“Honesto Yago”
Un motivo recurrente de ironía en la obra es la cantidad de veces que se dice que Yago es honesto, cuando es definitivamente el personaje menos honesto de toda la obra. En un sentido más amplio, la ironía demuestra la incapacidad de los personajes para juzgar más allá de lo que revelan las apariencias.
La bondad excesiva de Desdémona la condena
Es irónico que Otelo dude de Desdémona porque ella no da ninguna señal de haber cometido una falta. Al tener un sentido del honor tan alto que decide hacer todo lo que esté a su alcance para ayudar a Casio, Desdémona se incrimina sin darse cuenta, porque Otelo interpreta su insistencia en otra dirección. Si bien la excesiva bondad de Desdémona no es el único ni el principal factor que provoca los celos de Otelo, no hace sino condenarla más ante los ojos de un hombre que ha abandonado el uso de la razón.
La supuesta lujuria escondida
Otelo intenta ver más allá de las apariencias, pero falla en su acometida porque se envenena con las insinuaciones de Yago. Resulta irónico que acuse a Desdémona de ser una ramera, cuando su mujer se caracteriza por ser casta y fiel. De la misma manera, Casio debe ser uno de los pocos personajes que no siente lujuria por Desdémona y, sin embargo, Otelo lo acusa de usar su cortesía para atraer a su esposa y traicionarlo.
Otelo pierde su buen nombre intentando limpiarlo
Otelo quiere vengarse de su esposa y de Casio porque cree que ellos, al cometer adulterio, han arruinado su reputación. La ironía es que Otelo es el primero que ostensiblemente actúa en contra de su buen nombre, primero al abofetear a Desdémona enfrente de todos, luego al cometer el delito insensato de asesinarla. Con estos actos, Otelo actúa como un bárbaro, confirmando los prejuicios de quienes lo condenaban por su etnia, discriminación contra la que peleó toda su vida.