Pigmalión

Pigmalión Temas

Las diferencias de clase

Uno de los temas más importantes de la obra es el de las diferencias de clases. Lo que motiva a Higgins, un hombre ilustrado de clase alta, a “educar” a Elisa en la correcta pronunciación del inglés es justamente el desafío de hacer pasar a una humilde florista como una dama de alta sociedad. Esta situación pone en escena el tema de las diferencias de clase desde una perspectiva interesante, en tanto evidencia las dinámicas desiguales de poder que se establecen entre miembros de un estrato y otro de la sociedad. Elisa es tratada por Higgins, exponente de la clase alta ilustrada, como un mero objeto de su experimento, sin importarle lo que suceda luego con la muchacha y sin reparar en sus sentimientos.

Por otra parte, Elisa ofrece un punto de vista interesante en relación con este tema. En determinado momento, afirmará que poseía más dignidad e independencia como una florista pobre de la que posee en su calidad de dama de sociedad, condición que ya no la obliga a vender flores, sino a venderse a sí misma.

George Bernard Shaw, autor de la obra, es conocido por tener un firme posicionamiento político de carácter socialista. Él se posiciona a favor de la movilidad social, que permitiría el ascenso de clase por parte de personas de origen pobre, postura que combate con el pensamiento conservador más propio de la aristocracia inglesa del siglo XIX, que condenaba a las personas a un destino no muy distinto del de su origen familiar. En el pensamiento de Shaw, la educación y el manejo de la lengua son factores determinantes para que cualquier persona pueda ascender socialmente, sin importar cuál sea su origen económico.

El esnobismo de la clase alta

La temática del esnobismo de las clases altas aparece en esta pieza desde el comienzo, explicitada en boca del protagonista. Higgins afirma que él puede vivir de la fonética porque son tiempos de esnobismo, y tanto la burguesía como la aristocracia londinense quiere aprender idiomas y pronunciarlos correctamente, incluso aunque no entiendan lo que dicen.

Esta temática aparece luego en la obra encarnada en varios personajes, pero más fundamentalmente en el de Clara Eynsford. Esta muchacha se fascina al oír a Elisa, que, en uno de sus primeros intentos por hablar como una dama de clase alta, se expresa mezclando una perfecta armonía y pronunciación con una temática extremadamente vulgar. La causa de la fascinación de Clara es que la joven, lejos de sorprenderse por el extraño y ridículo comportamiento de Elisa, se convence de que esa es la última moda en las personas de alta sociedad, y se dispone a imitarla. El personaje de Clara deja así en evidencia la total falta de criterio propio de cierto sector de la alta sociedad, quien considera suficiente que otras personas de clase alta se comporten de un modo aparentemente moderno como para considerar necesario imitarlas, y así seguir perteneciendo a un supuesto sector a tono con la última moda.

La dinámica de poder en las relaciones

La dinámica de poder en las relaciones es un tema implícito durante toda la obra, pero se manifiesta explícitamente en el diálogo final entre Elisa y Higgins y, luego, en el Epílogo de Shaw a la pieza.

La obra cuestiona aquellas relaciones donde hay una clara dinámica de poder que pone a un individuo por encima del otro. Higgins, sintiéndose claramente superior a Elisa por haberla "creado", no tiene problema en entablar una relación con ella, aunque le aclara que nunca le otorgará prioridad por encima de su mayor interés: su propia ciencia. La muchacha, dotada por Shaw de criterio propio y sentimiento de valía personal, considera inaceptable ser partícipe de una relación donde el otro no le ofrezca el respeto ni la admiración que ella cree merecer.

En el Epílogo, Shaw teoriza sobre el tema y justifica el hecho de que la relación entre Higgins y Elisa no se concrete en términos románticos. De casarse con Higgins, Elisa debería haberse sometido a un claro lugar de inferioridad en la relación. Esto es lo que sucede, desde la perspectiva de Shaw, en el mito de Pigmalión y Galatea, en el cual la dócil estatua se casa con su creador. Para el autor de esta obra, de profundo pensamiento socialista, progresista y en pos de la igualdad en la sociedad, esa relación desigual no es digna de una persona con criterio y deseo de superación personal.

La moral

La moral aparece tematizada en la pieza desde muchos puntos de vista. En principio, aparece una moralidad más ligada a los valores puritanos, manifiesta en la preocupación de varios personajes por el hecho de que la joven y bella Elisa habite en la casa de Higgins sin ocupar un rol "aceptable" en términos morales, como lo tendría una empleada doméstica o una esposa. El ama de llaves pregunta reiteradas veces en calidad de qué se hospedará la joven en la casa, y si no sería lo mejor otorgarle un salario como empleada. Otros personajes le sugieren a Higgins que se case con la chica. El hecho de que no lo haga, y que Higgins desee vivir con ella como dos solteros, sin implicaciones románticas o sexuales, moviliza la moral del resto de los personajes. Lo subyacente en todos estos planteos es la preocupación porque la muchacha ejerza la prostitución, actividad inaceptable para la moral de la época. Es incluso la misma Elisa quien aclara muchas veces que su "honra" está primero, al mismo tiempo que deja en evidencia sus pruritos morales al indignarse por la presencia de un espejo en el cuarto de baño.

