Adán Buenosayres

Adán Buenosayres Resumen y Análisis Prólogo indispensable

Resumen

La obra inicia con la voz de un narrador en tercera persona que relata un entierro. Una mañana de octubre de 1920, seis hombres cargan un ataúd en el Cementerio del Oeste, también conocido como Cementerio de la Chacarita, en la Ciudad de Buenos Aires. La escena tiene lugar casi al mediodía de un día primaveral. La vida del ambiente contrasta con la muerte que protagoniza la secuencia.

Estos sujetos son el astrólogo Schultze, Franky Amundsen, Arturo Del Solar, Luis Pereda, Samuel Tesler y el propio narrador. El cajón es liviano y sencillo; se repite que está compuesto por "cuatro tablitas frágiles". Es por ello que los hombres sienten que no cargan un cuerpo muerto, sino un "poema concluido". Luego bajan el ataúd a la fosa que acaba de cavarse y los sepultureros lo cubren de tierra. Estos movimientos provocan un sonido como de tambores redoblando. Mientras tanto, Samuel Tesler, que lleva un rosario entre las manos, reza sin vergüenza. En la cabecera de la tumba, finalmente, los enterradores insertan una cruz de hojalata con una inscripción en el centro: "ADÁN BUENOSAYRES R. I. P.".

Después, los seis hombres regresan a la ciudad. El narrador cuenta que pasa varios días leyendo dos libros manuscritos que Adán Buenosayres, su amigo, le ha confiado antes de morir. Se trata del Cuaderno de las Tapas Azules y el Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia. Los considera extraordinarios y planea publicarlos; cree que serán grandes aportes a la literatura nacional argentina.

No obstante, más tarde se da cuenta de que estos dos textos no pueden ser leídos sin llevar como introducción un retrato completo de su autor y protagonista, es decir, de Adán Buenosayres. L.M., así, se dispone a escribir ese retrato. Entonces decide presentar a su amigo en vida: escribir sus acciones y su personalidad, retratar a sus compañeros y, sobre todo, recuperar las experiencias singulares de sus últimos días de vida. El narrador dice que puede contar todo eso porque ha sido testigo de las andanzas de Adán. Por lo demás, está seguro de que la historia de su amigo tiene características novelescas.

De inmediato nos revela que su propia escritura produjo cinco libros que abarcan desde un "despertar metafísico" de Adán Buenosayres en su habitación de la calle Monte Egmont 303, en el barrio porteño de Villa Crespo, hasta la medianoche del día siguiente, cuando ángeles y demonios pelean por su alma frente a la iglesia de San Bernardo, en el mismo barrio. Para completar la obra, transcribe los manuscritos del difunto protagonista y los agrega como Libro Sexto y Libro Séptimo.

Las primeras páginas de la obra se escriben en París en el invierno de 1930, pero L.M. cuenta que se detiene durante algún tiempo porque sufre una crisis espiritual que lo aparta de la literatura y de todo tipo de acción. Después de superarla retoma la escritura, pero lo hace con desgano, como si cumpliera con una penitencia obligada. En el proceso vuelve a sentir entusiasmo e interés por la obra, aunque, por diversos motivos, se demora mucho tiempo en finalizarla. Confiesa que la publica con temor y esperanza.

Antes de finalizar el prólogo, su autor deja una advertencia a sus lectores: afirma que todos los elementos de la novela, aún los más extraños, sirven para elaborar un retrato "exacto" de Adán Buenosayres. Aclara además que la obra tiene una línea poética y otra humorística, presentes tanto en los primeros cinco libros como en el Cuaderno de las Tapas Azules y el Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia. Por último, avisa a los lectores que podrán reconocer a ciertos personajes de la obra como representaciones de figuras de la realidad cultural argentina del momento. Y asume que, en efecto, no se trata de un parecido casual, sino que son homenajes o parodias de esas personalidades. Incluso, sostiene que, aunque por momentos parezcan ridículos o graciosos, todos los personajes de la novela tienen una "estatura heroica".

