El cabello (Motivo)
El cabello es un tópico vertebral de Americanah y se manifiesta en varias dimensiones. En primer lugar, toda la estructura narrativa de la obra y su originalidad están relacionadas con el cabello. Esto se debe a que prácticamente toda la novela relata recuerdos y memorias de Ifemelu, su protagonista, mientras ella se encuentra en una peluquería de Estados Unidos. Buena parte del presente de la narración es el tiempo que ella pasa en el salón de trenzado, conversando con las peluqueras y observando las dinámicas de este lugar donde el pelo es el elemento central.
En segundo lugar, todos los personajes -por más breves y secundarias que sean sus intervenciones en la historia- son descritos haciendo hincapié en sus cabellos. Esto es constante en la novela desde sus primeras páginas: el hombre que Ifemelu ve en la estación del tren en las escenas iniciales es un poco calvo y tiene el cabello "entrecano" (8), y arriba del tren se encuentra con un chico blanco de rastas (8). Las descripciones del pelo también son fundamentales en personajes más centrales. Por ejemplo, Kimberly tiene un "espeso cabello dorado" (170), que simboliza su blancura y su riqueza; la madre de Obinze, "un peinado afro, el pelo no muy largo" (82), que representa su elegancia y su carácter de intelectual; Dike nace con tanto pelo que la madre piensa que es un desperdicio porque es varón. De esta manera, la obra comunica que el cabello es una parte del cuerpo humano especialmente significativa con respecto a la identidad, porque manifiesta importantes aspectos de la raza y el género.
En tercer lugar, el cabello, en muchas ocasiones, refleja el estado emocional de los personajes. En ese sentido, se destaca el recuerdo del pelo de la madre de Ifemelu, que es muy hermoso, oscuro, abundante y espeso. La protagonista lo admira y el padre lo llama "corona de la gloria" (50), destacando su belleza. Sin embargo, cuando la madre pasa por un mal momento emocional, se obsesiona con la religión y deja de alimentarse como corresponde, se corta el pelo hasta quedar casi rapada. Ifemelu, por su parte, también tiene una crisis de identidad cuando se ve forzada a alisarse el cabello para trabajar en Estados Unidos. Luego, los productos que le aplican le dan una reacción alérgica y debe cortarse el pelo muy cortito. Al principio se avergüenza mucho de su apariencia y cree que parece un varón.
Por último, el foco de Americanah está puesto, específicamente, en los cabellos crespos de las mujeres negras, tanto africanas como afrodescendientes. Por un lado, Ifemelu pasa por una serie de experiencias que la llevan a elegir diferentes peinados y cortes, de acuerdo con las diferentes etapas de su vida como migrante en Estados Unidos, y va descubriendo los modos en que el racismo se fija en los cabellos de las personas negras. Por otro lado, asume la importancia de los cabellos crespos como motivo de militancia política en su blog, dedicándole muchas entradas y reflexiones al asunto. Por ejemplo, escribe para defender el uso del cabello natural de las personas negras y recomienda productos específicos para esos tipos de pelos.
El cabello natural afro (Símbolo)
En la misma línea, el cabello crespo, en particular, es una manifestación de la identidad, tanto individual como colectiva, de las mujeres negras, y el modo de llevarlo se relaciona directamente con sus decisiones políticas, con su estatus social y con el modo en que viven la africanidad.
Así, el cabello natural es un símbolo del empoderamiento antirracista de diferentes figuras femeninas que aparecen en la novela. Todas ellas han pasado por experiencias en occidente o pertenecen a la clase intelectual nigeriana y asumen el uso del cabello natural como gesto político. Por ejemplo, la madre de Obinze es elegante, inteligente y determinada y lleva el pelo corto en forma de afro. Además, es gracias a Wambui que Ifemelu descubre y se enamora de su propio pelo al natural; la joven keniana le recomienda incorporarse a una comunidad virtual dedicada al pelo natural, FelizmenteCrespoEnsortijado.com. Por su parte, las jóvenes del Club Nigerpolitano se quejan de que las peluqueras africanas rechacen los peinados del cabello crespo natural y lo hacen con un "tono moralista" (455). Las mujeres africanas de clases más bajas o en posiciones sociales de mayor vulnerabilidad, como Aisha o la tía Uju, creen que es absurdo llevar el pelo natural: prefieren las trenzas o el alisado. En la novela, el alisado es el opuesto absoluto del cabello natural, y representa la adaptación a las expectativas de la sociedad occidental, blanca, racista.
