Cuentos de Silvina Ocampo

Cuentos de Silvina Ocampo Resumen y Análisis La furia

Resumen

Bajo la forma de un texto dirigido a un tal Octavio, el cuento comienza con un narrador en primera persona que revive una situación angustiante: se encuentra junto a un niño en un lugar del que pretende salir sin ser visto. Se hace evidente que la situación lo preocupa y la presencia del niño lo perturba.

El protagonista se pone a escribir cómo llegó hasta ahí. Primero cuenta cómo conoció a una mujer filipina llamada Winifred, en Palermo, Buenos Aires, y habla de sus primeros encuentros. Después relata el momento en el que se enamoró de ella. El narrador recuerda los comportamientos extraños de la mujer y repone algunos diálogos de aquellas citas. A través de estos, se revela que Winifred tiene un pasado oscuro. Ella misma cuenta con detalle la historia de Lavinia, una chica del colegio a quien maltrató durante toda su niñez. Lavinia murió en un accidente dudoso cuando Winifred la prendió fuego, supuestamente, por accidente.

Winifred, además, está siempre con un niño pequeño a quien dice cuidar. El chico no habla y toca un tambor permanentemente, lo que irrita al protagonista. Un día, van a un albergue transitorio con el niño y, luego de intimar, se dan cuenta de que no está por ningún lado. Winifred manda a su amante a buscarlo, pero cuando este vuelve encuentra que el niño está, pero ella ha desaparecido, y comprende que todo ha sido una trampa. Tras ello, intenta interrogar al niño para saber dónde vive, pero este no contesta nada, solo que se llama Cintito. Luego, Cintito comienza a gritar. Sin saber qué hacer, el hombre se desespera y le tapa la cabeza con una almohada para callar sus alaridos, pero lo termina asfixiando hasta la muerte.

Análisis

“La furia” es el relato que da título al libro La furia y otros cuentos, publicado por la editorial de la revista Sur en 1959. Esta elección del título (según cuenta la propia autora, producto de una sugerencia de Borges) se explica por la cantidad de temas y motivos —centrales en el universo ficcional de Ocampo— que condensa el texto. Es un cuento donde la sexualidad, el deseo y la crueldad se cruzan con la infancia, la inocencia y la culpa, dando como resultado el horror.

El narrador es el protagonista y, a diferencia de los otros cuentos, tiene un interlocutor explícito, Octavio. Los lectores, entonces, acceden a los hechos y pensamientos del protagonista a través de un relato que no está dirigido a ellos, como si espiaran. Esta forma de enunciación genera algunas “lagunas” de información que tienen que ver, sobre todo, con la psicología del personaje, y su vida previa fuera de esa situación extrema y particular del presente de la trama. Esto es lo que, en narrativa, se conoce como background del personaje, su trasfondo, que contempla los aspectos más importantes de su historia de vida, hitos que pueden explicar su forma de ser o condicionar sus acciones en el presente. Así, aparte del propio narrador, solo Octavio conoce su pasado. Lo que llega al lector, entonces, son datos parciales que puede recabar a través de los chistes internos y comentarios dirigidos a este, que hacen referencia a un mundo previo a la narración: “Era frágil y nerviosa, como suelen ser las mujeres que no te gustan, Octavio” (p. 141); “Octavio, me enseñaste métrica” (Ibid.); “Recordé tus consejos, Octavio, no hay que ser tímido para conquistar a una mujer (Ibid.)”.

Por otra parte, cabe señalar que la estructura de la trama es circular: empieza con el final y luego va retrocediendo en el tiempo para repasar los acontecimientos que llevaron al personaje hasta ese momento. Por este motivo, los primeros tres párrafos se corresponden con el clímax del cuento: un hombre desesperado, acorralado en una casa, contemplando la posibilidad de suicidarse o matar a un niño. Es ese el momento que da inicio a la escritura dentro de la ficción: “Para no volverme loco saqué la libreta de apuntes que llevo en el bolsillo, y mientras el niño jugaba de un modo inverosímil con los flecos de la colcha, con la alfombra, con la silla, escribí todo lo que me había sucedido desde que conocí a Winifred” (p. 140-141). El presente de la acción se interrumpe así por la necesidad de escribir, y solo se continúa en el último párrafo.

