El mar (Símbolo)
La novela indaga en los caminos que distintos hombres y mujeres toman como modos de ganarse la vida. La propia historia de David es un tránsito de aprendizaje, que alterna entre oportunidades y fracasos, rumbo a un crecimiento. En este sentido, la sociedad victoriana en la que la novela se sitúa valoraba especialmente la búsqueda personal activa de las personas para forjar su futuro, y el esfuerzo y el trabajo duro como valores capaces de encauzar el progreso.
Sin embargo, en la novela, la presencia del mar, como fuerza de la naturaleza, simboliza una amenaza para el orden victoriano que las personas se empeñan en preservar con su trabajo, un recordatorio de que el poder del hombre no es ilimitado. El mar se lleva muchas vidas en la novela, entre ellas a los padres de Emily y de Ham y al marido de la señora Gummidge. Al final de la novela, el mar será también el lugar donde se ahogarán Steerforth y Ham.
La cicatriz de Rosa Dartle (Símbolo)
La primera vez que David ve a Rosa Dartle repara en su belleza y le llama la atención la cicatriz que le atraviesa el rostro. Pronto, Steerforth le confiesa que es él el responsable de la cicatriz: cuando eran niños, en un ataque de ira, le arrojó a Rosa un martillo en la cara. La cicatriz es entonces un símbolo del temperamento irreflexivo e impulsivo de Steerforth, del daño que causa a quienes lo rodean, como hará también con Emily. No solo no aprende a controlar sus emociones, sino que su madre apaña todas sus conductas, lo cual le da impunidad. Por su parte, con respecto a Rosa, la cicatriz también simboliza la herida emocional que el vínculo con Steerforth le reporta. Su relación problemática la convierte en una mujer fría.
El perro Jip (Símbolo)
Jip, el perro de Dora, es un símbolo de la propia Dora. El animal aprende a hacer trucos llamativos, como pararse sobre sus patas traseras, pero nadie le enseña que no debe subirse a la mesa o masticar libros. Al contrario, Dora lo malcría, insistiendo en que coma carne todos los días y consintiéndolo por demás. Del mismo modo, Dora también es libre, bella y encantadora, pero ha sido malcriada por su familia y jamás se preocupó por aprender los quehaceres domésticos. Cuando conoce a David, en lugar de adecuar su vida a su compañero, se resiste a los intentos de aquel por enseñarle las cuestiones prácticas de la casa, como dedicarse a las finanzas, la cocina, el cuidado de la casa. A su vez, la vejez de Jip se desarrolla de manera paralela al deterioro en la salud de Dora. La muerte de Jip simboliza, asimismo, la muerte del espíritu libre de Dora. Efectivamente, tanto Dora como Jip mueren la misma noche.
La membrana que recubre a David en su nacimiento (Símbolo)
Al nacer, la cabeza de David está envuelta en una membrana de líquido amniótico. Según las creencias, y lo que dicen las enfermeras en el parto, esa membrana es leída como un símbolo de buena fortuna; los bebés que nacen con ella están a salvo de ahogarse, lo cual, significativamente, será una forma habitual de muerte en la novela. Con ese indicio, la novela anticipa el desarrollo de David, ajeno a los destinos trágicos que otros personajes sí correrán, como Steerforth y Ham.
La imagen inmóvil de Clara (Símbolo)
El último recuerdo que David guarda de su madre corresponde al momento en que, partiendo de su casa, la observa desde su carruaje. La ve sola, inmóvil en medio del frío, mirándolo irse mientras alza a su hermano. Esa imagen de Clara inmóvil mientras él abandona su casa simboliza la pérdida de poder y de autonomía de la mujer, el modo en que la influencia nociva de los Murdstone ha modificado su personalidad, hasta alejarla por completo de lo que era antes. Clara ha perdido ahora toda capacidad de acción y de decisión sobre la vida de su hijo. La partida de David es una muestra de eso: ella ha tenido que acatar los modos en que los Murdstone han tratado a su propio hijo en su casa, y ahora lo ve partir sin poder hacer nada al respecto.