Resumen:
Este poema en prosa describe la escena de un casino. No está especificado, como en los demás, el año y lugar de escritura, pero el título lleva el nombre de la ciudad de Biarritz. Nuevamente se trata el tema de lo artificial entramándose con el mundo natural. Los personajes que participan son mujeres, hombres, croupiers y, también, efebos.
Análisis:
Los dos temas más trabajados por Girondo en este poemario figuran aquí muy claramente. La tensión entre las construcciones urbanas características de la modernidad y los elementos naturales se presenta ya en el primer párrafo: "El casino sorbe las últimas gotas de crepúsculo". Se refiere a que el casino emana iluminación artificial y, con esos resplandores, opaca o tapa los colores naturales del final de la tarde. "Escaparates constelados de estrellas falsas": las vidrieras tienen también su luz propia, que pretende llamar la atención, y el poeta elige un verbo del universo natural ("constelar") y elementos del cielo ("las estrellas") para acercar estos dos mundos, que parecen alejados. La órbita del consumo social se describe utilizando términos de la naturaleza, del universo primigenio que permanece ahí y, de alguna forma, compite con los elementos producidos por la propia civilización para el consumo.
Por otro lado, una vez más encontramos a las mujeres introducidas por un elemento parcial de sus cuerpos. En esta ocasión, no es a través del recurso de la sinécdoque, sino que las tetas aparecen personificadas junto al verbo "saltar", y también como primer término de comparación con enormes bolas de billar. Además, están representadas de modo que parecen consistir en un riesgo, o generar una situación de tensión irresuelta: "saltarán de un momento a otro (...) y lo arrollarán todo". Traen una especie de peligro, de inminencia del desastre.
En este poema hay también importantes alusiones a la visión y los órganos oculares: los "ojos bizcos" de los croupiers, las "pupilas que se licúan". Construye la sensación de que las escenas del juego están construidas en gran parte por los intercambios de miradas entre quienes juegan. Una vez más, el poema transcurre en un ambiente supuesto para el entretenimiento, y hasta para la diversión, pero el poeta lo representa con imágenes que remiten al universo de la violencia: los ya citados "arrollar todo" y "pupilas que se licúan", pero también "un cuello que terminará por estrangularlo" y "perlas que hunden un tarascón en las gargantas", o una de las primeras imágenes que parece adelantar esas posibilidades de desastre, las mujeres que "van a perder sus sonrisas". Sin embargo, el final, una vez más tajante y escueto, dice: "Cuando la puerta se entreabre, entra un pedazo de 'fox-trot'". Este cierre otorga un elemento cómico, dado que, por un lado, no puede haber "un pedazo" de música; y, por el otro, los anticipos de un final negativo se ven cortados por la intrusión de, simplemente, una música festiva.