Veinte poemas para ser leídos en el tranvía

Veinte poemas para ser leídos en el tranvía Temas

La modernidad

Este poemario de Oliverio Girondo abarca de forma muy particular el tema de la modernidad, entendida como la época en que el poeta escribe y concebida, sobre todo, como momento álgido de la incorporación de nuevas tecnologías en las ciudades y la industria del entretenimiento, del turismo, de la cultura, etc.

Desde el título del libro, el poeta anticipa que se trata de un tipo de poesía adepta al contexto urbano: los poemas son para leer en el tranvía. Eso significa que tienen velocidad, que reflejan un desplazamiento y un movimiento, que están insertas en las dinámicas nuevas que son producto del progreso técnico.

Girondo asume que debe construir una poética que sea capaz de dar cuenta de la superposición de estímulos que se vive en las ciudades ya en su época, principios del siglo XX. El poeta demuestra que el lenguaje tiene que adaptarse y reconstituirse para poder contar de un modo más directo lo que ocurre en la calle. La modernidad, entonces, es a la vez un tema y una elección estética: modernizar el lenguaje poético para tener recursos más reales en la escritura, es decir, más cercanos a la experiencia cotidiana: en lugar de imágenes complejas y alegorías, Girondo menciona caóticamente lo que se ve en un ambiente común (kioscos, faroles, bebidas, cordón de la vereda, casinos, balcones, corpiños), y reproduce la velocidad con que las imágenes se nos superponen en la contemplación de un espacio urbano o turístico.

La velocidad y el ritmo que elige son también desprendimientos de esta representación de la modernidad. Los tomaremos como temas separados.

Otra cuestión importante respecto de esta concepción de la modernidad es la relación entre la civilización y la naturaleza. También constituirán temas separados en este análisis.

El erotismo

El erotismo funciona como un tópico muy productivo para las descripciones que constituyen Veinte poemas para ser leídos en el tranvía. Gran parte de las piezas que conforman el poemario tiene algún pasaje en el que el poeta se detiene a presentar una actitud erótica o la expresión del deseo corporal de un personaje o del propio yo poético. Por lo general, estos fragmentos representan el deseo erótico, haciendo foco en elementos típicamente sexuales, incluso genitales (los senos, los labios, las nalgas, los ojos de una mujer, el esperma o la bragueta de un hombre). En otras palabras, el erotismo aparece casi siempre de un modo bastante directo, sin mucho preámbulo, como parte de la enumeración de las cosas que conforman el paisaje pedestre que se pinta en los poemas.

El tópico del erotismo ha sido muy trabajado en tradiciones poéticas anteriores y, por lo general, asociado al universo amoroso, mediante representaciones complejas, con comparaciones y metáforas. El trabajo que Girondo realiza sobre tema dista mucho de esto: los elementos eróticos o sensuales no aparecen asociados al amor ni merecen un tratamiento elevado, sino que se incluyen en los poemas como si formaran parte de la enumeración, al mismo nivel que muchos otros elementos que se incluyen: las partes del cuerpo asociadas a lo sexual son mencionadas dentro de estructuras más amplias que conforman un "todo" del poema, donde ninguno de los "temas" del texto se sobrepone o sobresale frente al resto.

Por ejemplo, en "Paisaje bretón", se describe la perspectiva de la ciudad y, acto seguido, hay una alusión explícita a lo sexual: "Douarnenez, / en un golpe de cubilete, / empantana / entre sus casas como dados, / un pedazo de mar, / con un olor a sexo que desmaya". Aquí, la referencia al sexo es sensorial y está utilizada al servicio de la descripción del espacio. En "Corso", por su parte, se dice: "y su cabellera desgreñada de largas tiras de papel / que los árboles le peinan al pasar / junto al cordón de la vereda / donde las gentes / le tiran pequeños salvavidas de todos los colores / mientras las chicas / se sacan los senos de las batas". El elemento erótico o sexual (los senos) es incluido aquí dentro de la enumeración de hechos e imágenes que el poeta quiere mencionar, y "los senos" constituyen una pieza más del panorama general.

