En la corte, el Rey y la Reina de Corazones están en sus tronos, rodeados de una gran multitud de criaturas y de la baraja de cartas completa. La Sota está encadenada, de pié ante el Rey y la Reina, y el Conejo Blanco, con una trompeta en una mano y un rollo de pergamino en la otra, se encuentra cerca. Justo en el centro de la sala hay una mesa y encima de ella una gran bandeja de tartas. Alicia nunca había estado en una corte, pero había leído sobre ellas, por lo que identifica rápidamente al Rey como el juez por su peluca blanca.
Seguimiento de tema: Identidad 10
Cuando es capaz de identificar al jurado, compuesto por doce animales y pájaros que están ocupados escribiendo en unas pizarras, Alicia se siente contenta con su conocimiento sobre las cortes. Susurrando Alicia le pregunta al Grifo que podrían estar escribiendo antes de que el juicio comience. El Grifo le informa que los jurados están escribiendo sus nombres, no vaya a ser que se les olviden antes que termine el juicio. Alicia, con voz demasiado alta para una corte dice “¡Bichejos estúpidos!” y se detiene cuando el Conejo Blanco pide silencio en la sala, y busca la voz de quién habló. Los jurados anotan en sus pizarras lo que Alicia acababa de decir.
Seguimiento de tema: Identidad 11
Alicia se siente molesta por el chirrido de la tiza de uno de los jurados, se coloca a sus espaldas y se la arrebata (era Bill, la Lagartija). Por el resto del día, este desdichado jurado intenta escribir con el dedo.
El juicio comienza y el Conejo Blanco lee la acusación, que se parece a una canción infantil. El Rey luego pide a los jurados que den su veredicto. El Conejo interrumpe y dice que hay varias cosas que hacer antes que eso y se llama a declarar el primer testigo, el Sombrerero. El Sombrerero pide disculpas por comparecer con una taza de té y un pedazo de pan porque cuando lo convocaron al juicio no había terminado de tomar el té. El Rey quiere saber cuando empezó con el té y hay discrepancias entre el Sombrerero, la Liebre y el Lirón, acerca de qué día comenzó. El Rey luego le exige al Sombrerero que se quite el sombrero. Cuando el Sombrerero contesta que el sombrero no es de él, el Rey exclama que fue robado, pero el Sombrerero explica que ese sombrero, como los otros, está a la venta.
El Rey le dice al Sombrerero que declare y le advierte que si sigue tan nervioso lo hará ejecutar de inmediato. Esto calma un poco los nervios del Sombrerero. De pronto, Alicia se da cuenta que está creciendo una vez más. Al principio piensa en irse antes de convertirse en un problema, pero decide quedarse mientras pueda.
El Sombrerero no da su declaración, y la Reina ordena que se traiga a la corte la última lista de los cantantes del último concierto. El Sombrerero se pone muy nervioso, tiembla, y se le salen las botas. El Rey nuevamente le pide que declare. El Sombrerero intenta explicar lo que una vez pasó con el té, pero la Liebre de Marzo niega todo y cuando le preguntan qué fue lo que dijo el Lirón, el Sombrerero no lo puede recordar. La pena por no recordar es la muerte.
A esta altura el conejillo de indias comienza a hacer un escándalo y es “reprimido”. Como “reprimido” no es una palabra fácil, Carroll la explica: los ujieres tenían una gran bolsa de lona, cuya boca se cerraba con una cuerda: dentro de este saco metieron al conejillo de indias y después se sentaron encima. Alicia se alegra de haber aprendido lo que significa “reprimido”, porque había leído esa palabra antes pero no sabía lo qué quería decir.
Seguimiento de tema: Conocimiento 11
Frustrado, el Rey le dice al Sombrerero que si no tiene más nada que decir puede bajar del estrado, o si está demasiado abajo puede sentarse en el suelo. El Sombrerero se va a apurado de la sala, antes de que lo ejecuten.
La siguiente testigo es la Cocinera de la Duquesa. Se niega a dar testimonio y el Rey parece resignado. El Conejo Blanco, sin embargo, le recuerda que es una práctica tradicional en los juicios recoger algo de información de cada testigo, por lo que el Rey lo hace. La Reina informa a la corte que las tartas son hechas mayormente con pimienta. El Lirón grita desde atrás que las tartas son hechas con melaza y en la confusión creada al reprimir al Lirón y sacarlo para afuera, la Cocinera desaparece. El Conejo Blanco llama al siguiente testigo, que para sorpresa de Alicia, es ella misma.