"No tenía (...) el menor miedo de que un hombre rico y distinguido (...) la amara y la llevara al altar" (p.218) (Metáfora)
En este pasaje, el narrador utiliza una metáfora muy común para referirse al casamiento por iglesia: llevar al altar a la novia. Que un hombre rico la espose es el mayor anhelo de Mathilde.
"Bailaba con entusiamos, con arrebato, embriagada de placer, sin pensar en nada" (p.223) (Metáfora)
Durante el baile, Mathilde experimenta la felicidad con la que tanto tiempo había soñado. El placer es tan grande que se presenta con la metáfora de la embriaguez, en el sentido de que afecta el cuerpo de Mathilde tanto como el alcohol en exceso.
"Bailaba (...) entre una especie de nube de felicidad compuesta por todos los homenajes, todas las admiraciones, todos los deseos despertados" (p.223) (Metáfora)
Esta metáfora se presenta inmediatamente después que la citada anteriormente, y completa las sensaciones que el baile produce sobre Mathilde. En este caso, el lenguaje figurado equipara la situación en la que se mueve Mathilde, rebosante de felicidad, con una nube que la rodea y la envuelve.
"Ella se quedó vestida de gala, sin fuerzas para acostarse, caída en una silla, sin fuego, sin ideas" (p.225) (Metáfora)
En este pasaje Mathilde se encuentra abatida por la pérdida del collar, y su respuesta es darse por vencida. Así, mientras su marido sale a la calle a buscar la joya, ella queda inerte, y el narrador indica que no tiene más fuego para referirse, en sentido figurado, a la falta de energías que la impulsan a seguir.
"Loisel (...) había envejecido cinco años" (p.225) (Metáfora)
En este pasaje, el autor menciona el cambio físico que se obra en el señor Loisel durante la semana que se desespera buscando el collar. Decir que envejeció cinco años es una figuración que sirve para ilustrar cómo el estrés y la presión vivida en una semana por el marido de Mathilde lo marca físicamente para toda la vida.