Resumen
Epígrafe
Este epígrafe es una oración destinada al “Santo Juez”. En ella, el orador le ruega al juez que no lo deje desamparado ni lo deje morir de manera violenta.
Capítulo 1
La novela comienza con Rosario yendo al hospital luego de recibir un tiro a quemarropa. La acompaña el narrador, Antonio, que se encarga de llamar a Emilio, ex pareja de la muchacha, para contarle esta noticia y pedirle el teléfono de la mamá de Rosario. Mientras la mujer está en el quirófano y amanece en Medellín, el narrador espera en la sala y comienza a recordar los hechos vividos con Rosario y Emilio. Comenta que la mujer siempre les gustó a todos, pero Emilio fue el único que tuvo valor para meterse con ella, ya que se la disputó con Ferney, el novio anterior de la muchacha. Al hablar con Emilio, al narrador le sorprende que Rosario quiera que le avisen a su mamá sobre su tiroteo, pero a Antonio le parece lo más natural: significa que la mujer intuye que se va a morir.
En ese momento, la enfermera le pregunta al narrador por el apellido de Rosario. Antonio le responde que es Tijeras. A pesar de que este no es su nombre verdadero, sino el apodo que le dieron unos muchachos del barrio donde vivía, terminó siendo la verdadera identidad de la mujer. Este nombre nació porque Rosario se hizo conocida por haberle cortado los testículos a un hombre.
A pesar de conocer a Rosario desde hace años, hay cosas que el narrador nunca supo sobre ella. En primer lugar, nunca supo si ella se había enamorado alguna vez. Tampoco conoció su verdadera edad, ya que siempre decía edades diferentes. La mujer tiene la capacidad de aparentar diferentes edades: a veces parece una niña y otras veces se ve muy decrépita, especialmente en esos días en que abusa del alcohol y el bazuco. Recuerda que la vio muy mal una vez que le confesó haber matado a un hombre con Emilio. Cada vez que Rosario mataba a alguien, se encerraba en su casa y engordaba. Luego, unos meses después del crimen, adelgazaba.
El narrador afirma que Rosario siempre infundió terror en los demás. Desde pequeña, se manejaba con las tijeras de su madre modista, doña Rubí, y atacaba a quien la provocara. Rosario fue criada por su madre ya que su padre las había abandonado al nacer. Sin embargo, tampoco esto se sabía si era verdadero. Esta capacidad de mentir que tiene la mujer siempre ha desconcertado a Emilio, que siennte que se ha enamorado de alguien a quien no conoce en absoluto. El narrador confiesa que, si bien en un principio envidió la suerte de su amigo, al mismo tiempo él siempre tuvo miedo de acercársele a Rosario, porque era necesario mucho coraje para estar con alguien así.
Capítulo 2
El narrador reconstruye los duros orígenes de la vida de Rosario. A los ocho años, la violó una pareja de doña Rubí. Este episodio se repitió otras veces, hasta que la muchacha le contó a su hermano, Johnefe, lo que había pasado con el hombre. Él se encargó de vengar esta ofensa contra Rosario castrando al criminal. Johnefe quería a la muchacha, poqrue era la única hermana de mamá y papá que tenía.
A los once años, Rosario se fue de su casa, echada por su madre, y fue a vivir con su hermano y Ferney, un amigo de Johnefe. Desde que conoció al muchacho, Rosario se sintió atraída por él y, a partir de allí, Ferney se convirtió en su ángel de la guarda y servidor incondicional. También cumplió la función de Johnefe, muerto años atrás.
Esta relación siempre fue conflictiva para Emilio, ya que se celaban y enfrentaban por Rosario. Finalmente, Ferney fue asesinado.
Una enfermera le dice al narrador que la policía lo está buscando. Los oficiales lo interrogan sobre el episodio de Rosario; le preguntan por qué la mató y con qué le disparó. Sin embargo, Antonio responde que él no mató a nadie, y que Rosario todavía sigue viva. Luego, se marcha, recordando cuándo y dónde había visto a la muchacha por primera vez. Cree que fue seis años atrás, en una discoteca.
Aunque Emilio siempre sospechó que el narrador se sentía atraído por Rosario, Antonio lo desmentía permanentemente. Solo afirmaba que eran muy buenos amigos y que podían hablar horas sobre la vida de ambos.
Una enfermera interrumpe estos recuerdos y le pregunta a Antonio si Rosario es su novia. El narrador piensa que nunca pudo saber exactamente qué tipo de relación existe entre ellos. Siempre fueron amigos incondicionales, excepto por una noche en la que tuvieron un encuentro sexual. Antonio admite haber querido a Rosario más que como a una simple amiga. Por esto, siempre se quedó con dos dudas: si alguna vez ella estuvo enamorada y qué hubiera pasado entre ellos si Emilio no hubiera estado en el medio.