En este punto, comienza lo que se conoce, en narrativa, como relato enmarcado. Se trata de un relato dentro del relato, una historia que algún personaje de la ficción decide contar por algún motivo justificado en la trama. A veces, puede existir un relato enmarcado dentro de otro relato enmarcado, como en un juego de mamushkas (las muñecas tradicionales rusas que son huecas y se encastran una dentro de otra). Esto es lo que ocurre en este cuento: el relato enmarcado de la historia del protagonista y Winifred da lugar a la historia de la propia Winifred, quien ocupa el rol de narradora durante el tiempo que dura la historia de su infancia.

El hecho de que el protagonista elija al día que conoció a Winifred, como punto de partida de la serie de eventos que desencadenaron su situación actual, anuncia el rol funesto de ese personaje. Su presentación incluye una alusión, al pasar, que confirma este presagio: “Me recordaba a una de las Furias” (p. 141). Las Furias es el nombre más conocido de las Erinias de la mitología griega. El mito dice que eran unas criaturas con forma de mujer cuyo rol era impartir el castigo divino a los culpables de malas acciones. Esta alusión, por un lado, realza la sensación, algo sobrenatural, de “mal augurio” que percibe el protagonista al conocerla y, por el otro, anticipa la importancia de la culpa y el castigo en la trama. Winifred es, para el protagonista, un ser que trae la desgracia y el castigo por una pena desconocida, pero cierta e inevitable, como se comprueba al final.

El relato enmarcado de Winifred sobre la muerte de Lavinia anticipa también dos temáticas que son centrales: la muerte de la inocencia (el asesinato de los niños) y la banalidad del mal. Justamente, lo más macabro de las dos muertes de niños que aparecen en el cuento, Lavinia y Cintito, no es la muerte misma, sino su insignificante justificación: Winifred mata a su amiga por celos y aburrimiento, por diversión; el hombre mata a Cintito “por no provocar un escándalo” (p. 145).

Sin embargo, la trama también admite una interpretación esotérica. En ella, la asociación de Winifred a las Furias y su forma de ser tan misteriosa, errática y excéntrica, remiten incluso a un origen diabólico. Algunos momentos al pasar dan cuenta de estos rasgos perturbadores, como cuando el narrador dice que ella tiene venas azules en las piernas y los ojos hinchados, pero dice tener 20 años, o el momento en el que insiste en escribir sus nombres sobre una inscripción pornográfica, que incomoda al narrador: “Quiso escribir su nombre y el mío junto a una de las inscripciones más obscenas. Le obedecí con desgano” (p. 141).

La historia de Winifred termina por confirmar su pasado oscuro y exhibe los rasgos psicopáticos de este personaje: no solo es capaz de una crueldad inimaginable, sino que se muestra imperturbable y no emite juicios de valor y morales negativos al respecto. Por el contrario, ella no solo justifica sus acciones, sino que las configura, en su narración, como algo positivo: “Para combatir sus inexplicables terrores, metí arañas vivas adentro de su cama. Una vez metí un ratón muerto que encontré en el jardín, otra vez metí un sapo. A pesar de todo no conseguí corregirla; su miedo, por lo contrario, durante un tiempo se agravó” (p. 143).

El tono desolador del relato se confirma hacia el final, cuando el protagonista comprende el aparente sinsentido de la conducta de su enamorada: “Ahora comprendo que sólo quería redimirse para Lavinia, cometiendo mayores crueldades con las demás personas. Redimirse a través de la maldad” (p. 144). Este desenlace confirma la tesis del cuento: en el origen de la maldad está la crueldad, aquello que solo puede infligirse a un inocente. El personaje de Winifred, entonces, representa a la maldad en estado puro, mientras que el personaje del narrador encarna la maldad latente del hombre común, que, afectado por ciertas circunstancias, puede convertirse en un asesino.