Rosario Tijeras

Rosario Tijeras Citas y Análisis

Rosario Tijeras, tendría que haber dicho, porque así era como la conocía. Pero Tijeras no era su nombre, sino más bien su historia.

Antonio, pp.12-13.

En el primer capítulo, el narrador ya anticipa dos características fundamentales de la protagonista. Por una parte, menciona su apodo, “Tijeras”, que Rosario recibe luego de utilizar este elemento como un arma para vengarse de un hombre que la ha violado. Por otra parte, en este comentario de Antonio también se ve la imposibilidad de conocer a la verdadera Rosario, ya que claramente Tijeras no es su nombre real. De esta forma, el narrador anticipa el carácter enigmático de la mujer.

Una vez la vi vieja, decrépita, por los días del trago y el bazuco, pegada de los huesos, seca, cansada como si cargara con todos los años del mundo, encogida.

Antonio, pp.17-18.

En esta cita, el narrador describe los malos momentos de Rosario, en los que la mujer se dedica al consumo abusivo de alcohol y drogas. El término “bazuco” refiere a la pasta base de la cocaína, una droga barata y normalmente consumida por las personas de clase social baja. En este sentido, Antonio describe los efectos destructivos de esta droga en el cuerpo de Rosario, que abandona su sensualidad característica y se transforma en una mujer agotada y envejecida.

Desde que Rosario conoció la vida no ha dejado de pelear con ella. Unas veces gana Rosario, otras su rival, a veces empatan, pero si uno le fuera a apostar a la contienda, con los ojos cerrados vería el final: Rosario va a perder.

Antonio, p.25.

Según Antonio, la vida de Rosario es una lucha. Esta metáfora da cuenta de las adversidades que la mujer debió atravesar hasta llegar al presente. Si bien hubo momentos en los que ella parecía haberse sobrepuesto a su trágico destino, el narrador anticipa que el final es inevitable: el desenlace de Rosario será trágico.

De resto, éramos sólo dos buenos amigos que se abrieron sus vidas para mostrarse cómo eran, dos amigos que, y apenas hoy me doy cuenta, no podían vivir el uno sin el otro, y que de tanto estar juntos se volvieron imprescindibles, y que de tanto quererse como amigos, uno de ellos quiso más de la cuenta, más de lo que una amistad permite, porque para que una amistad perdure todo se admite, menos que alguno la traicione metiéndole amor.

Antonio, p.34.

En esta cita, el narrador muestra los límites confusos que hay entre la amistad y el amor. Aunque Antonio dice que con Rosario eran únicamente dos buenos amigos, la relación entre ellos indica algo más. Así, el cariño y la incondicionalidad transforman la mirada y las expectativas que tiene el hombre sobre la mujer. Es interesante subrayar que, para Antonio, el amor es concebido como una traición. Por una parte, esto se debe a que el protagonista siente que al enamorarse de Rosario, traiciona a su mejor amigo, Emilio, ya que este último es el novio de ella. Pero, además, el amor es una traición porque afecta necesariamente a la relación que tienen Rosario y Antonio. En este sentido, el amor implica arruinar la amistad y, de esta forma, acabar con el vínculo.

—A mí me respetás, Patico —fue lo último que el tipo oyó. Guardó la pistola y llegó tranquila hasta la mesa—. Vámonos —dijo—. Ya me aburrí.

Rosario y Antonio, p.44.

En este episodio, Rosario se venga de la falta de respeto que comete Patico asesinándolo en una discoteca. En este acto, se entiende que la violencia es la forma en la que la mujer imparte justicia. Frente a un comentario poco oportuno, Rosario no duda en matar al hombre. Además, el narrador destaca la tranquilidad de la mujer luego de haber cometido el crimen, que no se inmuta después del hecho. En este gesto, se ve la indiferencia y la gratuidad que tiene el asesinato para Rosario; no parece sentir culpa alguna por haber tomado esa decisión.

