La muerte
El dolor y el terror por la muerte es otro de los temas que recorre todos los poemarios de Mistral, manifestándose de diferentes maneras en ellos: en Desolación, la muerte aparece como una especie de lugar sagrado en el que el yo lírico podría descansar de tanto sufrimiento y finalmente conectarse con Dios. En Ternura, la muerte aparece en el terror de las madres desvariadas que no pueden vivir tranquilamente porque están muy atemorizadas por la posibilidad de que sus hijos mueran. En Tala, el dolor por la muerte de la madre y otros seres queridos llena de ira al yo lírico, quien incluso llega a enojarse con Dios por sus designios. En Lagar, el dolor por la muerte propia y de los seres queridos ya no suscita ira, sino una madura resignación. El yo lírico además se muestra preparado y hasta deseoso de llegar a ese momento. Ese deseo no es el mismo de Desolación, no está inspirado por un rabioso sentimiento adolescente, sino por una aceptación de que su ciclo vital se ha terminado.
La religión
Gabriela Mistral, además de ser profundamente católica, fue una gran estudiosa de la Biblia. La religión aparece de manera recurrente y variada en todas sus obras. Por un lado, hay numerosos poemas en los que el yo lírico invoca o suplica a Dios y a Cristo. Por otro lado, diferentes pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento sirven de base para múltiples poemas de la obra. Mistral, además, utiliza un lenguaje y un tono religioso a lo largo de toda su obra. Incluso en poemas que no ponen el foco en la religión aparecen símbolos, parábolas y sintagmas bíblicos.
Cabe destacar que en Lagar, último poemario que la autora publicó en vida, Mistral se muestra algo distante de su propia fe; admite que ya no puede vivir “amamantada” de su religiosidad, aunque no deja de buscarla y finalmente termina reconciliándose con Dios.
La guerra
La guerra se trata como un tema en la sección “Guerra” de Lagar. Mistral, quien se vio profundamente afectada por los conflictos bélicos de sus tiempos, publica esta obra en 1954, menos de diez años después de que termine la Segunda Guerra Mundial.
La autora aquí rechaza todo tipo de conflicto bélico y denuncia las terribles consecuencias de los mismos. La guerra es presentada como un fracaso de la humanidad. Un triunfo de lo irracional por sobre el amor y la comprensión. Mistral no analiza este tema en términos políticos, sino desde una óptica fraternal. A Mistral no le importan los motivos de la guerra, sino sus consecuencias inhumanas. Así, los poemas de la sección “Guerra” invitan a los europeos a reunirse fraternalmente en Latinoamérica y vivir allí en comunión con la naturaleza.
La infancia
Este tema es fundamental en la obra de Mistral. Es preponderante en todos sus poemarios y aparece de dos maneras opuestas: por un lado, la infancia es un lugar de plena felicidad, el juego y la bondad (esto se ve sobre todo en el poemario Ternura). Por otro lado, la infancia se presenta en la poesía de la autora como un espacio de indefensión. Mistral dedica una gran cantidad de poemas a los niños pobres, los niños que han quedado desamparados por las guerras y los campesinos que se ven obligados a trabajar, entre otros.
A través de su poesía, entonces, Mistral se propone concientizar a los adultos sobre las responsabilidades que tienen con los niños, tanto para educarlos como para no exponerlos a situaciones traumáticas. La felicidad de los niños se presenta en la obra de la autora como el objetivo primordial que debe tener la humanidad para crear un mundo mejor.
Lo indígena
Lo indígena es un tema fundamental en la poesía de Gabriela Mistral. Sus versos constantemente señalan las desigualdades que sufren las personas de los pueblos originarios, y al mismo tiempo destacan su espíritu solidario y su comunión con la naturaleza. Esto se revela central en el conjunto de poemas reunidos en Poemas de Chile, donde se construye un yo lírico que recorre el territorio chileno mientras versa nostálgicamente sobre cuestiones locales, acompañado, muchas veces, de animales típicos del territorio y niños de las comunidades originarias.
Gran parte de la crítica considera a Mistral una autora perteneciente al movimiento literario denominado “indigenismo”. Dicho movimiento tenía como objetivo principal generar conciencia a través de la literatura de la opresión que históricamente sufrieron los pueblos originarios.
El amor conyugal
En la obra de Mistral, el amor conyugal está siempre atravesado por el dolor y el abandono. Los poemas relativos a este tema adscriben a ciertas tendencias temáticas y estilísticas propias del romanticismo literario, es un movimiento del siglo XVIII que se caracterizó, entre otras cosas, por privilegiar la expresión y la exaltación de los sentimientos. Sobre todo, de los sentimientos más terribles y trágicos.
En Mistral, el yo lírico encuentra en el dolor que le genera el abandono una especie de refugio y un goce. Se así sumerge en fantasías trágicas y exaltadas como imaginar a su amado, por ejemplo, junto a otra persona por toda la eternidad. Además, el yo lírico se siente profundamente atraído por la muerte y encuentra en la absoluta soledad del abandono un refugio espiritual puro.
La locura femenina
Este tema es fundamental en la obra de Mistral y es abordado de diferentes modos en tres poemarios de la autora: Ternura, Tala y Lagar.
En Ternura, Mistral compone la sección “La desvariadora”. Esta está compuesta por poemas en los que la locura femenina, que llama ‘desvaríos’, surgen a causa del exceso de amor por los hijos.
En Tala, Mistral compone la sección “Historias de loca”. Aquí, la locura femenina ya no depende de la maternidad. Las mujeres de esta sección viven como si estuvieran en medio de un sueño y parecen posesas por un espíritu paranoico que las hace desconfiar de su unidad como seres humanos.
Finalmente, en Lagar, Mistral introduce la sección “Locas mujeres” que le da una vuelta fundamental al tema. Aquí presenta, por primera vez, a la locura femenina desde un punto de vista positivo. La locura femenina es, en realidad, pura libertad, y es la sociedad la que, al no comprender los deseos de las mujeres, llama “locas” a aquellas que se atreven a llevarlos a cabo.