Capítulo 3
El narrador recuerda la primera víctima de Rosario Tijeras. Dos hombres de la pandilla de Mario Malo, un peligroso delincuente, arrastraron a la muchacha a una zanja para abusar sexualmente de ella. Luego de que uno de ellos lograra su cometido, Rosario pudo gritar y vinieron a rescatarla. Al llegar a la casa de Johnefe, él le obligó a que le contara quiénes la habían violado. Sin embargo, la muchacha no le respondió nada, por miedo a que estos hombres mataran a su hermano.
A los seis meses, Rosario se encontró a uno de los criminales, apodado Cachi, cerca de la casa de doña Rubí. Así, decidió vengarse del abuso y coqueteó con el hombre hasta invitarlo a pasar a la casa de su madre. Una vez allí, le cortó los testículos con las tijeras de trabajo de doña Rubí. En ese momento Rosario tenía solo trece años.
Luego de la violación, Rosario comenzó a engordar de manera repentina. Su hermano le recriminaba que así gastaba todo el dinero que tanto le costaba conseguir. Por estos reproches, ella volvía a adelgazar. Según el narrador, cuando Rosario estaba gorda, era siempre porque se había metido en problemas.
Tanto Emilio como Antonio acabaron metiéndose en este mundo extraño de Rosario, plagado de vicios, deudas y conflictos. El primer episodio de violencia que el narrador recuerda haber vivido con la mujer es cuando Rosario mató a Patito, un amigo de Ferney, por haberla insultado en una discoteca. Emilio y el narrador quedaron pasmados, lloraron del susto y del asombro. Pero, a pesar de haber reaccionado así, ambos continuaron formando parte de este mundo peligroso de Rosario.
Análisis
Ya desde el comienzo, la novela plantea la importancia que tiene la muerte para los personajes. Sin ir más lejos, la narración comienza con un texto en forma de plegaria. Esta oración está dirigida a un juez y en ella aparece en primera persona la voz de un delincuente que busca huir de la muerte y de la violencia de sus enemigos. “No permitas que mi muerte sea violenta,/no permitas que mi sangre se derrame” (p.7) ruega esta voz; y en esta súplica se anticipan los peligros y derroteros que atravesarán los personajes de la novela.
En este sentido, el comienzo es una escena de agonía. “Como a Rosario le pegaron un tiro a quemarropa mientras le daban un beso, confundió el dolor del amor con el de la muerte” (p.9) comenta el narrador. Esta situación de la protagonista estructura la novela en su totalidad. A lo largo de los dieciséis capítulos que componen Rosario Tijeras, la acción se desarrolla en el hospital donde Rosario es trasladada luego de ser baleada, durante las horas que la mujer pasa dentro del quirófano. Así, el narrador alterna entre el presente de la enunciación, en donde habla con diversos personajes del establecimiento mientras espera novedades sobre Rosario, y los recuerdos que le produce esta situación. De esta forma, la trama no avanza linealmente, sino que es interrumpida permanentemente por diálogos, situaciones y momentos del pasado, que cobran nuevos significados a la luz de los hechos del presente.
El tiro a quemarropa que inicia la narración introduce uno de los temas fundamentales de la novela: la violencia. En primer lugar, Rosario aparece como una víctima: los lectores no sabemos de ella nada más que el hecho de que recibió un balazo y ahora su vida corre riesgo. A medida que avanza el relato, leemos que, efectivamente, la violencia forma parte de la vida de Rosario tanto en el ámbito privado como en el público. De esta forma, la violencia sexual que recibe la protagonista desde su infancia en el seno mismo de su familia determina en parte su personalidad corajuda y contestataria. “Cuanto más temprano conozca uno el sexo, más posibilidades tiene de que le vaya mal en la vida. Por eso insisto que Rosario nació perdiendo, porque la violaron antes de tiempo a los ocho años…” (p.25) afirma el narrador. En este punto, la novela profundiza que Rosario sufre una violencia especial: las violaciones que padece son disciplinamientos que sufren únicamente las mujeres en la novela.
La idea de “nacer perdiendo” da a entender las desventajas que padece la protagonista; de alguna manera, esta percepción del narrador nos condiciona como lectores a entender que las conductas de Rosario son consecuencia de la violencia a la que estuvo expuesta desde pequeña. Además, la idea de que el primer abuso de Rosario ocurre dentro de su familia muestra que no hay espacio seguro alguno para la protagonista, ya que desde pequeña se ve expuesta a situaciones de violencia sexual llevadas a cabo por las personas en las que debería confiar.
