Resumen
Copla XXXIII
Acá aparece la primera mención de la muerte en relación con su padre. Luego de todas las hazañas a las que ha hecho referencia -su carrera militar y su servicio al rey-, la muerte lo alcanzó en su casa en Ocaña. La copla queda inconclusa porque continúa en la siguiente.
Copla XXXIV
La Muerte que vino a llamar a la puerta de don Rodrigo aparece plenamente personificada en esta copla donde incluso habla y se comunica con el anciano para invitarlo a dejar este mundo engañoso y que lo haga con la misma valentía que mostró durante su vida. La Muerte le dice que durante su vida poco se dedicó a cuidarse, ya que se dedicó a alcanzar la fama, pero que ahora ya es tiempo de aceptar el llamado de la muerte.
Copla XXXV
La Muerte sigue dirigiéndose a don Rodrigo. Lo invita a que asuma con menos amargura esta última batalla contra la muerte porque del otro lado va a encontrar una vida más larga que la de la fama que ha construido a partir de sus hazañas. La vida de la fama, que es mejor que la vida terrenal, es una vida de honor y es gloriosa, pero aun así no es eterna ni verdadera.
Copla XXXVI
La Muerte le explica a don Rodrigo que la vida eterna no se gana con los placeres mundanos porque allí se encuentran los pecados. Los religiosos se ganan la vida eterna por medio de sus oraciones y súplicas, mientras que los caballeros famosos se ganan el cielo haciendo la guerra a los moros.
Copla XXXVII
La Muerte se dirige a don Rodrigo como “claro varón” (v. 434) para destacar sus logros militares en contra de los moros. Por todo lo que ha realizado en su vida, don Rodrigo debe partir de este mundo confiado de lo que ha hecho en su vida y aferrándose a su fe a la espera de ganarse la vida eterna.
Análisis
En la Copla XXXIII aparece la muerte en relación con don Rodrigo. El inicio de la copla anticipa su final porque abre los siguientes tres versos: “Después de puesta la vida / tantas vezes por su ley / al tablero” (vv.385-387). La apertura de la primera sextilla tiene un carácter conclusivo, nos remite a un final. La metáfora de la vida militar como una partida de ajedrez no es novedosa ni una invención del poeta, pero refuerza uno de los temas más importantes que trata a lo largo del poema: la fortuna como uno de los factores que hacen inestable a lo mundano. En la segunda sextilla el poeta repite la fórmula encabezada por el “después” seguido de una hipérbole que remarca la plenitud de la vida de su padre mediante la mención de que sus hazañas son innumerables: “después de tanta hazaña / a que non puede bastar / cuenta cierta” (vv. 391-393). Finalmente, en los dos últimos versos de la copla aparece la Muerte personificada. A diferencia de las menciones anteriores a la muerte en el poema donde aparece cruel e implacable, acá ella aparece cortés al “llamar / a su puerta” (vv.395-396).
A partir de ese momento la Muerte aparece como un personaje en el poema. El yo lírico introduce la Copla XXXIV con el verbo “diziendo” (v.397) y le cede la voz a la Muerte personificada. Esta se dirige a don Rodrigo con cortesía refiriéndose a él como “buen caballero” (v.397). Seguidamente, la Muerte invita a don Rodrigo a dejar este mundo recurriendo al imperativo. El poeta realza la figura de su padre de tal modo que hace que su fama sea tal que la misma Muerte ha oído hablar de don Rodrigo: “vuestro corazón d’azero / muestre su esfuerço famoso” (vv.400-401). Manrique pone en voz de la Muerte una característica de su padre que todavía no había mencionado: su padre no se ocupó de las cosas mundanas ni de su salud en función de alcanzar la fama. Como hasta la Muerte conoce el valor de don Rodrigo, tal y como lo vemos planteado en la primera sextilla que ya mencionamos, el padre del poeta ha conseguido la fama que buscó. Al final de la copla, la Muerte caracteriza su presencia como una afrenta.
La imagen de la llegada de la Muerte como un enfrentamiento continúa en la siguiente copla: “Non se os haga tan amarga / la batalla temerosa” (vv.409 – 410). Luego, en la primera sextilla, la Muerte se refiere explícitamente a la vida de la fama, unas de las tres vidas que desarrolla como tema Manrique. Según la Muerte, la vida de la fama puede ofrecer consuelo en el momento de enfrentar el fin de la vida terrenal. Como sinónimo de la vida de la fama también la llama “vida d’honor” (v.415). En la segunda sextilla, la Muerte jerarquiza las tres vidas: en último lugar se encuentra la vida terrenal que es “peresçedera” (v.420); la vida de la fama es mejor porque es más larga; pero ninguna de las dos es auténtica ni permanente como la vida eterna.
Las palabras de la Muerte continúan en la Copla XXXVI. Aquí la Muerte amplía el tema de la vida eterna a la que únicamente hizo alusión en la copla anterior. En la primera sextilla, la Muerte descarta algunos caminos que no llevan a la vida eterna: los placeres y los estados mundanales. Estos en realidad conducen a “pecados / infernales” (vv.424.425). En la segunda sextilla la Muerte menciona dos caminos a la vida eterna: el de los religiosos, a través de las súplicas; y el de los caballeros, haciendo la guerra contra los moros. El poeta utiliza el paralelismo en la segunda sextilla porque ambos caminos son idénticos. Tanto los religiosos como los caballeros van acompañados de un calificativo que refuerza la idea de que no todos han de alcanzar la vida eterna por estos medios, solamente los buenos religiosos y los caballeros famosos.
El poeta nos permite comprender un aspecto histórico en torno a la Reconquista: la guerra contra los moros es sumamente importante, aún durante el siglo XV cuando ya casi toda la península ha sido reconquistada. En la Copla XXXVII vemos que su participación en las guerras contra los moros es lo que le garantiza a don Rodrigo el premio después de su muerte. Lo que dice la Muerte es que don Rodrigo puede morir tranquilo por su fe y porque durante su vida derramó sangre de paganos.
La imagen que presenta Manrique en esta última parte de su poema no se asemeja a las representaciones de la muerte que se hacían en la época. Manrique no describe físicamente a la Muerte personificada, únicamente tenemos una idea de su temperamento a través de sus palabras. Manrique no se centra en lo macabro y truculento, sino que crea un personaje galante que invita gentilmente a don Rodrigo a aceptar su fin con valentía y con el consuelo de haber hecho lo suficiente en vida para ganarse el cielo. En definitiva, esa imagen se apega más a la visión cristiana, que no ve en la muerte un castigo o un final definitivo, sino una puerta de entrada a la vida auténtica, que la Muerte en el poema de Manrique llama “vida tercera” (v.443).