Resumen
La obra inicia con Yerma dormida. Mientras duerme, pasa un pastor con un niño vestido de blanco. Salen y Yerma se despierta, se pone a cocer mientras canta una canción de cuna.
Yerma llama a Juan, que aparece en escena. Mostrando preocupación, Yerma le dice a Juan que trabaja demasiado, pero que no tiene cuerpo para resistir tanto trabajo. También afirma que si ella estuviera enferma le gustaría que su marido la quiera cuidar como ella lo cuida a él. Juan le agradece, pero le dice que no tiene nada. Para él todo va bien, y como no tienen hijos que gasten no hay de qué preocuparse.
Al mencionar que no tienen hijos, Yerma se consterna. Le dice a Juan que ella nunca tuvo miedo de entrar a la cama con su marido, ni se puso triste cuando se separó de su madre. Pero a Yerma le falta algo. Juan le pide que se calle y le dice que tienen que esperar. Mostrando iniciativa, Yerma abraza y besa a su esposo.
Juan le dice a Yerma que no le gusta que salga, y que si necesita algo él se lo traerá. Luego parte para trabajar. Yerma retoma la costura y continúa cantando su nana. Por la puerta entra María que viene de la tienda, con encajes, hilos y lana. Yerma le pregunta si se va a hacer una blusa, y María da a entender que necesita ropa de bebé porque está embarazada.
Yerma se sorprende, porque María está casada hace solo cinco meses, mientras ella lleva más de dos años casada con Juan, sin poder concebir. María le dice que está angustiada y aturdida porque no sabe lo que debe hacer. Quiere el consejo de Yerma que sabe más que ella. También le pregunta a Yerma por qué será que ella todavía no tiene un hijo. Yerma le responde que todavía hay tiempo, que hubo otras que también tuvieron que esperar mucho, como ella, aunque siente que es demasiado la espera; “no es justo que yo me consuma aquí”, le dice a su amiga (p.36).
María quiere consolarla y le cuenta de una tía suya que tuvo un hijo que les llenaba la cara de arañazos. “Dicen que con los hijos se sufre mucho”, afirma María, pero Yerma contesta que eso es mentira, que el dolor que trae un niño es un dolor bueno y necesario. Luego le dice: “siempre oí decir que las primerizas tienen susto”, para tranquilizarla (p.37). Yerma se ofrece a hacerle los trajes y los pañales a su niño. María le deja las telas, se acerca para que Yerma le toque el vientre y luego se retira.
Mientras Yerma retoma su labor, pasa Víctor, a quien saluda. Víctor quiere saber dónde está Juan, y Yerma le contesta que está en el campo. Luego Víctor le pregunta qué cose y Yerma le responde que corta unos pañales. Víctor la felicita, asumiendo que espera un hijo. Temblando, Yerma le dice que no son para ella, sino para el hijo de María. Entonces Víctor le dice que siga el ejemplo de su amiga, porque “en esta casa hace falta un niño” (p.38), y le aconseja que le diga a su marido que piense menos en el trabajo, porque no sirve de nada juntar dinero si no tiene a quién dejárselo cuando se muera.
Víctor sale de escena. Yerma se queda pensativa, se acerca al lugar donde estaba Víctor y respira hondo. Vuelve a sentarse a la costura y retoma su canción, mientras continúa haciendo su trabajo, con los ojos fijos en un punto.
Análisis
Yerma se divide en tres actos de dos cuadros cada uno. El cuadro representa unidad de escenario y de ambiente y suele dividirse en escenas, que indican la entrada y salida de personajes. Sin embargo, en esta obra no hay división en escenas, acaso porque toda la acción gira en torno de un mismo personaje: Yerma.
En la didascalia que da inicio al texto teatral, se nos indica que cuando sube el telón “la escena tiene una extraña luz de sueño” (p.31). Yerma está dormida, por lo que aquel pastor que pasa de la mano de un niño bien podría ser una representación de lo que ella sueña. Esto trae a colación el motivo del niño ausente en la obra, que vive en la fantasía de la protagonista: Yerma dialogará constantemente con un niño invisible, que es el que quiere, pero no puede tener.
La canción que Yerma canta durante el transcurso de este cuadro es una nana con la que parece arrullar al hijo que no existe. En su canto, Yerma le pregunta al niño de dónde viene, qué necesita y cuándo va a venir. Ella misma responde dentro de la canción, tomando la voz del niño: “¿Qué necesitas, amor, mi niño? / ‘La tibia tela de tu vestido’” (p.33). Este monólogo no solo pone de manifiesto la obsesión de Yerma por ser madre; también es un primer indicio de la enajenación que le produce dicha obsesión, porque ella responde como si fuera su propio hijo. No por nada en la última didascalia de este cuadro se indica que Yerma se queda cantando y cociendo con la mirada en un punto fijo, como quien se encuentra evadido de la realidad, pensando en una sola cosa.
Juan y Yerma llevan dos años de casados, lo que para Yerma es mucho tiempo sin quedar embarazada. La primera conversación entre estos dos personajes nos dice mucho de su relación. Yerma quiere manifestar amor por él, mostrando preocupación y diciéndole que cuando se casaron ella lo hizo con alegría. También lo abraza y lo besa, dando señales de su deseo de estar con él y quedar embarazada. Pero Juan no responde como a Yerma le gustaría: dice que no necesita que cuiden de él y reacciona a su deseo de forma negativa; Juan no quiere que ella hable del niño que no tienen y no quiere que Yerma salga.
En este diálogo, se hace presente el tema de los roles del hombre y de la mujer en la ámbito rural y conservador en el que viven. Juan se va al campo a trabajar y le dice a Yerma que el lugar de ella es dentro de la casa, marcando los límites impuestos por la sociedad patriarcal, en la cual el hombre debe proveer y la mujer dedicarse al ámbito de lo privado. Pero Yerma no le ve razón de ser a estar dentro de la casa realizando quehaceres domésticos si no tienen un hijo, que es otro mandato que le corresponde como mujer. Juan, en cambio, ve como algo positivo que “no [tengan] hijos que gasten” (p.32). Aquí yace el conflicto principal del drama: el desencuentro de Juan y Yerma en este tema tan importante para la protagonista, el de la maternidad.
Hablar, cantar y callar son acciones que en la obra hacen referencia al tema de la fertilidad, a la posibilidad de tener hijos. Cuando María le revela a Yerma que está embarazada Yerma le dice: “Estarías cantando, ¿verdad?” (p.35); luego María le cuenta que su marido la noche en que se casaron “me lo decía constantemente con su boca puesta en mi mejilla”, por lo que ella cree que su hijo “es un palomo de lumbre que él me deslizó por la oreja” (p.36). De modo tal que la pasión y la fecundidad se representan en la obra a través de la boca y el canto. Por contraste, en la conversación entre Juan y Yerma las referencias al acto sexual, a quedar embarazada o tener hijos son, por momentos, grandes elipsis que se infiere del diálogo, pero que no se mencionan explícitamente. En la relación de Juan y Yerma hay muchos silencios y no querer oír, por eso Juan le pide a Yerma que se calle cuando habla de tener hijos, lo que es indicio simbólico de infertilidad en la pareja.