Sin embargo, por su recurrencia e insistencia, el erotismo es un tema muy relevante en este poemario. Ingresa como un elemento "bajo" o pedestre, pero también ocupa un lugar relevante, desde ese espacio más "terrenal" o material que en la tradiciones anteriores. En "Pedestre", por ejemplo, aparece hacia el final del poema y es ubicado en primer plano respecto del ambiente que se describe. "El susurro de todos los senos al rozarse" de nuevo apela a una imagen sensorial sonora, y se presenta como el elemento más destacado, puesto en relevancia, del panorama armado por el poeta.

El erotismo adquiere, entonces, dos características contrapuestas: por un lado, es incluido en los fenómenos cotidianos y de la vida urbana, muchas veces al mismo nivel que otros elementos de la ciudad. Por el otro, aparece con insistencia y, en ocasiones, en lugares centrales de los poemas. Es decir, no recibe un tratamiento elevado pero, en su materialidad, conforma una presencia constante a lo largo de los textos de Veinte poemas...

La mujer

La mujer aparece en la gran mayoría de los poemas de este libro. Está, las más de las veces, íntimamente relacionada con el tópico del erotismo, que hemos tratado en el apartado anterior. Las figuras de mujeres introducen por lo general los pasajes más eróticos.

Una observación respecto de la representación de personajes femeninos es el hecho de que en muchas ocasiones están introducidas a través de sinécdoques que, en general, hacen referencia a lo sexual. Una sinécdoque es un recurso literario que consiste en representar un concepto por alguno de los elementos "menores" que lo conforman, sin mencionar directamente el concepto en cuestión. En el caso de Girondo, por ejemplo, una sinécdoque utilizada es la mención de "senos" en representación de "mujer" o "mujeres". En "Apunte callejero", por ejemplo, se lee: "Pasan unos senos bizcos buscando una sonrisa sobre las mesas".

En este poemario, hay pocas apariciones de personajes femeninos no asociadas a lo erótico. A su vez, muchas de las representaciones humanas están, varias veces, trabajadas como si se tratara de objetos, o de pura imagen. Esto se debe, en principio, a dos cuestiones. En parte tiene que ver con la estética de representar la ciudad mediante sus imágenes, y a la modernidad mediante la proliferación de imágenes sensoriales, generando la sensación de que el yo poético percibe, tanto a las cosas como a las personas, de forma sensorial, en su aparición visual y a medida que se le presentan frente a los ojos.

Por otro lado, hay también una intención de representar a las personas como seres anónimos, no delineados como individuos o sujetos, sino como partícipes de la coreografía urbana, precisamente, con las mismas características que los objetos. La ciudad, y su velocidad, aparecen como igualadores de sus elementos, como si las personas no tuvieran lugar para ser personas, sino solo partes anónimas de un ecosistema más amplio. Por ejemplo, en "Pedestre", "Pasa: una inglesa idéntica a un farol".

Desde otra perspectiva, también es llamativo el tratamiento que Girondo hace de la mujer -o sus fragmentos- en relación a cómo era anteriormente trabajada como tópico en la poética modernista. Este poeta no presenta a la mujer como representación de cosas bellas y armoniosas, sino que se atiene a lo "material" (en el sentido de lo concreto y visible: las partes del cuerpo) o bien a las experiencias cotidianas (como en "Exvoto", donde enumera, según la perspectiva del yo poético, los hábitos de "las chicas de Flores").

En relación a estos mecanismos de representación de las personas que hemos mencionado, el tratamiento que Girondo realiza de la mujer reitera esta negación de elementos individualizantes o subjetivantes. Las mujeres son, mayoritariamente, retratadas en su carácter de objetos, y representadas con vocabulario explícito, aludiendo sobre todo a sus rasgos materiales.

Naturaleza y civilización

Un tópico exhaustivamente abarcado en el poemario es el de la dicotomía entre naturaleza y civilización. Se trata de un tópico muy transitado en la literatura, y Girondo no lo deja de lado.

La modernidad, como época y como proceso histórico, tuvo como uno de sus ejes a la relación entre la civilización y la naturaleza. El progreso técnico y tecnológico, el crecimiento de las ciudades y la industria, entre otros factores de transformación de la vida moderna, hicieron que el problema de cómo el hombre lidia con o somete a la naturaleza constituya un tópico para la filosofía, la religión, la literatura y el arte en general.

