Coplas a la muerte de su padre es la única obra moral de Manrique y, sin duda, el motivo principal por el que el poeta ocupa un lugar importante en la literatura castellana. Así y todo, la mayor parte de las composiciones de Manrique se inscriben en la lírica amorosa. Por ese motivo, consideramos que el hecho de analizar parte de la evolución de este subgénero puede ayudarnos a comprender mejor la obra del poeta español y, al mismo tiempo, nos permite descifrar los códigos y los gustos de una época en la que este tipo de literatura gozaba de mucha popularidad en toda Europa.
En el siglo XII en Provenza surge una literatura que se extenderá por todo Europa y se irá adaptando en función de los diversos gustos locales. Se trata de poemas centrados en el amor, compuestos por trovadores y acompañados de música. En la literatura de los trovadores provenzales, las relaciones vasalláticas, es decir, la relación entre los señores y sus vasallos, quienes estaban bajo su cuidado y a su servicio, inspiran el modo en el que se plantean las relaciones amorosas. En estas composiciones, la mujer ocupa el lugar del señor feudal y el enamorado se subordina a ella como si fuera su vasallo. En definitiva, se trata de una transposición de las relaciones sociales al campo del amor.
Jorge Manrique, en su lírica amorosa sigue las convenciones de la poesía provenzal. Por un lado, la dama es una mujer, muchas veces más grande y con una posición social más alta que el enamorado, que cumple con los ideales más altos de belleza, honestidad y discreción. Por su parte, el enamorado vive exclusivamente para servir a su dama. El amor que siente por ella lo ennoblece porque lo lleva a hacer todo cuanto pueda por ganarse el aprecio de su dama. A su vez, la mujer debe dar algún indicio de que reconoce los méritos del enamorado ofreciéndole una prenda, un gesto, una mirada. Si bien muchas veces el amor solo aparece idealizado, en otras ocasiones la dama premia a su vasallo con un beso e inclusive con un encuentro sexual. Los galardones que otorga la dama a su enamorado tardan en llegar, especialmente porque ella suele ser una mujer casada. El enamorado debe soportar la frustración de no recibir retribución por sus esfuerzos para que el amor que siente por su amada sea verdaderamente ennoblecedor. El caballero deberá probar su fidelidad y su honradez al mantenerse firme en su amor a pesar de no recibir recompensa por parte de la dama.
La poesía provenzal se extiende por toda Europa e influye en la literatura de todos los lugares a los que llega. En España la puerta de entrada para la poesía trovadoresca será la lírica catalana, luego la gallega recibirá su influencia y, finalmente, a la castellana le sucederá lo mismo.
Los poemas de los trovadores gustan mucho en las cortes y forma parte de las representaciones que entretienen a los reyes y nobles. Muchos de ellos actúan como mecenas para asegurarse de que los poetas compongan más de estas obras. Podemos leer las composiciones de los poetas castellanos de la segunda mitad del siglo XV que aparecen en los Cancioneros. En el siglo XV incluso los nobles empiezan a dedicarse al oficio de la poesía y se despierta el interés por cultivarse, ya que tener cultura se convierte en un símbolo de prestigio. Tal es el gusto por estas composiciones que empiezan a proliferar los Cancioneros que recogen las composiciones más diversas, aun con el esfuerzo que eso supone en una época anterior a la invención de la imprenta. Recién en el siglo XVI vamos a ver Cancioneros impresos, antes de que eso suceda, los Cancioneros deben ser preparados por copistas.
A través de los Cancioneros que se elaboran en este siglo podemos hacer un recorrido de los gustos de la época. Por ejemplo, a medida que las cortes desarrollan el gusto por la artificiosidad, el lujo, las fiestas, los torneos, tal y como lo denuncia Manrique en sus Coplas, la poesía también complejiza su forma por medio del uso del hipérbaton (alteración del orden sintáctico), las figuras expresivas, el ingenio y el conceptismo (gusto por el concepto).