Desgracia

Desgracia Historia del 'apartheid' en Sudáfrica

La novela Desgracia, de J.M. Coetzee, está ambientada en Sudáfrica post apartheid. Las conflictivas relaciones raciales en el país, luego de siglos de opresión, son centrales a la obra. De hecho, el modo en que Coetzee elige representar las tensiones raciales fue motivo de controversia, ya que la novela fue denunciada por el partido político mayoritario de Sudáfrica al momento de su publicación por considerar la obra como una expresión de racismo. La novela no menciona una sola vez la palabra apartheid, sin embargo, los personajes lidian con los cambios que se introducen en sus vidas a partir de la abolición de esas leyes que dieron forma a Sudáfrica política, económica y socialmente.

La palabra apartheid viene del afrikáans y su traducción más precisa es “separación”. Se trata de un régimen de segregación racial que fue establecido en 1948 por el Partido Nacional de Sudáfrica con la intención de favorecer a la minoría blanca que constituía el 21% de la población local.

Si bien la segregación racial ya era una realidad en Sudáfrica previo a 1948, con el censo nacional de 1950 que separaba a la población entre blancos, bantúes (nativos africanos), de origen mixto y asiáticos, se pusieron en práctica una serie de regulaciones que privilegiaban a la minoría blanca de manera sistemática. El primer golpe para la población mayoritaria sucedió a través de la Ley de Tierras que establece una prohibición para adquirir tierras fuera de las zonas delimitadas para cada raza. De ese modo, el 80 % de las tierras quedaron en manos de los blancos.

A esa ley que limitaba los derechos de propiedad de la población negra, mixta y asiática se suman otras reglamentaciones impuestas sobre la población negra. Los bantúes, los de origen mixto y los asiáticos que residían en Sudáfrica debían asistir a los centros educativos destinados para ellos, no podían acceder a cualquier puesto de trabajo sino a aquellas tareas que les eran permitidas, debían tener permisos especiales para circular en los espacios reservados para los blancos, no podían registrarse libremente para votar y debían evitar socializar con los blancos. Las relaciones interraciales estaban penadas.

Estas leyes encontraron resistencia desde el principio. La población negra, mixta y asiática, junto con algunos blancos, organizaron protestas en contra del apartheid desde su establecimiento. En algunos casos, esas protestas dieron lugar a mayor represión por parte de gobierno. En 1960, en una protesta multitudinaria en contra del apartheid la policía abrió fuego contra los manifestantes matando a 69 personas.

La comunidad internacional también intentó ejercer presión para que Sudáfrica abandone sus políticas raciales. En 1961 Sudáfrica debió retirarse del Commonwealth. Luego, Estados Unidos y el Reino Unido impusieron una serie de sanciones económicas. Dichas presiones surtieron efecto y el gobierno sudafricano empezó a retirar algunas de las restricciones impuestas sobre la mayoría de la población. Progresivamente los negros consiguieron mayor representatividad y en 1994, en las primeras elecciones libres, obtiene la mayoría de los votos el primer presidente negro de Sudáfrica, Nelson Mandela.

Si bien los avances que surgen a partir del 1991 y culminan con la elección de Mandela anulan las leyes segregacionistas, las tensiones sociales y las diferencias económicas no logran subsanarse y aún hoy Sudáfrica debe lidiar con las consecuencias de un sistema represivo que dejó marcas imborrables en el entramado social del país.

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