Los roles de género
Los roles de género juegan un papel importante en "El collar", tal como sucedía en la sociedad francesa del siglo XIX.
En el relato, la señora Loisel es una mujer insatisfecha con su clase social, pero, como mujer, no puede hacer nada para cambiar esta posición, salvo casarse con un hombre de clase alta para obtener un ascenso social. Al respecto, El narrador indica: "las mujeres no tienen casta ni raza, y su belleza, su gracia y su encanto les sirven de nacimiento y de familia. Su natural finura, su instintiva elegancia, su agilidad de espíritu constituyen su única jerarquía" (p.218). En este pasaje, queda claro que los rasgos femeninos se conciben y se destacan en función de un rol de género determinado: el de ser un complemento elegante y fino para el esposo.
Los roles de género se manifiestan con claridad cuando el narrador presenta los objetivos de cada personaje dentro del matrimonio: mientras Mathilde está preocupada por acceder a los bailes de la alta sociedad y poder vestir con lujo y elegancia, el señor Loisel está ahorrando dinero para poder comprarse una escopeta e ir a cazar a Nanterre con sus amigos. En este sentido, es importante destacar el gesto atípico del marido, que sacrifica su deseo para satisfacer a su esposa, algo no tan usual en las parejas del siglo XIX, en las que el hombre era quien, en general, administraba el dinero e imponía su voluntad a la mujer.
Finalmente, cuando el matrimonio debe enfrentarse a las deudas contraídas, puede observarse que cada uno asume trabajos que están definidos por su género: mientras que Mathilde se dedica a hacer todas las tareas del hogar (limpiar, hacer las compras, cocinar, etc.), el señor Loisel asume tareas adicionales que solo desempeñaban los hombres, como llevar adelante las cuentas de un negocio o transcribir textos.
Las clases sociales
Las obras comprendidas dentro del realismo literario a menudo se centran en la cuestión de las clases sociales, y "El collar" es, sin dudas, un buen ejemplo de ello, ya que el problema de pertenencia a una clase social es lo que dispara la acción del relato.
La mayor preocupación de Mathilde es su clase social, tal como se expresa en la primera frase del relato: "Era una de esas lindas y encantadoras muchachas nacidas, como por un error del destino, en una familia de empleados" (p.218). Siendo parte de la clase media baja, su principal preocupación es poder elevarse socialmente. Sin embargo, como no posee dote como para aspirar a casarse con alguien de clase social alta, termina condenada a reproducir el esquema social de sus padres, y también ella forma, junto a su marido, una familia de empleados. Mathilde es extremadamente desdichada por ello, puesto que su principal aspiración es tener dinero y poder vestirse de forma lujosa y participar de la vida social de la alta burguesía. Movida por esta ambición es que le pide prestado el collar a su amiga rica y participa del baile que organiza el ministro de Instrucción Pública. Irónicamente, es ese mismo collar el que empuja a la pareja a una clase social aun más baja, puesto que lo pierden y se endeudan brutalmente para poder reponerlo.
La belleza
"El collar" es un relato que gira en torno a la concepción de la belleza. En primer lugar, el narrador indica que la finura y la elegancia que componen la belleza de una mujer son rasgos inherentes a la persona, heredados de nacimiento. Sin embargo, y al mismo tiempo, todo el relato gira en torno a la belleza como una cualidad íntimamente relacionada con la posición social: la señora Loisel anhela poseer la belleza propia de las mujeres de clase alta, que pueden arreglarse con fastuosas joyas y elegantes vestidos. La atracción por la belleza de los objetos se hace evidente cuando Mathilde se topa con el collar de la señora Forestier y lo desea al instante. Otro ejemplo de cómo la belleza se asocia a la clase social puede hallarse durante el episodio del baile: con su vestido y el collar de brillantes, Mathilde se considera hermosa y llama la atención de todos los hombres. Al irse del baile, sin embargo, su marido quiere colocarle un abrigo sobre los hombros, y ella lo rechaza porque no es nada bello, y no quiere que otros invitados la vean así vestida.
Una vez que el matrimonio desciende socialmente debido a las deudas que contrae, y Mathilde debe dedicarse a las tareas hogareñas, la dureza de la vida precaria termina por borrar toda belleza de su cuerpo. Así, si bien al comienzo el narrador parece indicar que la belleza es una cualidad innata, todo el relato demuestra cómo la percepción de la belleza es, sobre todo, una cuestión de clase.
El matrimonio
Aunque en la Francia del siglo XIX ya no era tan común que los matrimonios fueran concertados por los padres de los pretendientes, Maupassant refleja una realidad cotidiana cuando indica que Mathilde no poseía dote ni medios para conocer a un hombre rico con el que casarse. Por eso "dejó que la casaran con un empleadillo del Ministerio de Instrucción Pública" (p.218). Por lo general, las mujeres no tenían inserción en el mundo laboral, por lo que su movilidad social quedaba restringida al matrimonio.
Así, "El collar" ilustra en su inicio un matrimonio que es infeliz principalmente porque la señora Loisel anhela una vida lujosa que su marido no puede proporcionarle. La infelicidad de Mathilde afecta la vida de pareja y se convierte también en la angustia del señor Loisel, quien toma la invitación al baile que ofrece el ministro como una forma de hacer feliz a su esposa. Sin embargo, todas estas acciones empujan a la pareja a la pobreza, un estado que ambos enfrentan con dignidad y cooperación. Así, el matrimonio sobrevive los avatares del collar y hasta parece fortalecerse.
La felicidad
Una enseñanza que parece estar implícita en "El collar" es que la felicidad proviene de estar conforme con lo que uno tiene. Mathilde se siente desdichada por pertenecer a una clase social poco elevada y anhela llegar a pertenecer a la clase alta. Así, su vida matrimonial está atravesada por la infelicidad y la disconformidad. Su marido, por el contrario, parece ser feliz al aceptar su posición social sin cuestionársela ni esperar más de la vida.
Tras el duro revés que sufren al perder el collar y endeudarse para pagarlo, Mathilde parece menos desdichada y en el relato no vuelve a hablarse de su infelicidad, aunque no por ello puede asegurarse de que se haya convertido en una persona feliz. Al final del relato, cuando se encuentra con Forestier y le cuenta todo lo que tuvo que trabajar para poder pagar el collar, el narrador indica que Mathilde "sonreía con una alegría orgullosa e ingenua" (p. 229), lo que le indica al lector que, finalmente, al aceptar su posición social, Mathilde se encuentra, aunque no feliz, sí menos desdichada.