Resumen
Copla XV
Aquí el poeta se propone tomar ejemplos sobre el cambio de fortuna de los hombres más prominentes de la historia reciente en lugar de recurrir a la Antigüedad o siglos pasados. En la primera sextilla y en los primeros tres versos de la segunda sextilla, propone no centrarse en los troyanos, los romanos y las historias de un pasado remoto, a pesar de tratarse de historias conocidas. Cierra la copla diciendo que prefiere recurrir “a lo d’ayer” (v.178) que también está olvidado.
Copla XVI
En esta copla, Manrique empieza a desarrollar el tópico del ubi sunt. Se va a preguntar qué ha sido de aquellos hombres ilustres del pasado. Empieza mencionando al rey Juan II de Castilla y a los infantes de Aragón. El rey don Juan había muerto cuando Manrique tenía aproximadamente 14 años. Es decir, que el poeta efectivamente se centra en figuras que no pertenecen al pasado, sino en las figuras “d’ayer” (v.178), tal y como se lo había propuesto en la copla anterior. Luego de mencionar concretamente a estos personajes históricos, Manrique se refiere a “tanto galán” (v.184) para mostrar que don Juan y los infantes son ejemplos de tantos otros galanes que se propusieron llevar adelante hazañas o “invinciones” (v.185). El poeta se pregunta qué ha quedado de ellos y de sus hazañas. En la segunda sextilla se pregunta si sus hazañas no fueron devaneos, y sus justas y torneos nada más que decoraciones superficiales.
Copla XVII
Esta copla no se centra en un personaje histórico, sino que se pregunta por lo que ha quedado del lujo y las distracciones cortesanas: los vestidos de las damas, los amores, las canciones y las danzas. En la primera sextilla, habla de las mujeres y de los amores apasionados. En la segunda sextilla, el poeta se centra en el arte del trovador y en la danza.
Copla XVIII
En esta copla el poeta vuelve a referirse a un personaje histórico: el rey Enrique II, sucesor de Juan II. En la primera sextilla muestra qué tanto el mundo favoreció a don Enrique. Luego, en la segunda sextilla muestra por contraste como el mundo resultó ser “enemigo”, "contrario" y “cruel”, ya que todo lo que en un momento le dio a don Enrique duró muy poco.
Copla XIX
El poeta empieza mencionando los edificios reales repletos de objetos lujosos para luego preguntarse dónde quedan esos objetos a largo plazo y si no son otra cosa que rocío que se desvanece.
Copla XX
Manrique menciona al hermanastro de Enrique IV, el infante don Alfonso, a quien un grupo de nobles lo nombraron rey. En la primera sextilla se mencionan sus fortunas: fue nombrado rey, tuvo una gran corte y muchos nobles se mostraron leales. En la segunda sextilla, se habla de la muerte de Alfonso. El poeta remarca cómo “el juicio divinal” (v.238) apagó la vida del infante cuando estaba en su momento de mayor esplendor: “cuando más ardía el fuego” (v.239).
Análisis
La Copla XV sirve como introducción al tópico del ubi sunt, que va a ocupar las próximas nueve coplas. Este tópico tiene una larga tradición y se remonta a la poesía latina medieval en la que la siguiente frase encabezaba las composiciones: Ubi sunt qui ante nos fuere? (¿Dónde están aquellos que vivieron antes que nosotros?). Estas composiciones tenían como propósito reflexionar sobre el carácter transitorio de nuestro paso por el mundo al preguntarse por grandes figuras del pasado que ya no están más.
En esta copla, el poeta utiliza un procedimiento parecido al que utilizó en la Copla IV. En primer lugar, establece que conoce la tradición en torno al ubi sunt porque menciona la manera más clásica de incluir este tópico mencionando a figuras prominentes de un pasado remoto, pagano. El poeta descarta esto y elige en su lugar referirse a figuras de un pasado cercano que pertenecen “a lo d’ayer” (v.178). Nuevamente, muestra que conoce porque ha leído sobre los troyanos y los romanos, pero elige centrarse en lo inmediato porque considera que eso también ha sido olvidado.
