Resumen
David se queda en casa de Steerforth una semana más, donde conoce a su criado Littimer, quien se comporta de manera tan servicial con David que él queda muy sorprendido. Cuando la visita de este llega a su fin, convence a Steerforth para que lo acompañe a Yarmouth a visitar a Peggotty. En el camino, acuerdan que Steerforth le dará unas horas a David para encontrarse a solas con Peggotty, y bifurcan sus caminos. Entonces David se dirige primero a la tienda del señor Omer para agradecerle que fuera tan amable con él tras la muerte de su madre. Descubre que el señor Omer y su familia son muy felices, y también se entera de que la pequeña Emily trabaja ahora en la tienda. Desgraciadamente, su deseo de ser una dama pone a muchas de las chicas en su contra, aunque a las hijas del señor Omer les cae muy bien.
David va finalmente a ver al señor Barkis y a Peggotty, que al comienzo no reconoce a David pero, cuando lo hace, empieza a llorar y reír. El señor Barkis, aquejado de reumatismo, también se alegra mucho de ver al muchacho, e incluso decide sacar algo de su preciado dinero para que Peggotty le prepare una buena cena de bienvenida. Steerforth se une a ellos y, en casa del señor Peggotty, se enteran de que Emily y Ham se van a casar. Todos, incluso la señora Gummidge, están encantados. Steerforth se muestra también exultante, pero cuando él y David se alejan de la casa, se vuelve hosco de repente y comenta que Ham no es suficientemente bueno para Emily.
Durante su estancia, David visita todos los lugares familiares de su juventud, incluido Blunderstone Rookery. Ver estos lugares le inspira sentimientos simultáneos de tristeza y felicidad. Él y Steerforth suelen pasar el día separados, por lo que no sabe qué hace Steerforth la mayor parte del tiempo. Un día, David encuentra a Steerforth sentado frente al fuego del señor Peggotty, disgustado. Dice que desearía haber tenido un padre, y que incluso habría preferido ser Ham antes de crecer sin una figura paterna. También revela que ha comprado un barco con el que el señor Peggotty navegará en su ausencia, y que lo ha bautizado con el nombre de "La Pequeña Emily".
David y Steerforth conocen entonces a la señorita Mowcher, una mujer enana que le corta el pelo a Steerforth. Hablan del señor Peggotty, de Ham y de la pequeña Emily, y Steerforth revela que, para él, Emily podría casarse mejor, con un caballero. Más tarde, sin Steerforth, David se dirige a casa de Peggotty para pasar la noche. Allí encuentra a Ham y a la pequeña Emily con Martha, una chica con la que Emily trabajó mientras estaba en casa del señor Omer. Martha ha atravesado momentos muy difíciles y le pide ayuda a Emily. Cuando se va, Emily se pone muy nerviosa y dice que ella no es tan buena como debería, y que no se merece a Ham. David, Peggotty y Ham la consuelan, hasta que Emily recupera la calma y se muestra muy cariñosa con su prometido.
A la mañana siguiente, David decide no contarle a Steerforth los sucesos de la noche anterior, pues quiere mantener la confianza de la pequeña Emily. Sin embargo, cuando se van de Yarmouth, le habla de una carta que ha recibido de su tía, en la que ella le dice que debería seguir la carrera de procurador, y Steerforth está de acuerdo en que le convendría. Se reúne entonces con la señorita Betsey, que insiste en que lo ayudará a convertirse en procurador a pesar de sus protestas de que es demasiado caro. Se dirigen al Tribunal de Doctores, donde los procuradores tienen sus oficinas, pero en el trayecto se encuentran con un hombre que David confunde con un mendigo. Su tía se muestra muy asustada ante el hombre y le ordena a David que la espere mientras ella se va con aquel. Cuando regresa, David descubre que le ha dado casi todo su dinero, pero ella le pide que no vuelvan a hablar del incidente. Por fin, le encuentran a David un trabajo en las oficinas de Spenlow y Jorkins y un lindo departamento, cuya casera es la señora Crupp.
Aunque David se siente muy a gusto, pues por primera vez tiene una casa para él solo, pronto siente mucha soledad. Un día va a visitar a Steerforth, quien lo convence para que organice una cena para él y sus dos amigos en su nuevo departamento. Los cuatro jóvenes se divierten, se emborrachan y van al teatro. Allí, David se encuentra con Agnes, que se horroriza del estado de ebriedad de aquel. Ella lo obliga a irse a casa, y él se despierta al día siguiente con resaca y absolutamente mortificado.
