Las lavanderas dicen que no son ellas quienes hablan de la infidelidad de Yerma, sino "las gentes"; pero al pronunciar esto están propagando la sospecha y se convierten justamente en esas "gentes" que afirman no ser.
El tema del qué dirán aparece representado en Yerma a través del diálogo de las lavanderas, que hablan sobre Yerma y Juan mientras están en la fuente lavando la ropa. Ellas dicen que no son quienes afirman que Yerma ha sido infiel, sino "las gentes", lo que implica una ironía, puesto que al hablar de ello están, en efecto, propagando la sospecha. Ellas son "las gentes" en la obra que hacen circular los rumores sobre Juan y Yerma.
Yerma es infértil donde reina la fertilidad.
Yerma siente como una ofensa personal no poder tener un hijo en un entorno natural donde todo da frutos y crías. El campo aparece en la obra como un espacio de procreación y fertilidad que, irónicamente, le recuerda constantemente a Yerma su condición infértil.
Cuanto más se obsesiona Yerma con ser madre, más lejos está de conseguirlo.
En Yerma se plantea que para tener un hijo hace falta tener deseo por la pareja; fertilidad y deseo están entrelazados. Pero Yerma solo quiere a Juan porque es su su marido y, como tal, representa la única posibilidad de concebir un hijo, de acuerdo a su concepción de la moral y de la honra. La obsesión de Yerma por ser madre es tan fuerte que no da lugar a que sienta un deseo genuino por su marido; ella solo lo ve como un instrumento para alcanzar la maternidad. La ironía aquí radica en que ella solo quiere a Juan para obtener un resultado (ser madre), pero ese resultado, cuanto más se obsesiona ella por alcanzarlo, más lejos está de concretarse. La obsesión de Yerma se presenta en esta obra como un obturador del deseo, que interfiere no solo con su fertilidad, sino también con su matrimonio, y que la aleja de su objetivo primordial.
Yerma mata al único hombre que puede darle un hijo.
Juan es el único hombre con quien Yerma puede quedar embarazada porque la honra no le permite tener relaciones con otro que no sea su marido. Por eso, el asesinato de Juan plantea en el drama una ironía, puesto que Yerma elimina de esta manera su única posibilidad de ser madre.