Resumen
En un lugar aparentemente sólido y seguro, el hombre se hunde en la nieve y se humedece hasta las rodillas. Maldice su suerte; encender un fuego y secar su calzado lo retrasará al menos una hora. Recoge troncos y ramas, consciente de que sus pies entumecidos no pueden permanecer mojados. Los dedos de sus manos, necesariamente expuestos para hacer el fuego, también se entumecen, y, como dejó de caminar, su corazón ya no bombea tanta sangre caliente por todo su cuerpo. Pero la llama cobra intensidad y el hombre se siente seguro. Recuerda al veterano de Arroyo Salado que le había advertido que ningún hombre debía viajar solo por la región del Klondike cuando la temperatura alcanzaba los cuarenta y cinco grados bajo cero. Él piensa que los veteranos son unos cobardicas, y que, incluso tras su pequeño accidente, se había salvado en la soledad. Sin embargo, hace mucho frío y sus dedos están casi completamente entumecidos.
El hombre se desata los mocasines cubiertos de hielo, pero antes de que pueda cortar los cordones congelados cae una carga de nieve que se había acumulado sobre las ramas del abeto bajo el que se encuentra y apaga el fuego. Aunque encender un fuego a cielo abierto habría sido más sabio, al hombre le resultó más fácil tomar ramas del abeto y arrojarlas directamente al fuego. Cada vez que sacaba una ramita agitaba ligeramente el árbol hasta que, en este punto, una rama alta volcó su carga de nieve sobre ramas inferiores y, finalmente, una pequeña avalancha apagó el fuego.
Análisis
El naturalismo sostiene que los individuos no tienen libre albedrío, sino que es el contexto el que da forma a su comportamiento. El mundo naturalista se basa en una serie de eslabones, cada uno de los cuales es la causa del siguiente. Estos enlaces causales pueden verse entonces como procesos. Los humanos nunca son el primer vínculo causal; nuestras acciones son causadas y determinadas por factores sociales, ambientales y biológicos. Esta filosofía, llamada determinismo, es crucial para explicar por qué el mundo naturalista es amoral. Ante todo, es importante destacar que la amoralidad no es lo mismo que la inmoralidad. La inmoralidad implica una mala moral, mientras que la amoralidad refiere a una ausencia de moral. Vemos esta amoralidad en juego cuando el hombre se hunde en la nieve y maldice su suerte. La suerte sugiere una acción fuera del control de un individuo; uno tiene suerte si gana la lotería. No hay un juicio moral sobre su acción; hundir los pies en la nieve parece una simple consecuencia de la mala suerte, ya que "la nieve intacta y blanca daba muestras de ser sólida". El hombre mismo usa la palabra "percance" para describir el evento. Un percance también sugiere un evento imprevisto, fuera de control.
Para los dos percances que el hombre tiene en la nieve, el narrador simplemente afirma que ocurrieron. Este término implica pasividad, incluso parálisis, por parte del hombre, a quien le ocurren cosas. No ha provocado los desafortunados eventos, y por eso no puede asumir la responsabilidad. La naturaleza, indiferente y determinista, ha creado estas nuevas condiciones para el hombre. Indiferente, de nuevo, porque le da igual si el hombre está o no allí. Determinista, porque los hechos parecen predestinados; el hombre no podría haberlos evitado.
¿O sí? Del segundo accidente, el narrador dice con ambigüedad que "La culpa era suya o, mejor dicho, había cometido un error". ¿Por qué revisa el narrador su definición? La culpa implica libre albedrío y un rol activo en las consecuencias que se desarrollan. Un error, sin embargo, es muy parecido a un "percance": es un término con menos carga moral en tanto implica un incidente aislado fuera de control. En otras palabras, una persona generalmente comete un solo error en todo un proceso, mientras que si decimos que tiene la culpa, parece recaer sobre ella la responsabilidad de todo el proceso. No obstante, el error sugiere cierta responsabilidad individual, al menos más que la suerte. ¿Cómo, entonces, existe la responsabilidad individual en el naturalismo, que niega la existencia de la voluntad individual? En pocas palabras, si ni siquiera controlamos nuestras propias acciones, ¿por qué deberíamos responsabilizarnos por ellas?
El naturalismo sostiene que uno debe asumir la responsabilidad de una acción en la medida en que pueda anticipar posibles consecuencias. Dado que el mundo naturalista se basa en vínculos causales, debería ser posible, hasta cierto punto, predecir las consecuencias de nuestras acciones. El hombre no podría haber anticipado su accidente en la nieve y, por lo tanto, simplemente tuvo mala suerte. Sin embargo, sí debería haber anticipado que su otra acción, encender un fuego debajo de un árbol de abeto, podía acarrear consecuencias potencialmente significativas: apagar el fuego. Solo en este sentido de capacidad de anticipar es el hombre, en cierto sentido, responsable de esa acción.
Ahora bien, ¿por qué debería haber anticipado el hombre el peligro? Además de ignorar los consejos del veterano y de encender, tonta y perezosamente, el fuego debajo del árbol, el hombre ha demostrado ser incapaz de hacer proyecciones mentales asociativas que revelan vínculos causales. El narrador nos cuenta esto en la primera mitad de la historia; el hombre se niega a detenerse sobre el frío y expandir su pensamiento a ideas más universales sobre la mortalidad. Además, el hombre frecuentemente trabaja con procesos (nuevamente, los procesos son vínculos causales en el mundo naturalista), como encender hogueras. Pero presta atención a estos procesos solo cuando de alguna manera lo benefician, como con el fuego. Cuando el proceso es potencialmente dañino, lo ignora; el narrador incluso se refiere a la agitación causal de las ramas del abeto como un "proceso".
La falta de voluntad del hombre para pensar más profundamente acerca de los procesos pone sobre sus hombres parte de la responsabilidad por la extinción del fuego. Sin embargo, también podemos argumentar que el hombre no solo parece reacio, sino también incapaz de pensar en estos procesos. Por lo tanto, podríamos argüir que nunca pudo haber anticipado, en verdad, que el fuego se apagaría, por lo que, nuevamente, no podría ser considerado responsable. Que el narrador oscile entre la descripción del evento como "culpa" del protagonista y como un mero "error" sugiere una combinación de los dos argumentos: el hombre debería haber anticipado muchos de los peligros del Yukón, pero la naturaleza, en última instancia, es la que determina su comportamiento.