David Lurie es un profesor universitario de la Facultad de Comunicación en la Universidad Técnica de Ciudad del Cabo. Tiene 52 años, dos divorcios, una hija de veinte y pico de años y predilección por los poetas del Romanticismo inglés. Cree haber resuelto el problema del sexo al acudir a una prostituta todos los jueves.
Cuando ese arreglo con la prostituta deja de estar disponible, Lurie se interesa por una de sus alumnas. Una noche se encuentra con ella en los jardines de la universidad, la invita a cenar a su casa e intenta seducirla. La diferencia generacional se hace patente en ese encuentro en el que los modos que utiliza Lurie para seducirla no surten el efecto deseado y Melanie, la chica, se retira de su casa sin que nada más suceda entre ellos.
Lejos de sentirse desanimado, Lurie insiste en su persecución de Melanie. En el segundo encuentro tienen relaciones sexuales. Durante el sexo, Melanie mantiene una actitud pasiva. Una noche, Lurie espía a Melanie durante un ensayo para una obra de teatro en la que ella actúa. La tarde siguiente se presenta en su departamento y, a pesar de que ella en un principio lo rechaza, termina accediendo, aunque lo hace sin deseo. Cuando terminan, ella le pide que se retire. Lurie tiene la sensación de que lo que acaba de suceder se parece mucho a una violación.
Eventualmente, Lurie se entera de que Melanie ha hecho una denuncia de acoso en contra de él. La universidad organiza un tribunal disciplinario para investigar la acusación. En la sesión ante el tribunal, Lurie se declara culpable y se niega a hacer una declaración pública de arrepentimiento.
Sin trabajo y habiendo caído en desgracia, Lurie se va de Ciudad del Cabo a la ciudad de Salem. En las afueras de esa ciudad vive en una granja su hija, Lucy. La granja produce hortalizas y flores que se venden en el mercado de los sábados. Además, Lucy tiene un negocio de hospedaje para perros. Lurie conoce a Petrus, un hombre negro que trabaja para Lucy con las tareas de campo. Hace poco tiempo, Petrus le compró a Lucy una porción de sus tierras.
Padre e hija se comunican fluidamente. Él le cuenta su versión de los hechos en torno al escándalo con Melanie. Lucy opina sobre lo que dice su padre. De entrada, sus opiniones difieren.
En el marcado, Lucy le presenta a los Shaw, Bev y Bill. A Lurie esta pareja le genera antipatía, en parte, porque se trata de personas que defienden los derechos de los animales. No obstante, cuando empieza a trabajar como voluntario en la clínica veterinaria que administra Bev, desarrolla una nueva apreciación por esa mujer.
Un día, al regreso de una caminata con los perros que se hospedan en la granja, padre e hija se encuentran con tres hombres negros que los esperan a la entrada de su casa. Al principio los hombres pretenden necesitar el teléfono, pero rápidamente la situación se torna violenta. Lurie permanece encerrado en el cuarto de baño mientras los hombres violan a Lucy.
Ese hecho se convierte en un punto de inflexión entre padre e hija porque ambos van a lidiar con las secuelas del trauma de maneras muy distintas. Lucy se encierra en sí misma cada vez más y elige no hacer público el ataque sexual. Lurie no comprende las decisiones que toma su hija. Entre los dos se abre un abismo. Petrus había estado ausente durante el ataque, pero cuando regresa, no se comporta del modo que espera Lurie y hace parecer que nada ha sucedido.
Lucy y Lurie asisten a un festejo de Petrus en el que celebra su título de propiedad. Durante la fiesta, Lucy alcanza a ver a uno de los hombres que la atacó. Lurie interviene y trata de llamar a la policía, pero Petrus y Lucy lo detienen. Las sospechas de Lurie sobre la participación de Petrus en el asalto solo se incrementan, pero Lucy insiste en que Petrus la va a proteger. Para evitar más roces con su hija, Lurie se involucra aún más en su trabajo en la clínica.
Un día reciben un llamado de la policía porque al parecer han encontrado el auto que les robaron la noche del asalto, pero la policía se ha equivocado y el auto recuperado no es el de Lurie. Además, los dos sospechosos han sido liberados bajo fianza. Lucy experimenta un quiebre en ese momento y es la primera vez que habla abiertamente de la violación con su padre. Finalmente, esa misma noche, Lucy le escribe una carta a su padre explicándole que ella necesita tomar decisiones por su cuenta y que él no puede ser su padre para siempre.
Lurie decide regresar a Ciudad del Cabo. Pasa por casa del padre de Melanie, aparentemente quiere disculparse, pero en realidad lo que le interesa es saber más sobre ella porque todavía alberga la esperanza de retomar algo entre los dos. En Ciudad del Cabo toma conciencia de que ya no hay lugar para él: su casa ha sufrido un robo, su oficina ahora la ocupa su reemplazo: un joven profesor de Lingüística aplicada y, además, descubre que Melanie lo desprecia. Decide ir a ver a Lucy y allí descubre que está embarazada, producto de la violación.
Para agregar a su angustia, Lurie descubre que Pollux, uno de los atacantes, vive en la misma propiedad que Lucy porque es parte de la familia de Petrus. Petrus sugiere que la solución para Lucy es convertirse en su tercera esposa hasta que Pollux sea mayor y pueda hacerse cargo de ella y el niño. Lurie considera que la propuesta es inaceptable, pero se indigna al caer en la cuenta de que Lucy está de acuerdo con que esa es la única salida. Un día, Lurie encuentra a Pollux espiando a Lucy por la ventana del baño y lo enfrenta. Tras esa pelea, Lucy y Lurie deciden que lo mejor es que él ya no viva más en la granja.
Lurie alquila una habitación en Salem para estar cerca de su hija. Continúa trabajando en la clínica con Bev. Han acordado con Lucy que sería mejor que Lurie no visitara la granja por un tiempo. Un día decide ir a ver a Lucy y ella lo invita a pasar como a un visitante. Finalmente, Lurie ya no intenta imponer su voluntad.
Ese mismo día vuelve a la clínica para ayudar a Bev a poner a dormir a los animales que nadie quiere o que están muy enfermos. Lurie decide entregarle a Bev un perro con el que se había encariñado para que ella le administre la inyección letal.