"Todo el loco torbellino de todo lo que iba a pasar empezó entonces" (p. 16) (Metáfora)
Con esta metáfora el narrador se refiere a la llegada de Dean a Nueva York. Dean en verdad es ese "loco torbellino" que atrae y sacude a todos a su alrededor y los empuja a viajar y arriesgarse a una vida de experimentación. La metáfora continúa: "Aquel torbellino que mezclaría a todos mis amigos y a todo lo que quedaba de mi familia en una gran nube de polvo sobre la Noche Americana" (p. 16), la "gran nube de polvo" y la "Noche Americana" son también metáforas. Esa nube de polvo es un primer adelanto de la confusión y el caos que serán las vidas de Sal y Dean en los años siguiente, a la vez que es una referencia clara al movimiento en la ruta: se trata de la nube de polvo que levantan los autos cuando avanzan a gran velocidad por las carreteras. La Noche Americana es un concepto más complejo que el narrador desarrollará a lo largo del libro, pero que presenta una visión Arquetípica, mitológica, del país en el que se está zambullendo.
"Era el Oeste, el viento del Oeste, una oda procedente de las Praderas, algo nuevo, profetizado hace mucho, venido de muy lejos" (p. 20) (Metáfora)
Con estas metáforas presenta el narrador a Dean, quien será su compañero de viajes. Dean es una figura compleja y controversial. Sus ansias de vivir y experimentar lo empujan a conductas extremas, como robar coches, conducir temerariamente por la ruta y experimentar con todas las drogas a su alcance. La vitalidad, la fuerza arrasadora de su personalidad se le figuran a Sal como emblemas de la vida del Oeste norteamericano.
"Suspirando como un viejo negro recogedor de algodón, me tumbé en la cama y fumé un pitillo" (p. 129) (Símil)
En este símil, el narrador se compara con uno de los viejos algodoneros con el que comparte su vida en California. Por lo general, el narrador acude a este recurso estilístico cuando se compara a sí mismo con algún elemento que ha encontrado en su viaje. De esta forma, los símiles contribuyen al proceso de identificación con la gente que conoce en cada lugar al que Sal se entrega durante su viaje.
"Íbamos como flechas por la noche vacía" (p. 207) (Símil)
Con esta comparación, Sal describe su conducta en las noches de fiesta con sus amigos: todos son como proyectiles lanzados contra la noche, que no saben contra qué van a impactar. Cada uno experimenta de alguna manera, tratando de encontrar chicas o chicos, emborrachándose o consumiendo drogas y escribiendo poesía. El grupo de amigos beat busca el movimiento y el exceso de la noche en un intento, a veces desesperado, de sentirse vivos.
"Flores santas flotando en el aire, eso eran todos aquellos rostros cansados en el amanecer de la América del jazz" (p. 265) (Metáfora)
Con esta metáfora, Sal liga al jazz a una dimensión metafísica de la existencia al relacionarlo con las imágenes trascendentes de las flores santas en una clara referencia al budismo. Las flores han aparecido anteriormente como metáforas cuando Sal se refería a sus amigos de Nueva York, a los que llamaba "Flores locas". En la imagen de la flor se esconde una pureza y un misterio que trasciende el plano de lo físico y conecta aquellas escenas de jazz y clubes nocturnos con un sentido trascendental de la vida.
"Tan esenciales como las rocas del desierto son ellos en el desierto de la «historia»" (p. 362) (Símil y Metáfora)
De esta manera describe Sal la presencia de los "indios" en las montañas de México, como algo esencial que, de alguna manera, es parte de la naturaleza y del paisaje. A la comparación le sigue una metáfora que pone a la historia en el lugar de un desierto. Si bien no se profundiza sobre esa noción y queda en el lector interpretar la imagen, la idea de la historia como un desierto remite a un páramo desolado, estéril, donde solo algunos elementos -las piedras -sobresalen como hitos importantes a ser considerados.