El saudosismo fue un movimiento estético y literario surgido en Portugal a principios del siglo XX. Su mayor exponente es el escritor portugués Teixeira de Pascoaes. Este movimiento también llamó a atención de otros intelectuales de Portugal de la época como, por ejemplo, Jaime Cortesão, Leonardo Coimbra, António Carneiro, António Sérgio y, en su vertiente de sebastianismo mesiánico, el propio Fernando Pessoa.
Ahora bien, ¿en qué se basa el saudosismo? En principio, representa una actitud humana ante el mundo, que tiene como base la saudade, palabra portuguesa de muy difícil traducción al español, pero que podríamos definir, en un acto de reduccionismo que no le hace honor al significado en su lengua original, como “añoranza o nostalgia”. Esta saudade es considerada por Pascoaes como el gran elemento espiritual definidor del alma portuguesa. De esta manera, además de un sentimiento personal, la saudade se convierte también en un ente metafísico (la relación del hombre con Dios y con el mundo, el ansia nostálgica de unidad de lo material y lo espiritual) que, a su vez, se corresponde con una doctrina política y social.
Por otro lado, es importante contextualizar este saudosismo, el cual surge en el clima del nacionalismo portugués de comienzos de siglo XX, tradicionalista y neo-romántico. En relación con esto, el saudosismo pretendía tomar esta saudade como principio dinámico y renovador, y llevar a cabo, mediante la manifestación cultural, una regeneración del país. En ese sentido, Pascoaes afirmaba que sería la primera corriente auténticamente portuguesa. El problema de este saudosismo es que, por momentos, se apoyaba en una expectativa mesiánica, casi profética, y, de esta forma, terminó por provocar el alejamiento de algunos de sus adeptos, como, por ejemplo, el propio Fernando Pessoa. Cabe mencionar que Pessoa compartía este elemento mesiánico, ya que se consideraba a sí mismo el Supra-Camões, el mesías de la lengua portuguesa que venía a ocupar el trono de un Quinto Imperio cultural. Este Imperio fue profetizado por un hereje monje llamado Joaquín de Flora (1135-1202) y luego por el Sebastianismo, que afirmaban la llegada del Reino de Dios a la tierra por medio de un príncipe portugués. Ahora bien, a pesar de ello, Pessoa se alejó de la doctrina de Pascoales y acabó por preferir un proyecto más cosmopolita y revolucionario, como el que le ofrecía la revista Orpheu.
En otro orden de cosas, vale la pena mencionar que, aunque la concordancia ideológica entre Pessoa y Teixeira de Pascoaes no siempre se produjo, sí coincidían en ciertos aspectos: ambos creían en lo perjudicial de los elementos extranjeros en Portugal, por lo que era necesario que el país tomara conciencia de sí mismo para que en el sentimiento patriótico solo tuvieran lugar aquellos componentes puramente portugueses. Es a través de estos que se conseguiría la universalidad del imperio futuro, así como en el poder del arte, la literatura y la cultura, los verdaderos motores de la regeneración nacional. Así y todo, si bien Pessoa apoyaba las tesis fundamentales del saudosismo, como movimiento artístico le resultaba limitado, ya que consideraba posible un imperio, e incluso un arte, al mismo tiempo portugués y universal.
Por último, si bien Pessoa, como el resto de los saudistas, siente que el pueblo portugués ha sido despojado de todo el esplendor del imperio perdido, entiende también que la sociedad sigue guardando para sí el mar y la saudade, su verdadera patria. Estos son los elementos clave en la configuración de la identidad e historia portuguesas, en las que se confunden y mezclan el destino y la patria personal y nacional. Así las cosas, en esta saudade de sí mismo, de esa patria interior, también entra en juego otro elemento crucial de la poesía pessoana: el tiempo.
Este factor es determinante en el concepto de saudade que maneja Pessoa y lo podemos ver con claridad en el poema “Lisbon revisited”. En este poema, el yo poético recuerda su infancia y es consciente de que nunca podrá volver a ella, ya que el paso del tiempo lo ha cambiado todo, tanto a él como a Lisboa. Esos cambios, el poeta lo sabe, escapan a su control. La saudade en este caso está ligada a lo inevitable del paso del tiempo y a la impotencia del poeta frente a los cambios que ese tiempo produce. En ese sentido, podemos decir que la saudade de Pessoa, en comparación con la de sus contemporáneos, es una más metafísica. Es a través de esta saudade metafísica que el autor portugués contempla su ciudad natal, conversa con ella y, al hacerlo, se vuelve consciente no solo de las varias ciudades que se solapan en su nueva, sino también de todos los hombres que se superponen en él mismo.