El libro empieza con Paul Baumer, el narrador, y el resto del Segundo Regimiento a pocas millas del frente. Ellos acaban de regresar del frente la noche anterior, habiendo sufrido inesperados y grandes bajas. La mitad de los hombres del regimiento están muertos o heridos. Ginger, el cocinero, ha hecho una comida para 150 hombres en lugar de los 80 que quedan. Los hombres se levantan de la cama alrededor del mediodía y forman fila para la comida. En el primer lugar en la fila está Albert Kropp y, a continuación, Muller, Leer, y Paul. Los cuatro muchachos, de 19 años de edad, estaban juntos en la escuela, y se unieron al ejército el mismo día. Detrás de ellos está Tjaden, un cerrajero de 19 años de edad; Haie Westhus, un excavador de turba de 19 años; Detering, un campesino, y Stansislaus Katczinsky: "el líder de nuestro grupo, sagaz, astuto, y aguerrido, de cuarenta años de edad, con una faz que se asemejaba al terreno, ojos azules, hombros doblados, y un notable olfato para el clima tempestuoso, la buena comida, y los trabajos fáciles". Capítulo 1, pág. 3
Una vez en fila, los hombres se impacientan cuando Ginger los ignora. Los hombres se disgustan con Ginger porque es un cobarde y no llevará alimentos muy cerca cuando los hombres están siendo bombardeados. Él les dice que no puede servir hasta que todo el mundo esté allí. Katczinsky le dice de las bajas que sufrieron, y Ginger se enfada por haber cocinado demasiado. No quiere repartir toda la comida o la doble ración de tabaco. Kat, enojado, le dice que él ha cocinado para el Segundo Regimiento y que debe repartir todo al Segundo Regimiento. Ellos están a punto de pelear con él cuando el comandante del regimiento llega y le ordena a Ginger repartir todos los alimentos, así como todo el pan y las raciones de tabaco a los hombres. Ginger, nervioso, reparte la comida a los hombres. Todo el mundo come feliz la enorme ración de comida, y Muller y Tjaden incluso comen extra. Después de la comida, los hombres con el estomago repleto leen su correo. Paul, Kropp y Muller deciden ir al baño a jugar a las cartas.
Seguimiento del Tema: Compañeros 1
Afuera en el prado cerca al campamento, hay una letrina común y varias cajas pequeñas que los hombres utilizan para ir al baño. Paul recuerda lo avergonzados que se sintieron la primera vez que fueron obligados a ir al baño en una sala común como reclutas. Ahora, no les importa. No tienen ningún pudor, e ir al baño al aire libre es una experiencia agradable.
"El soldado se encuentra en mejores relaciones con su estómago e intestinos que otros hombres. Las tres cuartas partes de su vocabulario se derivan de estas regiones, y le dan una connotación íntima a las expresiones de su mayor alegría, así como a las de su más profunda indignación. Es imposible expresarse en cualquier otra forma de manera clara y enérgica. Nuestras familias y nuestros profesores se horrorizarán cuando vayamos a casa, pero aquí es el lenguaje universal". Capítulo 1, pág. 8
Seguimiento del Tema: Inocencia Perdida 1
Jalaron tres cajas y las colocaron juntas, leían su correo, y fumaban. Usando una tapa de un balde de margarina como mesa, se sentaron a jugar “Skat”, un juego de cartas en el que participan tres personas. "Uno podría estar así para siempre". Capítulo 1, pág. 9. Algunas veces ellos mencionan algo acerca de la batalla, pero realmente nunca lo discuten. No es necesario. Kropp pregunta si alguien ha visto a su amigo, Kemmerich, quien se encuentra en el hospital, herido. Deciden ir a visitarlo esa tarde. Kropp saca una carta de su antiguo maestro, Kantorek, que les envía sus saludos. Todos ríen, tratando de imaginarlo allí en el frente.
Paul hace memoria de Kantorek, quien los alentó a todos a enrolarse en el ejército. Kantorek era un hombre pequeño, bajo. El les hablaba tanto acerca de la importancia de unirse al ejército y el patriotismo que convenció a toda su clase de presentarse como voluntarios. Sólo Joseph Behm, lo pensó dos veces sobre enrolarse, pero no quería que los demás pensaran que era un cobarde. Ninguno de los muchachos sabía lo que significaba ir a la guerra, pero fueron de todos modos.
“Los más inteligentes fueron justamente los pobres y la gente sencilla. Ellos sabían que la guerra iba a ser una desgracia, mientras que los que estaban en mejor situación, y deberían haber podido ver con más claridad cuáles serían las consecuencias, estaban emocionados y contentos. Katczinsky dice que era el resultado de su crianza. Los hizo estúpidos. Y ellos pensaron acerca de lo que dijo Kat". Capítulo 1, pág. 11
Irónicamente, Behm fue uno de los primeros de la clase de Paul en morir. Lo dejaron en el frente dándolo por muerto, y cuando él trató de arrastrarse hacia atrás, a ciegas, fue matado antes de que alguien pudiera ayudarlo. Paul considera que no pueden culpar a Kantorek por la muerte de Behm. Hubo también muchos maestros y personas de edad avanzada entre las autoridades que enviaban a la guerra a los muchachos que confiaban en ellos, y nunca sabrían la verdadera realidad del combate.
Paul, Muller y Kropp van al hospital a visitar a Kemmerich. El hospital apesta, está infectado. Kemmerich está muy débil. Alguien ha robado su reloj quitándoselo de su muñeca. Él no vivirá mucho tiempo. Su pie ha sido amputado, pero no lo sabe. Los demás no se lo dicen. Tratan de alentarlo, diciéndole que se irá a casa pronto, pero Kemmerich apenas puede responder. Paul recuerda a la madre de Kemmerich, quien lloró cuando partieron de casa y le pidió a Paul que velará por él. Ahora, Paul apenas puede mirar la piel pálida y escamosa de Kemmerich.
Muller pone las cosas de Kemmerich debajo de su cama. Ve el preciado par de botas de Kemmerich, mucho más cómodas que las que él usa, y se las pide a Kemmerich. Él quiere obtenerlas antes de que sean robadas. Kemmerich no quiere dárselas, y Paul detiene a Muller antes de que pueda pelearse. Después de un rato, ellos salen, sobornando a un enfermero para que le dé algo de morfina para su dolor. Cuando caminan de regreso al campamento, Muller habla acerca de lo bonitas que son las botas. Sería mejor que él las consiguiera cuando muera Kemmerich antes que ningún otro. No hay esperanza para él. Paul piensa en la carta que tendrá que escribir a la madre de Kemmerich. Kropp se pone muy enojado y dice pestes, molesto por lo que le sucede a Kemmerich. Una vez que se calma, él les dice que Kantorek los llamó "la Juventud de Hierro" en su carta.
"Sí, esa es la forma en que ellos piensan, ¡estos cientos de miles de Kantoreks! ¡Juventud de hierro! ¡Juventud! Ninguno de nosotros tenemos más de veinte años. ¿Pero jóvenes? Eso fue hace mucho tiempo. ¡Ahora somos viejos!”. Capítulo 1, pág. 18
Seguimiento del Tema: Inocencia Perdida 2