Resumen
El cuento comienza con un epígrafe de Ernesto “Che” Guevara. Así es que se entiende que el narrador del relato podría ser el revolucionario argentino.
El principio del relato recuerda el desembarco en una lancha hacia una isla. Se entiende que se trata de la Revolución Cubana. El narrador cuenta que están mojados, vomitando y golpeados entre ametralladoras y disparos. Nombra a Luis, el jefe de su grupo, y aclara que no es su nombre real, sino uno inventado. Se nombra el faro Cabo Cruz. Atraviesan ciénagas con el agua hasta las costillas y buscan refugio. Aclara que no tienen mucha noción del paso del tiempo. El soldado Roque muere. El plan es llegar a la Sierra y encontrarse con Luis. El ataque de los aviones enemigos persiste y los incomoda.
El narrador no goza de buena salud: tiene asma y muchas dificultades para respirar. Mascan tabaco y no tienen noticias del resto de los compañeros. El narrador protagonista se pregunta si el final de este enfrentamiento será la victoria. Antes de dormirse, tiene una visión en la que Luis se quita la cara, como si fuera una máscara, y les pide a los soldados que se pongan las suyas, pero todos se niegan, incluso el narrador. Dice que la alucinación quizás se deba a la fiebre. El narrador cuenta que este enfrentamiento bélico ha pasado hace mucho, pero que “quedan pedazos y momentos tan recortados en la memoria que solo se pueden decir en presente” (1996:538).
Para dormir, algunos montan guardias. Él tiene tos y silbidos en el pecho. En un día sufren cincuenta bajas y el narrador teme recibir noticias sobre la muerte de Luis. Piensa que es muy probable que lo hayan asesinado. Prefiere dejar de pensar en eso porque no hay elementos para elaborar hipótesis.
El narrador piensa en su hijo, que está a miles de kilómetros, en su casa, en la tranquilidad de una ciudad en paz. Luego recuerda una obra de Mozart que lo acompaña. Piensa si estarán llegando al allegro final de la revolución. Compara este momento con la restitución de la melodía.
El narrador admira a Luis y quiere ser como él; mirar al enemigo con su “implacable magnanimidad” (1996:545). Un compañero descubre una cueva tapada por hierbas y se esconden allí. Él cuida a Tinti, desmayado, y el Teniente le cuenta que ha oído al amanecer el disparo de pistolas automáticas, es decir, el ruido de su equipo. Eso significaba que puede ser el grupo de Pablo o el de Luis. Tienen la convicción de que el grupo estaba dividido en tres.
El Teniente le propone hacer un enlace esa noche y el narrador acepta. Antes de salir, entra Roberto con un serrano y un cuarto de chivito asado, que el grupo come encantado. El serrano dice que Luis está muerto. El narrador ignora la noticia y solo se concentra en el disfrute de la comida. Entiende que, si Pablo también está muerto, él debe convertirse en el jefe, como lo ha definido Luis. Cuando cierra los ojos, se repite su alucinación de Luis entregándole su cara, pero esta vez él le suplica que no lo haga.
El narrador piensa en su mejor amigo de otros tiempos, y lo critica como a un burgués capitalista. Imagina qué estará haciendo en ese momento en su vida: quizás esté llegando al hospital, siempre cuestionando sus ideales sobre la revolución. Está pensando en esto cuando el Teniente entra y grita que Luis está vivo. Se abrazan y festejan juntos.
Al día siguiente, el grupo va a encontrarse con Luis y su gente. Vuelven a enfrentarse con los enemigos. Un bala le pasa muy cerca al narrador, pero logran escapar. Al anochecer, encuentran a Luis reposando, apoyado en un árbol. Hay un clima de alegría generalizado. Luis y el narrador hablan del futuro, de los modos de organizar la sociedad luego de la revolución.
Análisis
El epígrafe del cuento es de un libro de Ernesto “Che” Guevara: “Recordé un viejo cuento de Jack London, donde el protagonista, apoyado en un tronco de árbol, se dispone a acabar con dignidad su vida” (1996:537). Esta imagen del hombre inclinado en un árbol se retoma al final del cuento, cuando el narrador dice: “me quedé con Luis apoyado en el tronco de un árbol, fumando y mirando los dibujos de las hojas contra el cielo” (547). Luis pudo sobrevivir y su retorno simboliza, como dice Pablo, su hermano, la posibilidad de llevar a cabo la revolución que anhelan. Siguiendo la cita, aunque la vida de Luis no se acaba -a diferencia de la del "Che"- los ideales revolucionarios sí retoman la idea de la vida digna. La trama del cuento se distancia de lo que sugiere el epígrafe del "Che" pero enuncia el tema de la dignidad, que tiene que ver con los objetivos de la revolución.
Este cuento relata, por un lado, un desplazamiento físico, que lleva a los soldados revolucionarios a desembarcar en Cuba, y, por otro, un recorrido mental que motiva su abandono de la vida “burguesa” en la ciudad en pos de la lucha armada y el cambio social. Se narran así dos tipos de viajes: dos corrimientos de lo familiar hacia una desestabilización de lo conocido.
Respecto del viaje físico, las descripciones dejan en claro que la llegada a la isla implica un cambio rotundo en los modos de vida. Los personajes llegan en medio de un enfrentamiento bélico, es decir, entre disparos, heridas y estadías en cuevas y ciénagas. Lo insular aparece como un espacio en donde las reglas conocidas del continente no aplican por su aislamiento.
El viaje mental, por su parte, no está narrado, pero sí se repone en la caracterización del mejor amigo del narrador, que funciona como un contrapunto de cómo podría haber sido su vida si se quedaba, pasivo, en la ciudad. El amigo es médico como él, viaja en auto al hospital y ve a la familia. El narrador critica, sin embargo, la poca conciencia revolucionaria de este hombre.
De alguna manera, todo el cuento funciona como una carta que el narrador dirige a su hijo: “Hijo, que a lo mejor leés todo esto, te quedás sin saber en las que anduvo tu viejo” (1996:544). La voz narradora intenta explicar los ideales de la revolución porque el cuento funciona como un legado familiar para la descendencia del narrador. De esta manera aparece el carácter epistolar del cuento.
Según el crítico Jaime Alazraki, este cuento es un tributo y una celebración de la Revolución Cubana. El crítico ubica “Reunión” en un proceso de maduración de la literatura de Cortázar, que conecta de manera gradual la imaginación con la política, y que en este relato se topa con la realidad latinoamericana y cierta postura política activa de Cortázar (1985:23). En sus clases de Berkeley, Cortázar aclara:
“en nuestro tiempo sobre todo, y muy especialmente en América Latina dadas las circunstancias por las cuales atraviesa, no acepto nunca ese tipo de fantasía de ficción o de imaginación que gira en torno a sí misma y nada más y que se siente en el escritor que únicamente hace un trabajo de fantasía y de imaginación, escapando deliberadamente de una realidad que lo rodea, lo enfrenta y le está pidiendo un diálogo en los libros que ese hombre va a escribir” (2013:108).
Progresivamente, el problema de lo político pasa a ocupar el centro de su reflexión sobre la literatura.