Resumen
Prólogo
En el prólogo, George Bernard Shaw afirma que los ingleses no tienen respeto por su idioma y no quieren enseñarles a sus hijos a hablarlo. Además, pronuncian tan mal que no se entiende lo que dicen, y así quitan las ganas de hablar el idioma. Según Shaw, el reformador que le hace falta a Inglaterra es un gran conocedor de la fonética.
Luego, Shaw destaca a diferentes expertos en la materia y hace hincapié en Henry Sweet. El problema de Sweet para convertirse en ese gran reformador fue su mal carácter, que no le permitió introducirse en las grandes universidades, como Oxford. Enrique Higgins, a quien en el prólogo Shaw llama "Pigmalión Higgins", no es un retrato de Sweet, pero tiene rasgos de él.
Tras esta introducción, Shaw se vanagloria del éxito que tuvo la obra tanto en Europa como América. Según él, es una obra didáctica y eso mismo (pese al comentario generalizado de que las obras no deben serlo) contribuyó a dicho éxito. Finaliza afirmando que, tal como sucede en la obra con Mrs. Doolitle, cualquier persona puede mejorar su inglés con empeño y educación.
Acto I
Llueve en las calles de Londres. Los personajes están reparados de la lluvia en la puerta de la iglesia. Clara Eynsford se queja de que Freddy, su hermano, es incapaz de conseguir un taxi. Ella y su madre regañan al joven, que entonces sale apurado a buscar un coche y se choca con una florista, cuyas flores caen al piso. Ella, con un lenguaje y unos modales sumamente vulgares, protesta. Luego, la florista intenta venderle una flor al Coronel Pickering. Entonces, advierten que hay un hombre que está anotando cosas mientras escucha al resto de los personajes. Ese hombre es Enrique Higgins.
La florista, enojada y asustada, afirma que ella no hizo nada malo. Está convencida de que el hombre es un informante de la policía. Enrique Higgins, entonces, le demuestra a la multitud sus habilidades. Partiendo de sus notas, en las que anotó las palabras de cada personaje y su acento, le dice a cada uno dónde nació y creció.
Mientras la florista recoge sus flores, Higgins le cuenta a Pickering que él, para ganar dinero, da lecciones a millonarios que pretenden mejorar su inglés, para poder estar en entornos sociales más prestigiosos. Los hombres conversan, Higgins se entera de que Pickering es el autor de El sánscrito hablado y se emociona, ya que él pensaba viajar a la India para conocerlo. Pickering, a la vez, se entera de que Higgins es el autor del Alfabeto fonético universal. Pickering, precisamente, viajó a Londres para conocer a Higgins en persona. Se ponen de acuerdo en juntarse a cenar al día siguiente.
Análisis
En el prólogo, Shaw deja bien en claro que en la esencia de Pigmalión está su intención de educar al pueblo y ayudar a resolver un problema de la sociedad inglesa que él considera fundamental: la correcta pronunciación del idioma inglés.
A diferencia de la mayoría de los autores y de la crítica contemporánea, Shaw no ve con malos ojos que una obra teatral sea didáctica. En definitiva, la gran mayoría de sus obras (entre las que Pigmalión tiene un lugar destacado) contienen una enseñanza moral. Shaw no es partidario de la idea del “arte por el arte”, noción en boga desde las primeras décadas del siglo XIX, sino que, atravesado por una firme y consciente militancia política, pretende que esta obra —como todas las suyas— colabore con una transformación social.
En relación con la obra en sí, lo primero que se debe analizar es su título. Pese a que, en el prólogo, Shaw denomina “Pigmalión” a Enrique Higgins, en ningún momento este personaje es llamado así dentro de la obra. La relación entre el título y el contenido de la obra se explica por la alusión al mito chiprense de Pigmalión y Galatea. En dicho mito, Pigmalión es un escultor que, tras buscar durante muchísimo tiempo una mujer con la que casarse y no contentarse con ninguna, termina enamorándose de una de sus esculturas, a la que llama Galatea. El paralelismo entre esta historia y la de Higgins con Mrs. Doolitle es evidente.
En este primer acto, además de presentar a los personajes principales de la obra, aparece un tema central de Pigmalión: las diferencias entre clases sociales. Shaw, afín al socialismo, estaba particularmente preocupado por exponer la injusta brecha económica existente entre ricos y pobres. Es por esto, quizás, que el autor sitúa específicamente la obra en Londres, la gran ciudad inglesa en la cual las diferentes clases sociales conviven y se cruzan constantemente.
Ahora bien, la obra no expone las diferencias de clase solamente a partir de lo económico, aunque eso está de hecho presente, y en este primer acto lo vemos, por ejemplo, en la necesidad imperiosa de la florista por ganar un chelín, y en el modo desdeñoso en que Higgins llena su canasta de dinero. Además, estas diferencias se ponen en evidencia a partir de los modales, y más precisamente, por el uso del lenguaje. Higgins, además de ser capaz de distinguir un acento proveniente de Gales o de un barrio donde habitan en su mayoría escoceses, sabe diferenciar, de acuerdo al acento y al vocabulario utilizado, los diferentes extractos sociales y estatus socioeconómicos de los hablantes.
A principios del siglo XX, la movilidad social en Gran Bretaña era escasa, prácticamente nula. El acento de Pickering, proveniente de Cambridge, le da la certeza a Higgins de que proviene de una clase alta y de que sigue siendo parte de ella. Del mismo modo, el acento terrible de la florista le demuestra a Higgins que proviene de Lisson Grove, una zona pobre de Londres. Y, si proviene de Lisson Grove, muy probablemente siga viviendo allí. La pobreza de Mrs. Doolite no solo aparece en su posición económica —es decir, en su profesión de florista callejera—, sino también en su educación. Su nivel educativo se evidencia, principalmente, en su vulgar modo de expresarse.
Sin embargo, Higgins afirma que su sistema de enseñanza del inglés le permite a los millonarios mejorar su modo de hablar y poder introducirse en círculos elevados, donde la cultura es más importante aún que el dinero. Es decir, su sistema permite que las personas accedan a círculos sociales que, a priori, no les pertenecen. Higgins, como Shaw, ve que la estricta e inmutable composición social británica puede ser mutable gracias a la educación. El Alfabeto fonético universal de Higgins, en definitiva, no solo tiene como objetivo reproducir todos los sonidos del lenguaje, sino que también apunta a que todas las personas tengan la posibilidad de acceder a un lenguaje elevado, hasta entonces reservado para las clases altas, es decir, que todas las personas tengan la posibilidad de cambiar su estatus social, independientemente de su origen y situación económica.