Las chocolatinas (Símbolo)
En diversos capítulos de la novela, se hace referencia a las chocolatinas que come Ifemelu. Se trata de una golosina industrial de chocolate que la ayuda a atravesar momentos difíciles. Siempre que aparecen, funcionan como símbolos de su estado de crisis interior. Por ejemplo, la protagonista come chocolatinas sin parar, casi de manera obsesiva, cada vez que se relatan los días posteriores a su separación de Blaine. De hecho, también simbolizan su separación porque es un tipo de alimento que él no aprueba por ser poco saludable. A ella le da placer esa pequeña transgresión de comer una golosina barata, con exceso de azúcares y otros químicos, tan opuesta a los alimentos orgánicos que consumía con Blaine.
La documentación (Símbolo)
Tanto Ifemelu como Obinze enfrentan grandes dificultades por ser migrantes en Estados Unidos e Inglaterra, respectivamente, y por no tener los documentos necesarios para permanecer y trabajar de manera legal en esos países. La documentación funciona, al interior de la novela, como un símbolo de estatus. Así, Americanah denuncia la jerarquización racista y xenofóbica de los individuos en diferentes categorías según su nacionalidad y su color de piel.
En primera instancia, ambos personajes deben usar documentos que les pertenecen a otras personas negras, ya que, como afirma la tía Uju, "Para los blancos, somos todos iguales" (140). Esto provoca una cruel despersonalización: no solo son marginalizados, sino que también son privados de su identidad y su individualidad. Así, las personas negras son clasificadas como inferiores y prácticamente privadas de su humanidad, lo cual se refleja en la documentación como símbolo de estatus. Además, Ifemelu consigue los papeles para permanecer en Estados Unidos gracias a los contactos de Curt, un hombre estadounidense, blanco y rico. La protagonista tiene acceso, al menos parcialmente, a ese estatus superior justamente por estar de novia con Curt. Por el contrario, Obinze solo se relaciona con otros migrantes africanos y con unos pocos blancos pobres en Inglaterra, no consigue los papeles y finalmente es deportado.
El dinero (Símbolo)
El dinero es una cuestión central en esta novela, que reflexiona permanentemente sobre los diversos modos de relacionarse con las ganancias, las riquezas y las deudas dentro y fuera de Nigeria. En particular, el dinero funciona como símbolo de la posición social y el estado emocional en el que se encuentra cada personaje. Los momentos en que Ifemelu no tiene dinero coinciden con su depresión y su aislamiento, mientras que una vez que encuentra trabajo y comienza a estabilizar su situación económica, su salud mental mejora y reactiva su vida social. En paralelo, Obinze se siente más solo, frustrado y humillado que nunca durante sus tres años en Inglaterra, cuando enfrenta enormes dificultades económicas. Algo similar ocurre con otros personajes, como la tía Uju. A pesar de ser médica, lo cual representa una posición social de prestigio, al llegar a Estados Unidos tiene tres trabajos muy precarizados para poder mantenerse y cuidar a su pequeño hijo Dike, y esa vulnerabilidad económica se plasma en su estado de ánimo: Ifemelu la encuentra desmejorada, nerviosa y quejosa.
Estados Unidos (Símbolo)
Estados Unidos, en la visión idealizada de los jóvenes nigerianos, simboliza una serie de valores positivos (modernidad, progreso, abundancia, felicidad, tranquilidad) que contrasta con la realidad nigeriana. Por ejemplo, para el joven Obinze, "Estados Unidos es el futuro" (84). El chico siente una fascinación enorme por ese país, sus ciudades, su cultura, su literatura. Ifemelu también comparte ese entusiasmo y esa visión idealizada: imagina que en Estados Unidos todos llevan vidas plenas y felices, rodeados de abundancia. También cree que el "verdadero Estados Unidos" es el de los anuncios publicitarios: "Anhelaba las vidas que mostraban, esas vidas llenas de dicha, donde todos los problemas encontraban rutilantes soluciones en champús y coches y alimentos envasados, y se convirtieron para ella en el verdadero Estados Unidos" (133).