Veinte poemas para ser leídos en el tranvía

Veinte poemas para ser leídos en el tranvía Resumen y Análisis : "Paisaje bretón"

Resumen:

Desde el título, este poema, que abre el poemario, anuncia un lugar mediante un nombre propio, presentándolo en el primer verso como única palabra: Douarnenez. Se trata de una comuna francesa que pertenece a Bretaña, región del noroeste de Francia. Es un importante puerto pesquero y deportivo, situado en una bahía que lleva su mismo nombre. Desde la primera estrofa, este poema presenta dos de los grandes temas del libro: el paisaje, por un lado, y el erotismo, por el otro. Ambos están conectados por la imagen del mar, que también aparece de forma recurrente a lo largo del poemario. Se introduce como si fuera un ente que lleva consigo elementos del poema, comunicando los mundos y las cosas. El poema está fechado en julio de 1920 en Douarnenez.

Análisis:

Este poema está conformado por versos libres, sin métrica regular y sin rima. Como se mencionó arriba, describe una ciudad costera. Comienza con los siguientes versos:

Douarnenez,
en un golpe de cubilete,
empantana
entre sus casas como dados,
un pedazo de mar,
con un olor a sexo que desmaya.

¡Barcas heridas, en seco, con las alas plegadas!
¡Tabernas que cantan con una voz de orangután!

Aquí se introducen varios usos del lenguaje y temas que encontramos repetidos en otros momentos del poemario. Por ejemplo, vemos un intenso uso de la personificación (barcas "heridas", tabernas que "cantan") para describir objetos del paisaje y presentarlos como cosas animadas, activas; se trata de una escena viva.

A su vez, el yo lírico expresa que la ciudad "empantana" el mar. Se refiere a que el mar queda, de alguna forma, como "atrapado" entre las casas. Esta es una tematización del tópico de lo urbano y lo natural: el universo marino -salvaje- ingresa (o queda retenido) en el artificial.

Por otro lado, presenta también el tema sexual-erótico, al describir que el mar tiene "olor a sexo". La relación entre el sexo y el mar se establece a través del sentido del olfato, con una imagen sensorial. Además, esta primera estrofa trae la imagen del azar, de lo fortuito ("en un golpe de cubilete"), como si civilización y naturaleza se encontraran debido a un hecho azaroso, y eso produjera que el mar, naturalmente móvil, quedara "empantanado" (o sea, quieto). En la presentación de lo urbano, por su parte, se elige una comparación, de nuevo aludiendo a elementos del juego y la suerte: "las casas como dados". La edificación se emparenta con el azar, y también con la forma geométrica racional, proporcional (la forma cúbica de los dados).

A lo largo de este poema, entonces, se construye una relación entre el universo natural, que presenta el océano, y el espacio construido, humanizado, habitado, que propone la edificación urbana. Se expresa, de alguna manera, cómo este último no deja de estar invadido o abordado por el entorno natural. Más adelante en el poema, adviene lo que puede leerse como una serie de descripciones sobre de qué manera estos dos universos colisionan. La pesca "mercuriza" los muelles; los marineros van a aprender a caminar (como si vinieran de un mundo donde perdieron esa habilidad) y se estrellan contra las paredes; las mujeres aparecen salobres, enyodadas, es decir, transformadas por el mar.

El verso clave, según este análisis, se ubica en la cuarta estrofa; más precisamente, en su apertura: "El campanario de la iglesia, / en un escamoteo de prestidigitación, / saca de su campana / una bandada de palomas". En principio, el campanario, como objeto, no puede tener una intención, pero el poeta lo personifica al designarle un verbo ("saca de su campana"). Al mencionar también el "escamoteo de prestidigitación", el poeta se refiere a la falta de arbitrio sobre las cosas, por lo que genera un verso paradójico (un objeto que no tiene arbitrio se personifica, pero "escamoteando" su capacidad). Aquí nos lleva hacia el inicio del poema, donde se introdujo la idea de azar, como falta de decisión sobre el desarrollo de los hechos.

De esta forma esta cuarta estrofa construye un encuentro entre cosas artificiales (las campanas del edificio) y lo natural (las palomas) como un hecho azaroso, gobernado por el escamoteo de la prestidigitación (porque falta la decisión). Esto retoma y arma un cierre con la apertura del poema, que, como se ha mencionado, introdujo el tema del azar como signo del encuentro entre universos (mar y ciudad).

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