El lector sabe más que el hombre sobre la temperatura (Ironía dramática)
Hay una ironía dramática que contribuyea la tensión creciente del cuento, porque aporta a los elementos que presagian el final trágico: el narrador nos advierte que no hace cuarenta y cinco grados bajo cero como piensa el protagonista, sino que la temperatura está alcanzando los sesenta grados bajo cero, lo que convierte la situación del protagonista en una mucho más peligrosa de lo que él mismo cree.
La inteligencia del hombre resulta una condena en la naturaleza (Ironía situacional)
Incapaz de simplemente seguir su instinto, el hombre mide objetivamente su entorno (en minutos, en kilómetros, en grados) y sigue con disciplina y precisión determinados procesos: sabe cómo probar la solidez del suelo antes de pisar con confianza, conoce los pasos para encender un fuego y evitar que se apague. Si embargo, todo este conocimiento será inútil porque, en situaciones tan extremas, un pequeño error, probablemente inevitable, es fatal. El perro, en cambio, que no sabe medir la temperatura ni encender una hoguera, tiene una sola certeza y es instintiva: no deberían estar viajando con este frío. Y aún siguiendo al hombre, su proveedor de fuego y comida, logrará sobrevivir porque su cuerpo está naturalmente mejor preparado para el frío extremo del Yukón. Así, podríamos afirmar que, irónicamente, el hombre podría haberse salvado si, en vez de pensar, hubiera sido capaz de seguir su instinto natural, que podría haberle advertido sobre el peligro.