El odio que das es una novela que tematiza explícitamente la historia de la brutalidad e impunidad policial que hay en Estados Unidas como consecuencia del racismo institucional.
En Norteamérica se encuentra muy extendido el uso del término ‘brutalidad policial’ (‘police brutality’) para dar cuenta de los abusos de autoridad cometidos por la policía al emplear la fuerza; sobre todo en el contexto de violencias injustificadas hacia las minorías. Aunque suele aplicarse para referir al daño físico, también incluye el daño psicológico perpetrado por la policía a través de insultos e intimidaciones.
Otro término común para referir a los excesos cometidos por la policía es el de ‘trigger-happy’, al que en algunos países hispanohablantes se hace referencia mediante el término ‘gatillo fácil’, para denominar el empleo abusivo de las armas de fuego. Se trata de una práctica policial frecuente que se lleva muchas vidas cada año y suele ser justificada por la propia policía a través de las figuras de la ‘defensa personal’ o la ‘acción accidental’.
La definición contemporánea de ‘brutalidad policial’ tiene sus raíces en el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos. Este movimiento surge a mediados de los años cincuenta y comprende una extensa lucha social que tuvo como objetivo democratizar el acceso a los derechos civiles y la igualdad ante la ley a distintos los grupos históricamente marginados, sobre todo a los ciudadanos afroamericanos. En este periodo se empieza a utilizar el término para denunciar las brutales represiones de la policía en protestas pacíficas, como las que se realizaron en el estado de Alabama, en 1965.
En las últimas décadas, muchos agentes cometen actos de brutalidad policial con la aprobación tácita de sus departamentos, o se presentan mediáticamente como las ‘manzanas podridas’ de los mismos. En todo caso, existe bastante consenso acerca de que los casos de brutalidad policial hacia las distintas minorías, especialmente hacia varones afrodescendientes, son prácticas constitutivas del racismo sistémico de las instituciones estadounidenses; no se trata de hechos aislados.
En el año 2013, la noción de ‘brutalidad policial’ vuelve a popularizarse masivamente como respuesta a la atención recibida por el movimiento activista internacional Black Lives Matter (BLM), que surge como respuesta a la violencia racista sufrida por la comunidad afrodescendiente. En 2020, un policía blanco asesina a George Floyd, despertando nuevas protestas a lo largo y ancho de todo el país. En estas manifestaciones, el problema de la brutalidad policial vuelve a ponerse en el centro de la escena.