La muerte
La muerte es un tema fundamental de esta obra. Esto queda claro desde el comienzo, ya que el primer capítulo narra el fallecimiento de la niñera y los padres de Mary, lo cual funciona como motor de toda la narración porque es a partir de ello que la chica debe mudarse a Inglaterra. Además, la muerte es una presencia constante en Misselthwaite Manor: hace diez años ha fallecido la esposa de Archibald Craven y las consecuencias de esa tragedia siguen presentes: por un lado, el señor Craven está muy angustiado y no puede superarlo; por el otro, su hijo, Colin, vive aislado y con miedo a morir él mismo.
Las clases sociales
La desigualdad de clases es otro asunto muy marcado en la novela. El primer capítulo es el único que transcurre en India, pero se expresa con nitidez que, allí, Mary y sus padres son ricos y viven con todos los lujos, mientras que están rodeados de sirvientes a los que maltratan y explotan. Esto queda muy claro al prestar atención a los malos modos con los que Mary trata a sus cuidadores. En Yorkshire también se pone de manifiesto el contraste entre la familia de Mary y los empleados de Misselthwaite Manor, en particular a través de la figura de Martha. La muchacha le explica a Mary que sus hermanos siempre tienen hambre y que su madre debe hacer enormes esfuerzos. Al principio, Mary es indiferente e insensible ante esta cuestión, pero hacia el final de la historia empieza a sentir empatía. Así, por ejemplo, sabe que no puede abusar de la generosidad de Susan Sowerby, que le envía panes y leche, porque la mujer tiene poco dinero para alimentar a sus propios hijos.
Los secretos
La hacienda de Archibald Craven está inundada de secretos: no se puede hablar sobre la muerte de Lillias Craven, no se puede mencionar la existencia de su hijo y no se puede hacer alusión al jardín que la mujer tanto amaba. Todos estos secretos son impuestos por el señor Craven y se mantienen guardados durante años. Si bien la novela nos da a entender que el ocultamiento se relaciona con el proceso de duelo del hombre, muy apenado por haber perdido a su esposa, también se pone de manifiesto que estos secretos no son sanos. Por eso, cuando Mary llega a la hacienda, todo le resulta extraño y misterioso, ya que nadie le ofrece explicaciones completas sobre la situación de su tío. La niña se empeña por saber la verdad de diferentes maneras: explora el interior y el exterior de la casa y les hace preguntas a diversos personajes, como Martha, Ben y Dickon. Así, va develando los secretos que colman el lugar: descubre el jardín secreto, encuentra la llave para abrirlo, conoce a Colin y se entera de la historia de Lillias. De todas maneras, la propia protagonista también termina guardando un secreto que es, justamente, la apertura del jardín. Sin embargo, esto es presentado como una aventura y un juego de complicidad entre niños que, finalmente, le cuentan la verdad a todo el mundo. La centralidad de este tema está plasmada en el título de la novela: El jardín secreto.
La fuerza de la naturaleza
Los elementos de la naturaleza cumplen un papel central en el desarrollo de esta narración. El páramo de Yorkshire al que se muda la protagonista es un espacio de pureza y libertad, y su fuerza natural impulsa grandes transformaciones en la vida de Mary. La naturaleza la devuelve a la vida y la llena de alegría, afecto y salud. Más adelante, sucede lo mismo con su primo, Colin. Es posible afirmar que la naturaleza es la principal fuerza vital de esta obra.
En particular, los jardines de la hacienda se destacan como el espacio natural más poderoso de la novela. Allí hay muchas flores, plantas, árboles y, también, muchos animales: en los jardines, los niños conviven con pájaros (como el petirrojo, el tordo, el cuervo), con el zorrito rojo, con las ardillas. A través de la naturaleza, tanto Mary como Colin logran establecer relaciones amistosas con otros personajes, como Dickon y Ben.
