contrarresta la tendencia de Darcy a ser demasiado serio, y la excelente educación de él, así como su mayor conocimiento del mundo también demostrarán ser altamente beneficiosos para ella.
En cierto modo, es extraño que Austen termine su novela con una línea sobre los Gardiner. No se convierten en personajes principales hasta casi la mitad de la novela, y sabemos mucho menos de ellos que de un personaje como Wickham. Y, sin embargo, proporcionan un vehículo perfecto para que Austen transmita su mensaje: la clase no es tan importante como el comportamiento individual. En tanto son gente trabajadora, perteneciente sin dudas a la clase media, Darcy podría haberlos menospreciado al principio de la novela. Sin embargo, al final, los Darcy atesoran su relación con los Gardiner más que ninguna otra. El punto es claro: ambos enfatizan la calidad de la personalidad por encima de las trampas de la riqueza.
El final feliz también proporciona un argumento de que la postura de Austen frente a la clase y a las mujeres no es tan progresista como a algunos críticos les gustaría creer. Una vez más, Austen claramente no ve la clase como el único juez del carácter de una persona, y sin embargo, la considera una virtud al final de la novela. La autora aprueba ciertamente la educación que proporciona el dinero y el digno comportamiento que permite. Del mismo modo, nunca hace una declaración sobre la injusticia del lugar que ocupa la mujer en el mundo. Al diseñar un final en el que se evita la injusticia de la herencia, Austen no tiene que hacer ninguna declaración vagamente política.
En cambio, lo que concierne a Austen es el deber de un individuo hacia sí mismo. Al final, Elizabeth y Jane terminan siendo las más felices. Lo que estos personajes comparten es el deseo de nunca comprometer sus principios. Lydia, que se entrega completamente a la frivolidad y la inmoralidad, tendrá que vivir con un marido engañoso. Charlotte, que se casa simplemente por pragmáticas razones económicas, tendrá que soportar la aparatosa formalidad y la interminable verborragia de Mr. Collins por el resto de su vida. Irónicamente, Elizabeth y Jane terminan con esposos que son a su vez ricos y adecuados para ellas, precisamente porque se niegan a pensar que el matrimonio es una transacción comercial o una marca de estatus social. En su lugar, determinan qué es lo que les importa, y usan ese criterio para encontrar al esposo correcto. De esta manera, Austen finaliza su obra con un firme optimismo en el hecho de que una mujer (al menos de cierta clase) puede lidiar con las limitaciones de su mundo a través de la integridad y del conocimiento de sí misma.