Resumen
Capítulo 5: "El llanto en el corredor"
Mary comienza a adaptarse a su nueva vida en la hacienda del tío. Los días son bastante rutinarios y repetitivos. Cada mañana, Martha le trae el desayuno y la niña observa el páramo desde la ventana. Después sale a jugar al aire libre. Este estilo de vida, muy diferente al que tenía en India, la lleva a alimentarse mejor. En los jardines, hay una zona que le gusta especialmente; es un área que todos parecen haber olvidado, y los muros están cubiertos por hiedras y enredaderas. Allí vuelve a encontrar al petirrojo, que la alegra y la hace reír. Empieza a considerarlo su amigo y se da cuenta de que el pajarito vive en el jardín secreto, que está cerrado por una gran muralla cubierta de enredaderas. Ese muro parece no tener ninguna puerta. Mary se pregunta cómo es posible que no tenga puerta, si le han contado que el señor Craven enterró una llave diez años antes. Esa tarde, de vuelta en la mansión, la protagonista le hace preguntas a Martha sobre el jardín. Quiere saber por qué el señor Craven lo detesta tanto que lo ha cerrado para siempre. Martha le advierte que los sirvientes no tienen permiso para hablar del asunto, pero le cuenta que el señor Craven solía pasar mucho tiempo en ese jardín junto a su esposa. Fue allí que una rama cayó sobre la mujer y la mató.
Esa noche, las corrientes de viento producen un sonido muy fuerte. Al escucharlo, Mary cree oír el llanto de un niño, pero ese llanto parece venir del interior de la casa. La niña le pregunta a Martha qué es ese sonido, y la muchacha le asegura que es el viento, pero Mary sospecha que no le está diciendo la verdad.
Capítulo 6: "Alguien lloraba, ¡de verdad!"
El día siguiente comienza con una lluvia torrencial. Por eso, Mary se queda en casa en vez de salir al aire libre. Entonces se da cuenta de que el lugar es muy silencioso y casi no se ve a los demás sirvientes. También reflexiona sobre Martha, que no se dedica exclusivamente a ella, como lo hacía su niñera de India. Mary decide pasar la mañana explorando la casa. Para no aburrirse, quiere contar la cantidad de habitaciones y ver si realmente son cien. Así, recorre la enorme mansión y se encuentra con cosas interesantes, como algunas pinturas colgadas en las paredes y siete ratoncitos bebés. En medio del recorrido, escucha de nuevo el sonido de un niño que llora. Justo en ese momento, la encuentra la señora Medlock, muy enojada porque Mary está dando vueltas por la casa sin haberle pedido permiso. Al igual que Martha, la señora Medlock asegura que no hay nadie llorando en la mansión. Esto angustia mucho a Mary, porque la niña está segura de lo que ha escuchado.
Capítulo 7: "La llave del jardín"
La tormenta para dos días después y el cielo se despeja. Mary conversa con Martha, que siempre le cuenta cosas sobre su familia. La nena le pregunta si un día puede visitarlos; tiene muchas ganas de conocer a la mamá de Martha y a sus hermanos, en especial a Dickon. Dickon tiene unos doce años y disfruta mucho de estar al aire libre. A Mary le cae bien desde el principio, incluso antes de conocerlo personalmente, porque Martha le cuenta que el chico se lleva muy bien con los animales. La nena se apena, porque cree que ella no le caerá bien a Dickon. De hecho, Mary llega a afirmar que no se cae bien a sí misma. Luego, visita a Ben en los jardines. El hombre parece más alegre. Mary se da cuenta de que le gusta cada vez más estar con otras personas. Entonces vuelve a encontrarse con el petirrojo, que parece reconocerla, y este la guía hasta unas flores plantadas cerca del muro del jardín secreto. Debajo de esas flores, Mary encuentra la llave enterrada. Se sorprende y se emociona al darse cuenta de que seguramente sea la llave del jardín secreto.
Capítulo 8: "El petirrojo que mostró el camino"
Martha ha estado un día junto a su familia y regresa a la mansión. La ha pasado muy bien y le cuenta a Mary historias sobre sus hermanos. También le entrega una soga para saltar que le envía como regalo su madre, la señora Sowerby. Rápidamente, la niña aprende a saltar la soga y se entusiasma. Contenta, va al jardín y se encuentra con el petirrojo. El pajarito va volando y cantando hasta un punto de la muralla llena de enredaderas. Así, finalmente Mary encuentra y abre la puerta del jardín secreto. Al entrar, se siente encantada y tiene "la respiración agitada por la emoción y el asombro" (57).
