En Coplas a la muerte de su padre, Jorge Manrique escribe 40 coplas en honor a su padre, don Rodrigo Manrique. Para ello empieza hablando de manera general sobre la fugacidad del tiempo, la frivolidad de la vida terrenal y los cambios de fortuna. Luego, se centra en una serie de casos específicos en los que la fortuna y la muerte afectaron la vida de hombres contemporáneos quienes gozaron de gloria o riquezas solo temporalmente. Finalmente, Manrique introduce la figura de don Rodrigo y hace un retrato de su padre. La Muerte como personaje visita al hombre moribundo y lo invita a aceptar su llegada así como a dejar la vida terrenal y la vida de la fama atrás para alcanzar la vida eterna. Don Rodrigo le contesta a la Muerte de tal modo que muestra su aceptación total de la voluntad de Dios. Posteriormente, don Rodrigo eleva una plegaria a Dios. En la última copla, el poeta retoma la voz del yo lírico -que había cedido a la Muerte y a su padre- para detallar la muerte de don Rodrigo en su villa en Ocaña, rodeado de familiares y criados quienes se consuelan con su memoria.