Pronto David recibe una carta de Agnes en la que ella le pide que vaya a visitarla. Él se disculpa por su comportamiento y le dice que ella es su "ángel bueno" (472). Ella lo perdona, pero le advierte sobre Steerforth, a quien llama el "ángel malo" (473) de David, y le aconseja dejar de verlo por la mala influencia que aquel ejerce sobre él. David no acepta dejar de visitarlo, pero las palabras de ella oscurecen la impresión que tiene de su amigo. Agnes también le cuenta de su disgusto con Uriah Heep, quien ha obligado a su padre a asociarse con él.
Esa misma noche, David ve a Tommy Traddles, su viejo amigo de Salem House, y a Uriah, quien se autoinvita a la casa de David. En el camino, Uriah menciona su intención de casarse con Agnes, lo cual molesta mucho a David. Su incomodidad se exacerba cuando Uriah decide quedarse a pasar la noche en su casa.
Análisis
Estos capítulos son muy importantes en el desarrollo del carácter de Steerforth. Hasta ahora, presenciamos principalmente su actitud fría, soberbia y altanera, pero la historia detrás de la cicatriz de Rosa Dartle saca a relucir un lado más oscuro de su personalidad. Ahora vemos que Steerforth es mucho más problemático de lo que normalmente deja entrever. Es evidente, también, que sufre la ausencia de un padre, y, contra todo pronóstico, envidia incluso a Ham, un hombre de clase mucho más baja que la suya, por contar con la figura paterna del señor Peggotty. Así, la novela parece sugerir que hay valores y experiencias que ni siquiera los privilegios de pertenecer a una clase social alta pueden suplir. El grado de desesperación y envidia que el personaje alcanza en estos capítulos indica que está mucho más afectado por esta carencia de lo que estaba antes.
Steerforth también muestra su lado humano y vulnerable cuando deja entrever su enamoramiento de Emily y su molestia porque ella esté comprometida con Ham. Conforme a su personalidad altanera, al principio niega esa afectación, pero es evidente que sus sentimientos por Emily crecen en intensidad a medida que pasa el tiempo, ya que su mal humor es cada vez más pronunciado. El mal humor de Steerforth también puede estar relacionado con las dificultades de sentirse atraído por una muchacha de clase baja. En cualquier caso, veremos más adelante que las diferencias de clase no le impiden a Steerforth ir detrás de su deseo.
La nueva aparición de Emily revela lo mucho que ha cambiado desde la última vez que la vimos. Es evidente que la muchacha es víctima de la ambición de ascender en la escala social, y este anhelo de convertirse en una dama ha puesto a las demás muchachas del pueblo en su contra. Esto parece sugerir que, intoxicada por su deseo de estatus social, Emily ha desarrollado algo de la altanería que caracteriza a Steerforth. En este sentido, su compromiso con Ham se encuentra en un equilibrio inestable, puesto que a la muchacha parece no alcanzarle que su prometido sea una persona buena y cariñosa.
También resulta muy significativa la construcción antitética que esta sección esgrime entre Agnes y Steerforth. Esa antítesis queda representada en la oposición entre ángel bueno y ángel malo. David se siente avergonzado tras encontrarse con ella estando borracho, lo cual introduce en la novela una mirada moralista de David sobre lo que es una buena conducta esperable de él. El alcance de la humillación que David siente al exponerse así ante Agnes nos revela cuánto le importa la mirada que ella tiene de él, y cuánto aspira David a ser visto como un buen muchacho. Asimismo, ella tiene suficiente influencia sobre él como para poner en duda su confianza en Steerforth, señalando lo que David no es capaz de ver: cómo Steerforth suele ser el agente de sus problemas.
La aparición de Uriah en estos capítulos incomoda notablemente a David. Es evidente que esos planes maliciosos que se presagiaban han comenzado a desencadenarse: Agnes le cuenta a David que Uriah ha forzado a su padre a asociarse con él. En paralelo, David conoce, por el propio Uriah, que este pretende casarse con Agnes, lo cual aumenta la repulsión que David siente por él. La presencia de Uriah será, a partir de aquí, cada vez mayor en la novela.