Santa María como alegoría de la ausencia del Estado
Esta pueblo/ciudad constituye en todos sus aspectos un espacio que aparece como lo que a veces se denomina 'tierra de nadie'. En este sentido, es un espacio donde la Ley nunca se hace presente.
Si bien se menciona la fuerza policial, por lo general la propia autoridad, los jueces y los policías se encuentran implicados en la consecución misma del delito.
El contrabando de drogas, las violaciones, la explotación laboral son algunos de los tópicos que se desarrollan sin que exista aparente castigo para ninguno de los que llevan a cabo estos delitos.
En este circuito ilegal, los personajes parecen debatirse en forma de duelos personales cuando deberían dirimir sus diferencias y conflictos bajo el amparo del Estado.
Los ricos como símbolo de la explotación
Las personas que más poder adquisitivo tienen controlan los hilos de la ilegalidad en Santa María. Los ricos y terratenientes, los "gringos" inmigrantes, se llevan al exterior el oro de las minas del pueblo. Premian a los capataces para que controlen a los peones explotados, incluso si forman parte de su misma comunidad.
En un momento, los peones hacen huelga y exigen que se les pague en oro, lo cual demuestra la precariedad e injusticia en que soportaban este vínculo laboral.
Prostitución como motivo
El bar Chamamé, ubicado en la llamada Santa María Nueva, concentra la oferta de prostitución que busca asiduamente el narrador protagonista.
Allí mismo encontramos al juez, a la Autoridá, ya otros personajes del pueblo que deberían estar haciendo cumplir la ley en lugar de emborracharse y hacer "la vista gorda".
Aurora como amor lejano (motivo)
Desde un comienzo, el narrador protagonista menciona un vínculo amoroso que se ha truncado. Al comienzo le llama 'mi mujer' o 'mi esposa'. Más adelante, le dice 'Aura', queriendo simplificar una complicidad. Pero hacia el final ya le dice el nombre completo, 'Aurora', como si comprendiera de una vez por todas que ese amor no volverá.
El motivo consiste en el recuerdo imborrable de esa mujer que está lejos, que se ha vuelto inalcanzable, y que satisface la imaginación y cariño de un hombre que ha viajado por trabajo y que ha cambiado de vida y ambiente.
Elvira como símbolo de la siempre muchacha
María Elvira es descrita por el narrador como una chica que, aunque crezca y madure, siempre será considerada 'muchacha'.
En este sentido, esta adolescente constituye un símbolo de la jovialidad, de quien nunca envejecerá. En particular, esto remite al prejuicio e ideal que el narrador tiene sobre sus actitudes. Él le adjudica cierta condición angelical, femenina y delicada, si bien esta no se comporta de la manera que tradicionalmente se espera de una muchacha.