Resumen
El cuento comienza con las quejas de la madre de Pablo, que se lamenta porque no la dejan dormir con su hijo en la clínica. Dice que él ha entrado pálido y está asustado, y que su padre también está nervioso. Tienen que operarlo de apendicitis. La madre considera que su hijo quiere estar pegado a ella, pero que en la clínica actúa de “hombre grande” (1996:548). Caracteriza a la enfermera Cora como una “mocosa” (549) con “aires de vampiresa” (549), y como una “chiquilina de porquería” (551). Dice que le ha dicho a la enfermera lo que piensa, y que su nene se ha puesto colorado. Quiere hablar con el doctor De Luisi para que “ponga en su lugar a esa mocosa presumida” (550).
Luego la voz narradora pasa a Pablo, que se siente avergonzado frente a la enfermera por los modos de su madre. Piensa que es lo suficientemente grande como para dormir solo, y que la enfermera es simpática y muy joven. Se deduce que siente una atracción por ella y quiere preguntarle el nombre, pero aparece otra enfermera, una señora mayor y arrugada, que le toma la fiebre.
La madre vuelve a la clínica a visitar a Pablo y habla con el doctor De Luisi, que le cuenta que van a operarlo a la mañana siguiente. Le confirma que el chico está bien. Ella se queja con el doctor por la impertinencia de la enfermera Cora.
Pablo vuelve a narrar, y le dice a la madre que se vaya. Averigua, gracias a la enfermera de la mañana, el nombre de Cora.
Comienza a narrar Cora. Está molesta por la madre de Pablo, y piensa en él como un “nene de mamá” (1996:550). Dice que se le nota en la cara que tiene miedo. Luego sigue narrando Pablo, en una oración ambigua, porque la primera parte podría ser enunciada tanto por Cora como por Pablo: "Y para peor me mira en los ojos, por qué no le puedo aguantar esa mirada si al final no es más que una mujer, cuando saqué el termómetro de debajo de las frazadas y se lo alcancé, ella me miraba y yo creo que se sonreía un poco, se me debe notar tanto que me pongo colorado, es algo que no puedo evitar, es más fuerte que yo." (1996:550). Pablo escucha a su madre que le pide a Cora que lo traten bien.
Los narradores comienzan a alternarse con mayor velocidad y de maneras más abruptas. Cora comienza a narrar y piensa que Pablo es bonito y le hace gracia verlo tan pudoroso. Le pide que se baje el pantalón y le afeita la zona de la operación. Él habla con tanta vergüenza que ella siente pena.
De nuevo narra Pablo: huele el pelo de la enfermera y aprecia el olor a shampoo de almendras que tiene. Le pregunta si se llama Cora. Ella lo mira con aire burlón y le aclara, marcando distancia, que se llama “señorita Cora”. Pablo piensa que lo dice para castigarlo. Quiere poder decirle "Cora", a secas. Siente ganas de llorar. Ella le pide que se tranquilice y le dice que la operación es muy sencilla.
Cuando vuelve a narrar Cora, se queja del exceso de confianza que ha tomado Pablo. Luego, Pablo piensa que Cora está furiosa y sufre por eso.
Cuando Cora vuelve más tarde a la habitación, Pablo se hace el dormido de la vergüenza que le da enfrentarla. Ella lo despierta y le pide que se baje el pantalón para darle una inyección. Lo llama “mi joven admirador” (1996:560). Cuando ella sale de la habitación, Pablo llora, tapándose la boca, y la insulta, invadido por la vergüenza.
Pablo tiene inconvenientes para recibir la anestesia y el médico les cuenta a los padres que la operación no ha salido del todo bien. El paciente no para de vomitar. Cora lo cuida y Pablo le agarra la mano. Ella dice que él debe pensar que ella es su madre. A él le cuesta salir de la anestesia. Cora comienza a encariñarse con Pablo. Piensa que es bonito. Le dice a Marcial, su pareja, que no quiere que la bese en el trabajo. Sigue enojada con los destratos de la madre de Pablo.