Sin embargo, estos hechos de abuso no reducen a la protagonista a un rol pasivo. Por el contrario, el apodo “Rosario Tijeras” simboliza este carácter confrontativo de la muchacha, que toma la decisión de castrar a su violador. Es significativo destacar que Rosario no le cuenta a su hermano quien la violó, sino que decide vengar la ofensa por sus propios medios. Así, castiga al violador por sí misma con una castración: “El tipo empezó a gritar como loco, y más duro le gritaba que se acordara de la noche de la cañada, que me mirara bien para que no se le fuera a olvidar mi cara y empecé a chuzarlo por todas partes” (p.38), dice Rosario. En esta acción, la protagonista abandona el rol de víctima y se transforma también en ejecutora de acciones violentas. En este sentido, la violencia sexual ejercida sobre la muchacha es también la puerta de entrada al mundo criminal, ya que la violación le da a Rosario el coraje necesario para utilizar las tijeras como un arma. Además, en esta acción, la mujer aprende que esta es la única manera que tiene de proteger su integridad física y garantizar su supervivencia en la sociedad cruenta que la rodea. En la novela, la violencia de Rosario es una herramienta defensiva. En palabras del protagonista: “A Rosario la vida no le dejo pasar ni una, por eso se defendió tanto, creando a sus alrededores un cerco de bala y tijera, de sexo y castigo, de placer y dolor” (p.14).
Si bien la violación se entiende como un castigo sobre un cuerpo femenino vulnerable, esta idea se transforma a lo largo de lo novela. En un principio, Rosario es un personaje indefenso, una mujer expuesta a la violencia sexual desde su niñez. Sin embargo, con el paso de los años y las diferentes experiencias, aprende a usar su cuerpo para seducir y desarmar a sus victimarios y luego asesinarlos. Es ejemplar al respecto el episodio de la castración. Para poder lograr su venganza, Rosario explica: “yo le seguí el jueguito de las risitas y el coqueteo hasta ponerlo bien contento” (p.38). En síntesis, podemos decir que la protagonista utiliza su sexualidad femenina como una herramienta de seducción capaz de atrapar y castigar a quienes la ofenden. En cierto modo, las transgresiones a la sexualidad y al cuerpo de Rosario la victimizan, pero a la vez le muestran que es deseada. Ser objeto de deseo tiene un valor diferente para los hombres de la novela y esto le permite a Rosario lograr sus cometidos.
El cuerpo de Rosario es un espacio de violencia y también de transformaciones. Una de las características más personales de la protagonista es la tendencia a engordar. Esta práctica ocurre luego de que Rosario se ve expuesta a alguna situación de violencia, ya sea como víctima o como ejecutora. En estos momentos, “Rosario podía vaciar la nevera en un día” (p.40), describe el narrador. Es importante subrayar que esta actitud es representada como una conducta fuera de control, sin límites. “Cinco libras de tocineta, tres de azúcar, dos litros de helado, una torta, veintitrés chocolatinas, ¿a qué horas puede uno comerse veintitrés chocolatinas?, seis docenas de huevos, ocho libras de carne, doce litros de leche” (pp.40-41) enumera Johnefe y da a entender la desmesura que toma la práctica de Rosario. Además, esta conducta va acompañada de un encierro físico; cada vez que Rosario engorda, también se recluye en el hogar y no sale de él por días o semanas. Esta transformación que sufre el cuerpo de Rosario nace siempre de una situación de violencia. En este sentido, la novela permite leer que la violencia no deja solo marcas físicas, sino también morales, psicológicas y sociales. Queda claro, entonces, que este vínculo tan nocivo con la comida es una forma más de agresión.
A pesar de que la violencia y la muerte son dos ejes estructurales de la novela, Rosario Tijeras es también un relato acerca del amor y la amistad. Ya desde el primer capítulo, el narrador presenta un vínculo compuesto por él, Emilio y Rosario. Si bien los hombres de este triángulo eran amigos desde antes, la inclusión de Rosario en sus vidas transforma de manera permanente su amistad. Emilio sostiene una relación amorosa con la mujer, el narrador queda fuera de este vínculo: “En su afán por seguirla, (Emilio) se fue metiendo poco a poco en el mundo extraño de Rosario y cuando se dio cuenta de hasta dónde había llegado, ya estaba hasta el cuello de vicios, deudas y problemas. Por tenerla había robado con ella, y yo me volví un acompañante ocasional de su caída” (p.42) describe el narrador.
Definirse como “un acompañante'' implica un rol secundario, testigo de las aventuras que viven Emilio y Rosario. Sin embargo, a lo largo de la novela, los lectores intuimos que el narrador no se limita a este lugar periférico o marginal, sino que se involucra en la relación amorosa que tienen la mujer y su amigo. “Todo el mundo sabía que éramos muy amigos, tal vez más de lo normal, como decían muchos, pero nunca trascendimos más allá de lo que la gente veía. Bueno, nunca excepto una noche, esa noche, mi única noche con Rosario Tijeras” (p.34) comenta el narrador. Esta noche, que se presenta como una excepción, es fundamental para entender el vínculo entre el protagonista y la mujer: a pesar de ser muy amigos, el narrador admite quererla “más de la cuenta” (p.34). Con esta confesión, los lectores entendemos su presencia en el hospital frente a la agonía de Rosario; el vínculo entre ellos difumina los límites claros entre el amor y la amistad.