Resumen
El narrador está casado con una misteriosa mujer llamada Bárbara, con quien vive en un castillo. No sabe por qué se casó con ella ni qué es lo que los mantiene unidos. Todos los días, ella sale, dejándolo solo, y le entrega un manojo de llaves con la indicación de no abrir la puerta del jardín de invierno por nada del mundo. Él obedece, pero siente cada vez más curiosidad. Además, comienza a obsesionarse con los anteriores maridos de su esposa y se pregunta por qué ella se casó tantas veces y quiénes eran esos hombres. Revisando la casa, encuentra algunos objetos, incluyendo un retrato de un joven muy atractivo, que lo atormentan. Finalmente, un día no aguanta más su curiosidad y se dirige con la llave al jardín prohibido. Horrorizado, descubre allí seis cuerpos de varones colgados del cielo raso. Más tarde, llega Bárbara, busca a su marido y, cuando va al jardín, encuentra una nota de despedida pegada en la pared y a él colgado junto a los otros hombres.
Análisis
Este cuento tiene un interés particular, ya que se trata de una reescritura de “Barba Azul” (“La Barbe bleue”), un relato tradicional recopilados por Charles Perrault en 1697. En el conocido cuento de hadas, se relata la historia de un hombre cuya barba era azul y que se había casado varias veces, pero estaba solo: esposa tras esposa desaparecía sin explicación. Finalmente, encuentra una nueva esposa, que lleva a vivir con él a su castillo. Todo va bien por un tiempo, hasta que él debe salir, dejando sola a la mujer, con un manojo de llaves y la única indicación de no abrir la puerta de un gabinete. Ella, por curiosidad, desobedece y encuentra los cuerpos sin vida de todas las esposas anteriores de Barba Azul, degolladas y colgadas.
Silvina Ocampo toma la estructura de este cuento clásico e invierte los roles, dando el papel de Barba Azul a una mujer: Bárbara. Esta es la primera disrupción profunda, ya que es la mujer la que ocupa, en el matrimonio, el rol de poder y violencia que estaba tradicionalmente consignado al hombre. Ella es la dueña del castillo, parece ejercer la soberanía económica sobre todas sus cosas y es la que sale del hogar constantemente, la que participa de la vida pública. Además, es quien determina las reglas de la casa e impone las normas.
Por su parte, el protagonista se queda todo el día en el hogar, ocupado de las tareas domésticas y de sus estudios. Él, al igual que la muchacha en el cuento original, no tiene nombre, lo que refleja su falta de identidad y su docilidad, frente a la fuerza del carácter de Bárbara/Barba Azul. Esto da la pauta, además, de la dinámica desigual de la pareja, donde ella detenta todo el poder y toma las decisiones, mientras que él obedece y aguarda de manera sumisa.
Bárbara, al igual que Barba Azul, le deja el manojo de llaves con la indicación de no ingresar al cuarto prohibido y sin dar ninguna explicación al respecto: “No entres en este cuarto; no abras la puerta por nada, aunque te parezca, cuando llueve, que hay goteras o un incendio. Este cuarto te está vedado y darte su llave demuestra la confianza que te tengo” (p. 180). La entrega de la llave, al tiempo que se prohíbe el acceso, constituye la prueba principal para el protagonista y el epicentro de la moraleja del cuento original: la curiosidad conduce a la perdición. En este cuento, además, y a diferencia del original, aparece el factor de los celos del hombre, que lo llevan a transgredir los límites impuestos por su esposa.
Otra diferencia con el cuento original es que, en este, la esposa de Barba Azul se termina salvando justo antes de ser asesinada, gracias a que llegan sus hermanos y la rescatan. En la versión ocampiana, el protagonista no solo no se salva, sino que directamente se suicida. Esto puede interpretarse también desde el punto de vista de la inversión de los roles de género: es tal la frustración por no poder cumplir el rol esperado socialmente, que decide terminar con su vida, incluso antes de que llegue su esposa. Sin embargo, no hay suficientes elementos para sostener esta premisa antes que otras, por lo que el sentido final del relato se sostiene en suspenso.
No es el castigo, sino el factor de los celos y la dependencia emocional lo que lleva al protagonista y, presuntamente, a los maridos anteriores, a la muerte. El hecho de que estén colgados (y no degollados, como en el original) indica que todos se suicidaron. Esto refuerza, ciertamente, el carácter paródico del texto de Ocampo, que subvierte fragmentos, personajes y giros dramáticos, propiciando una lectura nueva y diferente del clásico cuento de hadas.
"Jardín de infierno" tiene un epígrafe en francés, sin indicación del autor, cuya traducción es: “Hay un gran misterio: el hombre sabe lo que es la felicidad, ¿por qué va en dirección contraria?” (p. 180). Este fragmento halla su significación profunda si se lo interpreta a la luz de la lectura paródica del relato. En el cuento del siglo XV, la moraleja apunta directamente a censurar la curiosidad y la desobediencia femeninas, sugiriendo que la llave para la felicidad es ignorar las tentaciones (ya sean carnales o espirituales), y seguir por la vía recta del mandato masculina que asegura una vida tranquila y sin preocupaciones.
Este marco interpretativo, como se ha dicho, se desfigura completamente bajo las inversiones que opera Ocampo en su glosa del original. Así, lo que en el primer texto transmite una enseñanza de opresión y castigo al deseo femenino, adquiriendo un sentido disciplinario, en el texto de Ocampo adopta una potencia crítica destinada a producir extrañeza debido a la inversión de roles que realiza.
Es importante señalar la relación entre el cuento parodiado y el título de la versión de Ocampo. “Barba Azul” presenta, con el personaje de la esposa, un arquetipo muy antiguo y muy sancionado en la historia de la humanidad, que es el de la mujer curiosa que es vista como un peligro. Tan es así que resulta fácilmente reconocible una reminiscencia a la historia de Eva en el Génesis bíblico: el pecado de Eva es caer en la tentación de probar la manzana prohibida que proviene del árbol del conocimiento (la única cosa que Dios le había prohibido), y su condena es, por lo tanto, la expulsión del Paraíso.
Es conocido además, el hecho de que una de las maneras de llamar al paraíso en la Biblia es “el jardín del Edén”. Así, el título introduce un juego de referencias intertextuales que alude a ambos textos, “Barba Azul” y la Biblia, parodiándolos. La parodia viene, nuevamente, por el lado de la inversión: en vez del jardín del Edén, la autora propone un jardín de infierno, que es, a su vez, un juego de palabras con el invierno:
Ésta es la del sótano, ésta la de la bohardilla donde están los dibujos, ésta la del cuarto de roperos, ésta la de la despensa, ésta la del cuarto de plancha y esta chiquitita, mirala bien, la del cuarto que está junto al jardín de invierno, que llamo, no sé por qué, jardín de infierno (p. 180).