Pablo está muy débil: no quiere ni siquiera abrir los ojos. Le pide a Cora que lo tape con otra frazada. De nuevo la mira y repara en su pelo precioso. Ella le pasa hielo por los labios y le toma la temperatura. Él vuelve a llorar de la vergüenza.
El doctor Suárez entra a revisar al paciente y le dice a la familia que la recuperación será más larga de lo planeado. Pablo no puede ni leer de lo débil que está. Tiene mucha fiebre. Cora le pone colonia, lo peina y lo seca. Se siente desamparada frente a ese “chiquilín pretencioso” (1996:562), y decide dejar de involucrarse de más con su paciente. El doctor Suárez le dice al padre de Pablo que el cuadro no es nada sencillo. Cora entra a la habitación y Pablo no la mira a los ojos. A las cinco y media lo buscan para hacer la segunda operación.
Marcial le dice a Cora que le ha pedido al doctor Suárez que la releven, así no tiene que tratar más a Pablo. Cora se enoja y le dice que va a seguir cuidándolo.
Pablo sale muy débil de salud de la operación, y Cora lo sujeta y lo limpia después de tantos vómitos. Pablo nota que la está confundiendo con su madre. Ella le moja los labios, le pone colonia y le dice que la llame "Cora". Sin embargo, él la mira y le dice “señorita Cora” (1996:563). Ella lo besa, y él le dice que quiere que entre su mamá. Pablo sigue vomitando, hasta que finalmente muere.
Análisis
Este cuento retrata el pasaje de la niñez a la adolescencia de Pablo a través del enamoramiento que siente por Cora. Vemos sus esfuerzos por dejar de ser considerado un "nene de mamá" (1996:550) y trabajar su autonomía. La alternancia de los narradores nos permite descubrir cómo el enamoramiento de Pablo se basa en gestos de Cora que, para ella, no tienen una carga emotiva. Sin embargo, este flechazo que Pablo siente por Cora es crucial en su pasaje a la adolescencia. Pablo canaliza la vergüenza que siente por Cora tomándole la temperatura o afeitándolo con violencia: "Me dio una rabia, unas ganas de pegarle, de saltar de la cama y echarla a empujones" (1996:550).
El rasgo que vuelve relevante y canónico este cuento de Cortázar es el narrador múltiple que organiza la narración. Varias voces se alternan y, a través de monólogos interiores, expresan sus puntos de vista. En este sentido, “La señorita Cora” es una obra experimental que requiere de un lector atento que identifique las voces, que muchas veces cambian, incluso, en el mismo párrafo. Un ejemplo del pasaje sutil entre la narración de Pablo y la de Cora se da cuando ella le toma la temperatura y él espía el termómetro: "Hasta tuve tiempo de echarle un vistazo al termómetro antes de que viniera a buscarlo. “Pero tengo muchísima fiebre”, me dijo como asustado." (1996:560). Este recurso nos permite explorar muy íntimamente los deseos individuales de los personajes y, a la vez, conocer las distintas interpretaciones de los mismos hechos.
Jaime Alazraki considera que “desde esa multiplicidad de puntos de vista y voces narrativas está configurada no solamente la condición del enfermo sino todo ese pequeño mundo que gira a su alrededor como un diminuto sistema planetario en el que cada voz define una órbita autónoma y, a su vez, todos gravitan hacia ese personaje-eje que los pone en movimiento” (1979:8). Este crítico argentino estudia el peso que tienen las voces de los personajes para definirse y para construir el sistema de vínculos dentro de la historia. Conocer los distintos puntos de vista nos permite conocer en profundidad la trama vincular y las distintas apreciaciones sobre los mismos hechos.
El tema de lo onírico aparece en este relato, porque Pablo se encuentra muchas veces anestesiado, con fiebre o con mucho sueño, lo que lo ubica en un estado intermedio entre el sueño y la vigilia. En varias oportunidades confunde a Cora con su madre, y luego siente vergüenza por la confusión.