Resumen
El hombre para quien trabaja David, el señor Spenlow, lo invita a pasar el fin de semana en su casa. David conoce allí a la hija de Spenlow, llamada Dora, e instantáneamente se enamora perdidamente de ella. La describe como a una criatura sobrehumana, y siente que se enamora de ella incluso antes de hablarle. David también se sorprende al ver a la señorita Murdstone, a quien el señor Spenlow contrató para que fuera la compañera de Dora tras la muerte de su madre. La señorita Murdstone habla en privado con David y le pide que dejen a un lado sus diferencias anteriores, y David acepta. Después de dar un paseo con Dora y su perro Jip, David se enamora más profundamente de ella. En adelante, se siente abatido cada fin de semana que Spenlow no lo invita a su casa. La señora Crupp observa la conducta de David y se da cuenta de que el chico se ha enamorado, con lo cual le aconseja que salga del departamento y se distraiga con otras cosas.
David decide entonces ir a visitar a su antiguo compañero de colegio Tommy Traddles, que está estudiando para convertirse en abogado. Traddles tiene una prometida que lo espera hasta que consiga un trabajo y obtenga el dinero para su matrimonio. Mientras hablan, Traddles revela que sus vecinos de abajo son el señor y la señora Micawber, que en ese momento llaman a su puerta y encuentran allí a David. Los Micawber viven aún una inestabilidad económica notable, pero también siguen siendo felices, y la señora Micawber está otra vez embarazada.
David invita a los tres a cenar a su casa. Aunque al principio la señora Crupp se niega a cocinar, finalmente disfrutan de una agradable y feliz cena. No obstante, los interrumpe Littimer, que le pregunta a David si sabe dónde está Steerforth. David no lo sabe y Littimer se marcha. Al final de la velada, David le advierte a Traddles de no prestarles a los Micawber su dinero ni su nombre. Tommy responde que ya lo ha hecho, y que el señor Micawber ya se ha encargado de ello. Sin embargo, más tarde el señor Micawber le entrega a David una carta en la que le dice que aún no se ha ocupado de ese asunto.
En cuanto todos se han marchado, llega Steerforth y le cuenta a David que ha estado navegando fuera de Yarmouth. Responde con disgusto cuando David le dice que Tommy estuvo allí, lo cual David encuentra ofensivo. Pero David pronto se olvida de este asunto, porque Steerforth le entrega una carta de Peggotty en la que le dice que el señor Barkis se está muriendo. David decide que irá a visitarlos, pero Steerforth lo convence para que vaya primero a su casa.
David pasa el día con la señora Steerforth y la señorita Dartle, que parece creer que él es la razón de la larga ausencia de Steerforth. Luego, se inquieta al enterarse de que David recién se reunió con él la noche anterior. También empieza a preocuparse de que Steerforth y su madre empiecen a pelearse, pues, debido a su común terquedad, aquello daría lugar a un gran calvario. Sin embargo, la señora Steerforth dice que ella y su hijo nunca se pelearían, porque se quieren demasiado. Finalmente, David se despide de la familia. Steerforth le hace prometer que, si pasa algo, siempre lo recordará en su mejor momento. La última visión que David tiene de él es su figura dormida, y el David adulto, que cuenta sus memorias, anticipa que desearía haber podido mantener a Steerforth así para siempre, para evitar que sucedieran los acontecimientos siguientes.
Cuando David llega a Yarmouth, visita una vez más al señor Omer, quien le cuenta que la pequeña Emily ha estado muy distinta últimamente. Se la ve muy inquieta y preocupada. También menciona que Martha, la amiga de Emily, ha desaparecido. David va entonces a casa de Peggotty, donde se encuentra con el señor Peggotty y Emily en la cocina, ambos muy angustiados. El señor Peggotty afirma que el señor Barkis morirá con la marea baja. Al ver a David, el señor Barkis exclama: "¡Barkis está interesado!". Con ello, se cumple la predicción del señor Peggotty, y Barkis muere con la marea menguante.
