Llamar 'infinita misericordia' de Dios a castigar con una sequía (ironía verbal)
“Y aulló a los sucios desarrapados de cosechas perdidas que la culpa era de ellos, que la seca o sequía había sido impuesta por Nuestro Señor, el de la infinita misericordia, en castigo por los terribles y sucios pecados de los temerosos oyentes”.
El cura de Santa María, en procesión por el pueblo, habla a la gente. El narrador describe sus palabras de una forma irónica, pues resalta la 'infinita misericordia' de Dios en el momento en que el cura describe el castigo que los habitantes, según él, tienen merecido. Nada más contrario a la 'misericordia' el dejar sin cosecha, y por ende sin comida ni dinero, a los hambrientos pobladores.
Decir que algo es 'muy interesante' cuando en realidad no interesa en absoluto (ironía verbal)
“—Otra vez perdón —dijo sonriendo—. Ahora fumamos y usted habla y yo escucho, que ese es mi destino; y no se trata de escuchar solo palabras.
—Todo muy interesante. Y agradezco —me burlé—“.
En diálogo con Díaz Grey, el narrador le dice que lo que le está contando es 'todo muy interesante', cuando en realidad no le interesa en lo más mínimo. Es, como él mismo dice, una 'burla', una ironía verbal, pues dice exactamente lo contrario a lo que realmente piensa.
Carr se dirige a Santa María para mejorar su vida, pero encuentra la miseria (ironía situacional)
La desidia presente en el pueblo solo aparece ante los ojos del narrador cuando él llega al lugar, y además lo hace paulatinamente.
Si bien él gana en dólares, la visita, vida y trabajo en Santa María le resulta contraria a lo que él hubiera esperado. Viaja para mejorar su calidad de vida, pero, en lugar de lograrlo, enfrenta toda clase de miserias humanas.
El protagonista no sabe que él mismo está siendo inocente (ironía dramática)
"—Elvirita, saluda—. Y entonces la niña dijo "salú" moviendo una mano, levantando la clara inocencia de sus ojos.
Mucho tiempo pasó antes de que aceptara que había sido yo el inocente".
Creyéndose algo superior, Carr acepta el trabajo en Santa María, considerando como inocentes a sus habitantes. Entre ellos, se encuentra Elvira, una niña pequeña que en el transcurso del tiempo que él pasa en el pueblo llegará a los 15 años de edad.
Contrario a lo que Carr creyó en un comienzo, Elvira no es para nada inocente. Todo lo contrario, posee una inteligencia que él en cierto momento describirá como superior a la propia.