Mientras que David Copperfield se centra en el crecimiento y el itinerario vital de un individuo, Charles Dickens también creó muchas novelas que tratan sobre los problemas sociales de su época en Inglaterra, conocida como la era victoriana. En estos libros, como Oliver Twist y Nicholas Nickleby, Dickens también tiende a concentrarse en un individuo (como el pequeño Oliver), pero también escribe sobre los problemas a los que se enfrentaban muchas familias victorianas. Sin duda, tenía mucho material con el que trabajar. Durante la época en que Dickens escribía, Londres estaba experimentando la Revolución Industrial, y aunque este periodo modernizó enormemente los negocios y la industria manufacturera en muchos aspectos, también trajo consigo muchos problemas nuevos y graves, desde inestabilidad financiera y trabajo infantil hasta enfermedades, deficiencias sanitarias y nuevos modelos de opresión femenina.
Debido a que muchos productos podían fabricarse a bajos costos gracias a la revolución en la industria, los salarios sufrieron una caída en picada, dejando a muchas familias en la extrema pobreza, incapaces de depender únicamente de los ingresos de los padres de familia. Esto significaba que los niños se veían obligados a trabajar también, en condiciones igualmente malas y a veces incluso peores, experiencia que a menudo les impedía mantener una buena salud y, especialmente, recibir una buena educación. Aunque existían casas de trabajo a las que las familias en situación desesperada podían acudir para recibir ayuda, las condiciones allí eran igual de terribles, y las familias a menudo se dividían. Al final, en muchos casos, la gente no tenía más remedio que aceptar cualquier ayuda que pudiera conseguir, y esto significaba sacrificar un ambiente familiar sano. Dickens critica con especial dureza el sistema de asilos y asistencia social en Oliver Twist.
Las enfermedades también proliferaban durante esta época, pues mucha gente bebía el agua en la que se vertían todos los desechos y aguas residuales. El saneamiento no era una prioridad, y esos desechos se vertían al río Támesis, lo que daba lugar a un olor desagradable que se conocería como "El Gran Hedor de 1858". La maquinaria de las fábricas resultaba muy peligrosa en sí misma, y no existía un seguro médico que cubriera a quienes tuvieran la desgracia de sufrir un accidente.
Durante la era victoriana, la supresión de la mujer era severa para los estándares actuales. Se esperaba que las mujeres fueran las amas de casa perfectas: sumisas y extremadamente leales a sus maridos mientras cuidaban de la casa y quizás, incluso, trabajaban para mantener a sus familias, aunque, por lo general, quedaban limitadas a la esfera doméstica. Era impensable que participaran en asuntos públicos o, incluso, que opinaran sobre ellos. Al considerar las opciones de las mujeres en la novela, es importante recordar que esas opciones distaban mucho de las actuales, en las que las mujeres no solo votan, sino que triunfan en cargos públicos y en todos los aspectos de la sociedad.
La época victoriana es evocada por su glamour en la escena hollywoodense, por sus rasgos de extravagancia y opulencia en la ropa, la arquitectura, la comida. Sin embargo, detrás de la prosperidad de la clase alta había millones de familias que sufrían o estaban oprimidas, y esta fue una de las principales razones por las que Charles Dickens se dedicó a escribir. En su literatura, exponía graves problemas sociales y culturales, no solo intrigantes historias personales de amor y pérdida. Dickens conmovió sensibilidades en todas partes; ha sido amado y venerado por millones de lectores, tanto en su país natal como en el extranjero, y tanto en su época como en el presente.