Los nuevos recursos técnicos para acelerar los desplazamientos, la comunicación, los viajes y buena parte de los aspectos de la vida cotidiana, hicieron que la experiencia de los elementos salvajes o naturales en las ciudades se modifique.

Este poemario trata de formas diversas la relación entre ambos universos (el natural y el urbano), y reflexiona poéticamente sobre la medida en que uno y otro coexisten y colaboran, se aplacan o se transforman.

En su mayoría, estos poemas contraponen elementos típicamente pertenecientes a uno y otro universo, generando imágenes que los reúnen de forma artificiosa. Por ejemplo, en "Otro nocturno", la luna se compara con "la esfera luminosa del reloj de un edificio público". El elemento natural se introduce en la ciudad, pero asimilada por las formas urbanas, mimetizada con las imágenes de la modernidad citadina. En "Paisaje bretón", los marineros descienden de los barcos y se estrellan contra las paredes; en "Croquis en la arena" el ambiente natural (la costa) es representado mediante imágenes que aluden a la violencia ("Piernas amputadas") y se describen las aves mediante la imagen de un objeto artificial ("Bandadas de gaviotas, que fingen el vuelo destrozado de un pedazo blanco de papel"); en "Venecia" la brisa es "de tarjeta postal" (un elemento natural se integra a un producto comercial).

El poemario, a su vez, realiza un extenso trabajo de inversión: los objetos naturales se describen mediante referencias a productos artificiales; los objetos se personifican (otorgando a algo inerte características vitales); las personas se animalizan (introduciendo rasgos del universo salvaje en personas civilizadas). Las fronteras entre el universo de la civilización y el de la naturaleza se disuelven, se juegan de diversas maneras; se invierten y dislocan.

La noche

La noche es un tema tratado en varios de los poemas de Girondo. La noche aparece como momento del día pero también como estado anímico, en el sentido de un momento oscuro o melancólico del ánimo del yo lírico.

Hay, fundamentalmente, tres tratamientos distintos de la noche como tema. Uno es cuando se la representa en tanto espacio urbano, como momento donde la ciudad se presta para el entretenimiento, como en "Biarritz", donde se describe el casino, lugar típicamente nocturno para la diversión adulta. En "Milonga" y en "Café-Concierto" ocurre algo similar; se describen espacios nocturnos y la noche aparece como una temporalidad destinada al esparcimiento. En este caso, la noche está representada también como un tópico moderno. La posibilidad de vivir este horario en un lugar destinado al entretenimiento es un producto de la modernidad: la producción de espacios para la venta alcohólica, la exhibición de espectáculos nocturnos, es una característica fundamentalmente urbana, que no se produce fuera de las ciudades. La descripción de la experiencia subjetiva de la noche es un tópico moderno: previo a la existencia de las ciudades como centros urbanos con vida nocturna, bares y espacios abiertos durante esas horas, la noche consistía en un momento de peligro. De alguna manera, la expansión de las posibilidades de consumo (bares, boliches, teatros, cines, etcétera) a estos horarios constituyó una "conquista de la noche".

El segundo tratamiento de la noche como tema se da en "Nocturno" y "Otro nocturno", donde el poeta se explaya directamente sobre situaciones que emergen de las horas de la noche en que el yo lírico está despierto y, en cierta medida, sobre la emocionalidad que esto le produce. En este caso, la noche aparece como un momento en el que el bullicio representado en muchos de los poemas "diurnos", que conduce a la sobreestimulación, se acalla y permite al poeta transitar otros estados.

El tercer caso es el que se da en "Venecia", donde la noche aparece también como un espacio de reclusión o intimidad, y se menciona que "los gondoleros fornican con la noche". En este caso, se la construye también como una puerta al universo sexual, dado que, luego de esa escena, en el párrafo inmediatamente siguiente, el poeta incluye una comparación de los badajos de San Marcos con "falos".