Capítulo 9: "La casa más extraña en que alguien pueda vivir"
El jardín es "el lugar más encantador y misterioso que alguien pudiera imaginar" (58). Está repleto de plantas que se elevan y cuelgan como si fuera columpios. Enormes enredaderas sin podar recubren los muros. El aire misterioso y abandonado del lugar le resulta muy atractivo a Mary. La niña encuentra muchos rosales y otras plantas, pero como están resecas por la falta de cuidado, no sabe si están vivas o muertas. Mientras explora el lugar, el petirrojo la acompaña. Después de varias horas, vuelve a casa con los ojos brillantes, las mejillas rosadas y muchas ganas de comer. Martha se pone contenta; ve que la niña está más saludable. Mary sabe que no puede decir demasiado para que nadie descubra su secreto, ya que entrar en ese jardín está prohibido, pero quiere herramientas para cuidar las plantas y le pregunta a Martha cómo conseguir una pala pequeña. La muchacha le dice que Dickon puede comprar una pala y algunas semillas. La niña se siente muy entusiasmada por el plan. Le escribe una carta a Dickon para pedirle los elementos y le envía el dinero necesario para comprarlos.
Análisis
En esta serie de capítulos, Mary comienza su proceso de transformación, tanto interna como externa, en el nuevo entorno que ofrece Misselthwaite Manor. De a poco, se convierte en una niña más alegre y mantiene una relación amistosa y afectuosa con Martha. A su vez, crece su curiosidad, y tiene cada vez más ganas de explorar la naturaleza. Martha también la estimula en ese sentido; le recomienda salir a dar paseos y le entrega una soga para saltar, divertirse y ejercitarse. Así, los cambios de la protagonista son mentales y emocionales, pero también físicos. El mundo interior y el cuerpo pasan por procesos transformadores que van de la mano.
Estas experiencias demuestran que Mary comienza a conocerse a sí misma y a explorar quién es en verdad. Entonces, va superando su trágico pasado y deja atrás su papel como la niña malcriada y amarga que era ignorada por sus padres adinerados y egocéntricos en India. Con su nuevo entorno, se abre a una realidad más vital, sana y alegre. En estos capítulos, se muestra cómo esa transformación comienza con el reconocimiento de sus inseguridades, de su soledad y su actitud ensimismada. De esa manera, comienza a sentir tristeza por no tener amigos y una fuerte necesidad de conectarse con otros. Por eso, ver que siente simpatía por Martha, Ben y el petirrojo le genera satisfacción y, al mismo tiempo, se despierta en ella el deseo de conocer a la familia de Martha, en especial a su hermano Dickon. Este chico le cae bien incluso antes de conocerlo personalmente, gracias a los relatos de Martha. El conflicto interno de la protagonista se plasma en sus dudas e inseguridades cuando se pregunta si ella misma le caería bien a Dickon.
En esta parte de la obra, la narración se despliega, creando misterio y suspenso para los lectores tanto como para la protagonista. Esto es particularmente fuerte en relación con los llantos que Mary escucha en varias oportunidades en el interior de la mansión. Si bien la primera vez el llanto aparece mezclado con los sonidos del viento, luego se repiten y queda claro que se trata de lamentos de una persona, probablemente de un niño. Aunque la niña está segura de lo que oye, los adultos le aseguran que no hay nadie llorando en la casa, y esa falta de confirmación la frustra y la angustia. Sin embargo, la protagonista se empeña en conocer la verdad y se propone explorar el interior de la mansión. La descripción del espacio interior de la casa transmite la sensación de que es un lugar oscuro y espeluznante. A pesar de que Mary no se encuentra con ningún peligro al recorrerla, tenemos la sensación de que hay algo tenebroso en ella, y esto potencia el misterio y el suspenso.
De esa manera, se enfatiza la presencia de los secretos en la vida de la hacienda. Para Mary, hay muchas cosas que resultan extrañas, y nadie le ofrece una explicación. No conoce a su tío, no se puede hablar sobre la mujer fallecida hace diez años, ni se puede mencionar o visitar el jardín cerrado con llave. La niña se empeña por saber la verdad de diferentes maneras: explora el interior y el exterior de la casa y les hace preguntas a diversos personajes, como Martha y Ben, el jardinero. Así, se propone develar los secretos que colman el lugar. Aunque en esta instancia todavía le resulta muy complicado, sobre todo porque los trabajadores del lugar no se atreven a hablar de estos asuntos, encuentra la llave del jardín secreto gracias a la ayuda del petirrojo y lo abre por primera vez.
En sintonía, empieza a aclararse el pasado de la esposa del señor Craven. Martha le explica a Mary que la mujer ha muerto en un accidente en el jardín, y que por eso el espacio está cerrado hace diez años. De ese modo, se anticipa la centralidad del jardín en la narración, ya que antes incluso de encontrar la llave, Mary se siente muy atraída por ese espacio y por su historia. Esto se confirma cuando entra por primera vez, dado que le parece "uno de los jardines más misteriosos y atractivos que había visto en su vida" (57).