Por otra parte, la moral también aparece tematizada en la obra como una cuestión en estrecha relación con las clases sociales. Mr. Doolittle, padre de Elisa, pretende poner en jaque la supuesta moral de las clases altas y develar su hipocresía: lo que aparece como valor moral es en realidad el reflejo de un privilegio económico. Según Doolittle, que su comportamiento —el hecho de pedir dinero a cambio de su hija— sea considerado inmoral se corresponde en realidad con el criterio propio de una clase pudiente que nunca se enfrenta a las limitaciones inherentes a la carencia económica. En cierto sentido, en el discurso de Doolittle se imprime el pensamiento socialista del autor de la obra: el padre de Elisa, de origen humilde, denuncia la hipocresía de una clase alta que "se escuda" en principios morales para conservar su propio statu quo y no ayudar a quienes lo necesitan.

Autonomía vs. dependencia

La disyuntiva entre la autonomía y la dependencia es una temática que justifica muchas de las acciones de los personajes en la obra. Este tema aparece implicado tanto en las relaciones sentimentales que aparecen en la pieza como en lo que respecta a las clases sociales.

En primer término, lo que moviliza a Elisa a pedirle a Higgins que le enseñe un correcto inglés responde a una voluntad de superación personal, de lograr cierta autonomía adquiriendo un mejor trabajo. Esto se contrapondría a, por ejemplo, decidir casarse con un hombre con dinero: de ese modo también podría alcanzar cierto status social y estabilidad económica, pero estaría perdiendo su autonomía, condenándose a depender de un hombre que la mantuviera. Este mismo criterio es el que hace desesperar a la muchacha cuando, envuelta en las telas de la alta sociedad, se siente una esclava que se vende a sí misma, y es también lo que impide a la joven casarse con Higgins: perdería su autonomía al depender de un hombre que, además, se posiciona ante ella en un lugar de superioridad.

Mr. Doolittle también es un personaje que encarna la disyuntiva entre la autonomía y la dependencia. El hombre, un pobre barrendero, le pide a Higgins cinco libras, pero rechaza las diez que aquel le ofrece: quiere una cantidad que le permita disfrutar algunos días, no una suma mayor que lo obligaría a pensar en ahorrar, negociar para hacer crecer ese dinero, es decir, que lo vuelva dependiente. Algo similar se manifiesta cuando Doolittle hereda una millonada: el hombre se siente profundamente infeliz, dado que perdió su autonomía y ahora está pleno de los deberes y las obligaciones propias de una persona de clase alta.

Movilidad social vs. estancamiento

En el momento en que Shaw escribe esta obra, Gran Bretaña está sumida en una suerte de estancamiento en la pirámide social: quienes nacen en la clase alta gozan de sus privilegios durante toda su vida, mientras que quienes provienen de clases bajas llevan como destino morir en la pobreza. Esta fuerte brecha social preocupa a Shaw, quien además ve cómo, en la misma época y del otro lado del océano, Estados Unidos se erige como un ejemplo del progreso y la movilidad social.

Este tema aparece problematizado en la pieza, donde incluso se nombra a un millonario norteamericano que lega toda su fortuna a un pobre barrendero inglés (Mr. Doolittle) con el expreso objeto de probar que Estados Unidos cree en la movilidad social. Al mismo tiempo, por otra parte, pareciera que en el arco dramático que traza el personaje de Elisa, el autor se propusiera demostrar la posibilidad de ascender socialmente por vía de la educación. La joven, nacida en la pobreza, carente de formación y obligada a trabajar en las calles desde chica, con tan solo unos meses de educación logra acceder a las posibilidades profesionales de las que goza la clase privilegiada, mejorando así su calidad de vida.

La lengua

En el prólogo a su obra, Shaw comienza denunciando el estado de degradación en que se encuentra la lengua inglesa entre sus hablantes, y la necesidad de mejorar la educación en esa área. Dos de los personajes principales de Pigmalión son, precisamente, lingüistas especializados en fonética. La habilidad principal de Higgins es detectar el lugar de origen de las personas según su modo de hablar.

Por el modo en que se desenvuelve el argumento, la obra parecería postular que cualquier persona puede expresarse en el más correcto inglés contando simplemente con instrucción y educación. Elisa es una muchacha pobre, que se expresa vulgarmente, y tan solo después de algunos meses de ser instruida por Higgins y Pickering logra un manejo del idioma propio de la clase alta ilustrada. En este sentido, el posicionamiento de la obra en relación con la temática de la lengua es más bien democratizadora, a la vez que proclama la necesidad y la importancia de la educación para la vida de las personas y su desenvolvimiento en la sociedad. Una vez adquirido un correcto manejo de la lengua, Elisa puede acceder a mejores trabajos y obtiene un trato más respetuoso por parte de las personas de clase alta que cuando se expresaba vulgarmente.

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