Análisis

Este prólogo ofrece ricas claves de lectura para interpretar toda la novela, y por ese motivo es "indispensable", es decir, necesario. Además, este apartado inicial se distingue de los demás por varios motivos. En primer lugar, es sumamente breve: se compone de apenas tres páginas. Sin embargo, está muy cargado de información narrativa central para toda la obra. En segundo lugar, tiene un narrador especial, que relata en tercera persona y firma "L.M.". Estas iniciales se corresponden con el nombre del autor de Adán Buenosayres y, por lo tanto, es posible afirmar que la voz que narra los primeros cinco libros también es una representación literaria de Leopoldo Marechal, ya que continúa el mismo tono, estilo y punto de vista del prólogo.

De este modo, el prólogo funciona como una introducción a la obra que la explica y organiza: presenta al narrador, al protagonista y a sus amigos, menciona elementos contextuales básicos, como el tiempo y el lugar de la narración, declara las razones por las cuales se escribe, anuncia dónde comienza la escritura y por qué se demora tanto en finalizarla, da sentido a algunos de sus procedimientos y nos explica cómo interpretarlos. Al mismo tiempo, presenta una inversión cronológica, ya que nos narra la muerte del protagonista, es decir, el final de la historia. Esto nos permite leer la estructura total del libro de dos maneras: el prólogo y los primeros cinco libros pueden funcionar como introducción al Cuaderno de las Tapas Azules y al Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia, o, por el contrario, estos dos últimos textos, escritos por el personaje, pueden leerse como apéndices de lo narrado en los primeros cinco libros.

Es interesante señalar los comentarios finales de L.M. con respecto a los personajes que representan de manera ficcional a personalidades del mundo de la cultura argentina. El narrador asume que son sátiras, es decir, admite proponerlos como homenajes, como reconocimientos a la importancia de esos hombres, pero también lo hace con humor: tal como reconoce tempranamente Julio Cortázar, en las descripciones y en los diálogos estos personajes son exagerados y hasta ridículos. La novela aprovecha la hipérbole, el lenguaje grosero, los chistes, y los presenta como personajes graciosos y desfachatados. Curiosamente, a pesar de la ridiculización evidente, Marechal no esconde el hecho de estar retratando a quienes verdaderamente han sido sus colegas, sino que en este prólogo asume esa coincidencia con la realidad de manera plena.

De todos modos, como el propio L.M. asegura, estos hombres de la ficción son personajes heroicos. Este punto es fundamental para comprender la propuesta literaria de Marechal, que explora la novela moderna como heredera de la épica clásica. Así, su Adán Buenosayres remite explícita e implícitamente a la Odisea, de Homero, al Ulises, de James Joyce y a la Divina Comedia, de Dante Alighieri. La épica o epopeya es el relato de acontecimientos magníficos, grandiosos en la vida de un héroe, que tienen repercusiones importantes para un pueblo o una comunidad entera. En este caso, entonces, Adán Buenosayres es caracterizado como un héroe dentro de un grupo de héroes (sus amigos intelectuales). Las vidas, obras y pensamientos de todos ellos son rescatadas como elementos fundamentales de la cultura argentina, más específicamente concentrada en la Ciudad de Buenos Aires.

Por otra parte, las primeras líneas del texto nos ubican temporalmente en el año 1920. Esta fecha coincide con las que encontraremos en los libros de la novela, pero no de manera exacta, ya que más adelante se hace mención al año "192.", es decir, a cualquier año de la década, sin especificarlo concretamente. A su vez, este prólogo señala que la muerte de Adán se produce en primavera, en octubre, mientras que la transformación narrada en los libros tiene lugar durante la Pascua, en otoño, entre los días 28 y 30 de abril. De este modo, las referencias no encajan de manera exacta. Como ha señalado buena parte de la crítica literaria, en esta obra todo es caótico, múltiple y desordenado; hay muchas capas de sentido superpuestas. Estos pequeños desvíos permiten crear la alternancia típica de toda la obra entre un plano de la realidad narrada con cierta verosimilitud y otro plano mítico-imaginario que se remonta a tiempos ancestrales y se caracteriza por figuras fantásticas o religiosas. La confusión de tiempos y realidades es parte de la búsqueda de esta novela.

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