Análisis
La relación de David con la infantil Dora comienza en estos capítulos, que abre un periodo muy interesante de la vida del joven protagonista. Por su parte, Dora es un espíritu muy libre que ha sido mimada por sus tías y su padre toda su vida. En muchos aspectos, se parece mucho a la madre de David. La primera impresión que David tiene de Dora refleja el efecto de encantamiento que el chico siente por ella: “Me pareció una criatura sobrehumana, un hada, una sílfide, un no sé qué; algo que nunca había visto, y que todo hombre desea. Me sumí en un abismo de amor, sin detenerme en el borde, sin mirar delante ni detrás; me lancé de cabeza antes de haber podido decirle una sola palabra” (502). Este encantamiento será la clave del vínculo problemático que David tendrá en el futuro con Dora. David se da cuenta de que es posible que Dora no sea la mejor opción para él en términos de compromiso y matrimonio, pero se ha enamorado perdidamente de ella, y reconoce en ello el “impulso de un corazón indisciplinado” (895).
Los Micawber reaparecen junto al amigo de la infancia de David, Traddles. Los primeros son felices, pero siguen en apuros económicos. Por eso se han visto obligados a pedirle dinero prestado a Traddles, y luego le revelan a David que tal vez no sean capaces de devolvérselo. Esto señala la continuación de los desafortunados patrones de los Micawber y anticipa un posible movimiento similar en el futuro. Ante la advertencia de David, Traddles sugiere que puede haber cometido un error al ayudarlos. Al igual que David, Traddles es una persona sencilla y amable que recibe una buena educación.
Se genera en estos capítulos un misterio en torno a la figura de Steerforth y su desaparición; no sabemos dónde ha estado, y los distintos personajes se debaten sobre ello. El breve tiempo que David pasa con la señora Steerforth y la señorita Dartle antes de visitar a Barkis aporta más información sobre el carácter de Steerforth, porque revela el ambiente en el que creció. La negativa de la señora Steerforth a culpar a su hijo de desaparecer indica una percepción ligeramente sesgada de la realidad y una visión idealista de su hijo. Por su parte, la desconfianza de la señorita Dartle, que cree que ha sido David la causa de la desaparición de Steerforth, refleja el espíritu negativo de aquella. Esta inmersión en la familia de Steerforth permite comprender de algún modo los problemas en los que Steerforth se ve envuelto, pues muestra los modelos de conducta con que el chico se crio. Nótese también la fuerte prefiguración que se produce cuando Steerforth le pide a David que lo recuerde en sus mejores momentos, junto con la última imagen que David tiene de él dormido. El anticipo que el David adulto introduce en su relato le advierte al lector sobre los sucesos problemáticos que se desencadenarán a continuación.
También asistimos a un presagio cuando el señor Omer le dice a David que la pequeña Emily se está comportando de manera extraña. Su conducta inquieta e insatisfecha indica que quiere algo más, y que no será feliz hasta que lo consiga. Una gran pista sobre la parte de la historia de Emily que aún se nos oculta es la noticia de que su amiga Martha ha desaparecido. Sabemos que Martha, evidentemente angustiada, acudió a Emily en busca de ayuda, y ahora que no hay rastro de aquella, Emily parece angustiada.
El tono negativo de estos capítulos (con la significativa excepción de las esperanzas de amor de David, idealizadas pero contundentes) se refuerza con la muerte del señor Barkis, la cual es retratada con cierto carácter poético, puesto que llega con la retracción de la marea. Metafóricamente, la vida de Barkis va menguando a la par que lo hace la marea. Es evidente que la muerte está en el aire, y la partida de Barkis en particular deja de nuevo a Peggotty en el papel de mujer soltera y fuerte. Barkis fue un marido maravilloso para ella, e incluso le deja algo de dinero. A pesar de su pérdida, Peggotty demostrará ser lo suficientemente fuerte como para superar esta prueba que se le presenta. Ante la adversidad, una vez más, demostrará ser un buen ejemplo de empoderamiento femenino.