Me dijo que iba a dejar a Emilio, que ahí no había nada que hacer, que ellos eran muy distintos, de dos mundos diferentes, que no sabía en qué momento –y yo creí que me moría cuando me incluyó– se le había ocurrido meterse con nosotros.

Antonio, p.62.

En esta cita, el narrador deja en claro los dos mundos diferentes que habitan la novela. Si bien por momentos parece que la coexistencia entre ambas realidades podía llegar a ser armónica, luego de cada discusión, Rosario se convence de que su relación con Emilio y Antonio es absolutamente incompatible. Así, el narrador muestra que ese "nosotros" no incluye a la mujer, sino que se limita a su compañero y amigo.

... Se sacó el escapulario con mucho cuidado, como si tuviera cadenita de oro—. Tenga, bacán, póngaselo, y me la cuida, que no me le vaya a pasar nada a mi Rosario, usted tiene cara de responsable, loco, tenga que éste es del Divino Boy, y los cuida a los dos.

Antonio y Johnefe, p.69.

El escapulario es un símbolo de protección que acompaña a los delincuentes de la novela. En esta cita, Johnefe le ofrece el suyo al narrador, como muestra de confianza. En este gesto, se ve la intimidad del vínculo que construyeron Antonio y Rosario. Es tal el cuidado y respeto que le ofrece el protagonista a la mujer, que hasta su propio hermano lo recompensa. Una vez más, la novela nos muestra que la relación entre Antonio y Rosario es única.

—Estas rayas son estrías —nos las mostró en el abdomen y en las piernas—. Es que yo he sido gorda muchas veces. A eso de los tres o cuatro meses del crimen, dejaba de comer y comenzaba a adelgazar. Guardaba las sudaderas donde escondía sus kilos y volvía a sus bluyines apretados, a sus ombligueras, a sus hombros destapados. Volvía a ser tan hermosa como uno siempre la recuerda.

Rosario y Antonio, p.137.

En esta descripción, Antonio caracteriza las fluctuaciones en el peso de Rosario. En la novela, este vínculo con el cuerpo es entendido como una agresión. En cierto sentido, la violencia de la mujer a la hora de ejecutar acciones criminales la hace perder el respeto por la integridad física de los demás, pero también de ella misma. Por esto, cada vez que comete un asesinato, se expone a cambios repentinos de peso. En este sentido, el cuerpo exhibe las transformaciones físicas y también mentales que sufre la protagonista luego de momentos de angustia y tensión.

Ahora, repasando mis más importantes momentos con Rosario, pienso que no me he recuperado de mi adicción. Aquí estoy otra vez, al igual que todas las ocasiones en que ella me necesitó, no tan arrastrado como antes pero siempre atento a su destino, como si fuera el mío propio, si es que acaso no lo es.

Antonio, p.142.

En esta cita, el narrador confiesa ser adicto a Rosario. Si bien intentó alejarse de ella, su presencia en el hospital, acompañando las horas agónicas de la protagonista, da a entender que cortar con el vínculo le es imposible. La palabra “arrastrado” es utilizada en modo despectivo, para dar cuenta de la falta de orgullo y autoestima que tiene Antonio. En este sentido, el mismo protagonista se dirige violentamente contra sí mismo, ya que se culpa por su cobardía y su incapacidad de separarse de Rosario.

Ya no puedo, ya es tarde como siempre, se la llevan de su último mundo, rodando sobre la camilla, todavía tan hermosa, "eso es todo, Rosario Tijeras".

Antonio, p.198.

En esta cita, los lectores accedemos a la despedida de Rosario que, finalmente, descansa en paz. Sin Rosario viva, la narración de Antonio llega a su fin: la novela termina cuando se confirma la muerte de la mujer. Esto deja en claro la centralidad que tiene la protagonista en la vida del narrador; ya no hay más nada para contar si Rosario no está en el mundo de los vivos.

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