A partir de este momento, Manrique va a referirse a personajes históricos contemporáneos a él, muchos a quienes incluso conoció personalmente. El poeta elige jerarquizar el desfile de personajes históricos y por eso inicia con los reyes, continúa con los nobles e, incluso, hace referencia a los caballeros sin especificar sus nombres. La novedad en el tratamiento de este tópico por parte de Manrique es que acerca a estos personajes temporal y geográficamente, lo que hace que su obra sea una fuente que nos ayuda a comprender la época en la que se escribió.
Empieza el desfile de personajes con la figura del rey Juan II de Castilla y los infantes de Aragón, hijos del rey Fernando de Aragón. El rey Juan II muere cuando Manrique tiene 14 años, es decir que Manrique realmente se centra en las figuras históricas importantes más cercanas a su época y a los reinos con los que tiene una relación la familia del poeta.
El poeta se pregunta por lo que ha quedado de todas las actividades cortesanas en las que participaron el rey Juan y los infantes al igual que “tantos galanes” (v.184), es decir, otros nobles como ellos. En la copla hay una serie de elementos que se refieren al lujo y las celebraciones cortesanas: justas y torneos, y los adornos de los caballeros. Ante todo este lujo el poeta se pregunta si las ocupaciones de estos personajes no fueron más que distracciones, y compara ese lujo con algo tan pasajero como el verdor de los campos de trigo que pronto se tornan amarillos.
Al haber mencionado ya algunos lujos de la corte asociados a las justas y los torneos, el poeta vincula la siguiente copla con la opulencia de las mujeres de la corte: los vestidos y los tocados. Luego menciona otras banalidades: los amores palaciegos, la música y las danzas. Al estilo del ubi sunt, utiliza las preguntas retóricas que buscan responder dónde han quedado todas esas trivialidades. En estas dos coplas, Manrique parte de lo específico e histórico para luego referirse a algo más general, pero de ese modo consigue hacer una representación más general de la vida de la corte en la época.
A quien evoca el poeta en la Copla XVIII es a Enrique IV, sucesor de Juan II y a quien Manrique y su familia sirven. Inicialmente, la familia Manrique había preferido a otro sucesor. En el poema, sin embargo, Manrique exalta la figura del rey en la primera sextilla: “¡qué poderes / alcanzaba!” (vv.206-207) y “cuán halaguero, / el mundo… / se le daba” (vv. 208-210). En la segunda sextilla, ese mismo adverbio exclamativo "cuán" sirve para mostrar el grado en el que su suerte cambió: “cuán enemigo, / cuán contrario, cuán cruel” (vv.211-212).
Al igual que en el caso de las primeras dos coplas de esta sección, el caso de este personaje histórico lleva al poeta a hablar de algo más general sobre las posesiones de los reyes como don Enrique. Así es como en la Copla XIX menciona los regalos, los edificios reales, los enseres y los lujos del palacio para finalmente compararlos en la pregunta retórica que cierra la copla comparando el lujo con rocíos en los prados.
En la Copla XX Manrique menciona al sucesor de Juan II, que la familia Manrique sí apoyó: el infante don Alfonso. En la primera sextilla, el poeta destaca el apoyo con el que contó el infante. En la segunda sextilla descubrimos que, a diferencia de su hermano, no fue la Fortuna la que interfirió con su suerte, sino la Muerte. El infante don Alfonso murió tres años después de haber sido nombrado rey a los catorce años. En este caso, en lugar de referirse a la Fortuna pagana, el poeta utiliza su versión cristina: “juicio divinal” (v.238) como el responsable de que, siguiendo la metáfora utilizada en la copla, se apagara el fuego.
De este modo terminan las menciones a los reyes que elige Manrique, alternando con escenas de la vida palaciega con toda su pompa y sus frivolidades. Manrique vincula el tópico del ubi sunt con otro tópico que tiene un origen bíblico: la vanidad de vanidades. Lo que se plantea a partir de la cita bíblica es que todo lo que pertenece a este mundo terrenal no es más que vanidad, no tiene valor auténtico porque no perdura.