A lo largo de toda la novela, se propone una relación directa entre la naturaleza, la sabiduría y el bienestar. Por ejemplo, Dickon se destaca como un muchachito bueno, generoso, sano y leal, y estas características provienen de su amor por la naturaleza. El chico tiene un conocimiento profundo y una comunicación fluida tanto con las plantas como con los animales, y también es amable y puro con las otras personas.
La magia
El jardín secreto es una historia sobre el encuentro con la magia de la vida. Si bien la novela es realista y no resuelve ningún conflicto de manera fantástica o maravillosa, el contacto con la naturaleza es vivido como experiencia mágica por los personajes. Tanto para Mary como para Colin, el jardín secreto es un lugar lleno de magia, y las transformaciones positivas que ambos atraviesan son vistas como mágicas. En sintonía, al principio Mary cree que Dickon puede ser un hada, porque el chico es tan bueno y puro que a ella le cuesta creer que sea un humano. Por su parte, Colin afianza su fe en la magia como estrategia para mejorar su salud y aprender a caminar. Por eso repite cada mañana "¡La magia está en mí! ¡Puedo hacerlo!" (147). Luego, el chico decide convertirse en científico para demostrar la existencia de la magia.
La niñez
La niñez es uno de los grandes temas explorados por Burnett en varias de sus obras literarias. En este caso, la novela se destaca porque pinta retratos de niños desagradables, malcriados e irrespetuosos que, de hecho, son las figuras protagónicas: Mary y Colin. De todas maneras, la voz narradora explica que ambos tienen esas características porque no los crían correctamente. Mary y Colin crecen en ambientes poco sanos, sin amigos y sin afecto. Además, nadie les pone límites porque son hijos de personas ricas, y sus cuidadores son empleados que temen perder sus trabajos. Es interesante observar que esto los convierte en niños amargados: no les gusta su situación, y están constantemente enojados y tristes. El desarrollo de la novela demuestra que un cambio de actitud y de hábitos transforma la realidad de estos niños. Cuando Mary y Colin comienzan a entablar relaciones sociales, a preocuparse por los demás, a cuidar del jardín y a rodearse de animalitos, viven una transformación interna y externa, convirtiéndose en niños alegres y saludables.
Por otra parte, esta novela nos permite ver cómo era la vida de los niños en un período histórico muy diferente al presente, entre fines del siglo XIX y principios del XX. En ese sentido, llama la atención el nivel de autonomía que tienen estos chicos: los adultos los controlan muy poco y, de hecho, nadie sabe dónde están la mayor parte del tiempo (que ellos pasan jugando en el jardín secreto). Lo más llamativo a este respecto es que ninguno de los niños va a la escuela. Colin y Mary reciben algo de educación en sus casas a través de institutrices, maestros y libros, porque pertenecen a familias ricas. Por el contrario, Dickon y sus hermanos tienen una educación formal menos desarrollada y aprenden más sobre el trabajo en el campo, en el hogar y en la iglesia.
La enfermedad
La enfermedad es un tópico central de El jardín secreto. En primer lugar, se pone de manifiesto al comienzo de la novela, ya que la muerte trágica de los padres y de la niñera de Mary se da en medio de un brote de cólera. Además, se expresa que durante sus primeros años de vida, la protagonista tiene mal aspecto porque siempre está enferma. En segundo lugar, este tema se plasma con especial fuerza en la historia de Colin. El niño crece convencido de que tiene muchas enfermedades y, por eso, vive encerrado en su habitación y no sale de la cama. Paradójicamente, es justamente eso lo que lo lleva a ser un chico enfermizo: no se alimenta bien, no ejercita sus músculos y no juega ni interactúa con nadie más que sus cuidadores, a quienes maltrata. La enfermedad, así, aparece directamente ligada a todos los valores negativos que rodean las vidas de Mary y Colin al comienzo de la narración. En sintonía, a medida que ambos se transforman en niños más alegres y afectuosos, también pasan a estar más sanos.