Los viajes y el cosmopolitismo

Casi todos los poemas que conforman Veinte poemas para ser leídos en el tranvía llevan por título el nombre de una ciudad. La vida moderna -y el buen pasar económico del poeta- presentan la posibilidad de pasar los días en distintos lugares del globo. El yo lírico explota el sentido del cosmopolitismo, haciendo de cada ciudad un poema distinto -o más de uno, como en el caso de Buenos Aires-, y reforzando esta idea al fechar y ubicar cada poema mediante el agregado, al pie del poema, de una aclaración sobre el lugar y momento de escritura. El recurso de introducir al final de muchos de los poemas el lugar y la fecha en los que habrían sido escritos realza esta ilusión de desplazamiento constante, y de que el poemario abarca destinos múltiples al interior de una sola obra.

El cosmopolitismo, la progresiva democratización del acceso a viajes transatlánticos, la posibilidad de acceder a otros paisajes y otras culturas, son tópicos muy retomados en la literatura de la modernidad. Girondo hace una apropiación de este tópico, pero extremando el recurso de su frenética descripción de lugares y escenas. Este aspecto también se refleja de modo directo en la forma elegida para los poemas, en los términos extranjeros incluidos en varios de ellos, que traen idiomas de otras culturas y localidades.

Al mismo tiempo, esta noción de viaje y desplazamiento geográfico está introducida por el elemento del tranvía que figura en el nombre del poemario. La intención de representar un recorrido es desarrollada por el poeta mediante la presentación fragmentaria de los elementos parciales. El desplazamiento de un tranvía tiene una velocidad superior a la de la creación literaria, por lo que el poeta reconstruye, en la fragmentariedad y la yuxtaposición, la sensación de panorama entrecortado que se obtiene desde la perspectiva de la ventanilla de un tren en movimiento.

La ciudad

La ciudad está construida a lo largo de todo el poemario como un ecosistema en movimiento. Mediante las personificaciones de sus elementos particulares, es una ciudad que cobra vida, casi como si fuera un personaje más de cada poema. Sus particulares (el kiosco, el farol, la calle, los árboles, la vereda) a menudo reciben características humanas, colaborando con la impresión de estar en presencia de elementos animados y en constante movimiento. La ciudad aparece como el panorama central de la vida moderna que Girondo tematiza en los distintos poemas, y juega con el hecho de mencionar los nombres de los espacios urbanos en los nombres y los pies de los poemas, permitiendo identificaciones parciales o imaginarias con partes de estas ciudades reales.

La ciudad aparece, entonces, como el escenario privilegiado de la aparición de todos los elementos fundamentales de la vida moderna que Girondo pretende mencionar, pero también como el espacio que les otorga un ambiente vital, gracias al cual adquieren caracteres animados.

La velocidad

La velocidad es un tema central en la representación que Girondo hace de la modernidad y del ámbito urbano. Desde la idea de "tranvía" que surge del título ya está armando un poemario que transmite movimiento y sucesión. En la forma de los poemas, podemos ver esta velocidad representada, por un lado, por las expresiones exclamativas (que dan la impresión de que las cosas se aparecen de pronto, y que con la misma velocidad el poeta las trae al texto) y, por el otro, por la seguidilla inmediata con que enumera muchas veces los elementos.

Por ejemplo, en "Venecia", se lee: "¡Terrazas! Góndolas con ritmos de cadera. Fachadas que reintegran tapices persas en el agua". En una sola línea, el poeta menciona fachadas, góndolas y terrazas, como si con un vistazo abarcara todo eso, introduciendo mucha información visual y conceptual en un corto espacio del poema. Varias veces aparecen elementos mencionados incluso con una sola frase, como "¡Terrazas!". A este recurso se lo llama yuxtaposición: palabras o frases cortas que traen elementos que el lector recibe prácticamente en simultáneo, por lo que la imagen que se forma al leer pareciera contener todas esas cosas juntas. Otro ejemplo se lee en "Fiesta en Dakar": "¡Habrá cohetes! ¡Cañonazos! Un nuevo impuesto a los nativos. Discursos en cuatro mil lenguas oscuras". Se trata de un recurso efectivo para transmitir la sensación de velocidad en la escritura.

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