Protagonista/perrita (símil)
“[…] sacudiéndome el pasado como trataba de apartar las pulgas una perrita muy querida que alguna vez tuve”.
Al comienzo de la narración, el protagonista expresa que pretende olvidarse de su pasado con un gesto rápido y despreocupado, tal como una mascota que tenía anteriormente intentaba quitarse de encima el malestar que le provocaban las pulgas.
Asimismo, hay aquí una metáfora al hablar de 'sacudirse' el pasado, pues lo está acercando a la imagen misma de las pulgas.
Metáfora: lavar culpas
“Eufrasia, después de lavar culpas en el confesionario, había emprendido su trote corto y sin fatiga hasta el rancherío norteño donde tenía familia o tal vez un hombre esperando en soledad, calor y botella.”
En este caso, la metáfora presente tiene que ver con considerar la confesión religiosa de culpas como si estas fueran un ropaje que limpiar o una vajilla sucia. De esta forma, el personaje de Eufrasia queda aún más circunscrito a su ámbito cotidiano de accionar: la cocina y la limpieza de la casa.
Símil entre teléfono de la novela teléfonos del cine
“Llegaron hombres vestidos de azul y, entre nubes de polvo que caían de paredes perforadas y muchas maldiciones y blasfemias, instalaron un teléfono. Blanco como los que en el cine adornan los dormitorios de mantenidas caras".
Aquí, el símil es breve, pero muy visual. En un momento, luego de años, instalan un teléfono en la casa del protagonista. Fundamentalmente, es para que reciba órdenes, y no tanto por si precisa ayuda. Dado que es blanco, lo compara, quizás irónicamente, con los teléfonos que aparecen en las películas sobre mujeres de clase alta y rica. Mencionamos que puede ser un símil algo irónico debido a que él se encuentra, justamente, en las condiciones contrarias a las de esas mujeres de la ficción cinematográfica.
Metáfora de los días pasados como muertos enterrados
“El almanaque en la pared, tan visitado por las moscas, adornado con dibujos de escenas campesinas, ya había envejecido o muerto y persistía en mentir con sus fechas nombrando días que ya eran difuntos anónimos enterrados para siempre en una fosa común”.
En este caso, el narrador habla de sus días ya transcurridos en Santa María como si estos fueran muertos que han sido enterrados en una fosa común. La imagen de la fosa común remite al hecho tedioso de que, además de ya pasados, los días se han parecido entre sí, sin casi ninguna distinción.
Símil entre sus días presentes y fichas de un juego de mesa
“Pienso en mis días y los imagino como placas de una mesa de juego que van cayendo unas sobre otras, todas del mismo color desvaído y valiendo siempre lo mismo".
En vínculo con la metáfora anterior, y para intensificar la sensación de tedio, el protagonista compara los días que va viviendo con fichas descoloridas de un juego de mesa.