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¿De qué manera se critica en la novela el sometimiento de la mujer durante el gobierno franquista?
En la novela se critica la forma en la que las mujeres son sometidas, durante el gobierno de Franco, al sistema patriarcal en el que están inmersas. Se muestra cómo, durante toda su vida, son sometidas al influjo de la autoridad del hombre: primero del padre, luego del marido. Y, además, cómo deben ser las custodias de la tradición y, por tanto, seguir los preceptos de la religión católica y los mandatos sociales a través del matrimonio, el cuidado del hogar y la crianza de los hijos.
En la novela, hay personajes más sumisos y otros más rebeldes. La crítica se cifra en mostrar el descontento de quien está sumido bajo el poder de esa autoridad y en descubrir, además, cómo la rebeldía quita el velo opresor del sistema. Así, por ejemplo, Gertru, que parece estar viviendo un idílico pasar al cumplir con todas las expectativas y mandatos sociales, se percibe en el fondo como una muchacha que no logra la felicidad: su novio la reta constantemente, no la deja seguir sus estudios, no conversa con ella. Elvira, que no logra dar rienda suelta a su pasión por Pablo, se queda angustiada a punto de vivir una vida que todavía no la convence del todo. Julia, en cambio, tras toda una vida de sufrimientos y prohibiciones, por fin termina huyendo en busca de una posible felicidad.
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¿Cuáles son las relaciones amorosas que se plantean en la novela y en cuál de ellas los protagonistas logran vencer las convenciones sociales?
En la novela se establecen relaciones amorosas entre Gertru y Ángel, entre Elvira y Pablo, entre Elvira y Emilio y entre Julia y Miguel. De todas ellas, la única que logra vencer los prejuicios y convenciones sociales es la de Julia y Miguel. La de Gertru y Ángel es la más cercana a la norma: pasan por todos los estadios esperables antes del casamiento. La de Elvira y Pablo fracasa porque ella no se anima a violar los mandatos a pesar de no estar de acuerdo con ellos. La de Elvira y Emilio termina siendo una relación como la norma exige, a pesar del hastío que ella demuestra.
En cambio, la de Julia y Miguel logra vencer las convenciones sociales porque Julia, después de mucho sufrimiento y lucha interior consigo misma, decide irse de la ciudad y no hacer caso a la ley paterna. No sabemos si su relación triunfa finalmente o no, pero sí sabemos que quiebra el mandato.
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¿Por qué Elvira representa el rol de un heroína frustrada?
Elvira cumple con el estereotipo de una heroína literaria al presentarse como una joven desprejuiciada, inteligente y culta que, desde el principio, percibe, ofuscada, el tedio de esa vida regida por las convenciones sociales. Ella parece, en cierto momento, disputar el rol protagónico de la historia, al liberar su pasión y confesarle su interés a Pablo Klein, pero, luego, no demuestra el valor suficiente como para hacerse cargo de su deseo y romper, por fin, las convenciones sociales. Irónicamente, ella, que se presenta como una joven diferente al resto, termina comprometiéndose con el joven idealizado por la gran masa de chicas casaderas: el notario de buen pasar económico. No se atreve a vivir la vida que desea y se conforma con lo que la sociedad exige para una chica de su clase.
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¿Cuáles son las costumbres o convenciones sociales que aparecen tipificadas y de qué manera?
La narración de la novela es costumbrista en la medida en que los lectores nos enteramos de los diversos hábitos de los personajes, que no son otros que los que presenta la sociedad de posguerra española. Hay cierta cantidad de normas que regulan la vida de las mujeres en la época, que suele estar asociada con el espacio interior del hogar, y que siguen un determinado orden a partir de la adolescencia que aquí se ponen de manifiesto: ponerse de largo, el pedido de mano, el casamiento y la maternidad. En cuanto a los hombres, las normas son más laxas y se permiten, entre otras cosas, salidas con varias mujeres, borracheras, horarios tardíos de llegada.
En cuanto a la fe, los personajes son creyentes y acuden a la iglesia, lugar donde rezan, se confiesan, parten a procesiones. Cuando hay una pérdida de un ser querido en la familia, se sigue un rígido luto, que implica la consecución de algunas actividades, como vestir de negro y restringir las salidas de ocio y la vida social.
En relación con la educación, la escolarización está dividida por género y las mujeres no suelen continuar los estudios superiores. Además, se espera que las jóvenes con mayor bienestar económico acudan a instituciones religiosas.
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¿Por qué podemos afirmar que las jóvenes protagonistas de la novela no tienen un interlocutor válido?
La incomprensión es una constante: las jóvenes no logran comunicar lo que quieren o no encuentran con quién hacerlo. Esto se debe a que el deseo no siempre se relaciona con lo que se espera de ellas, por lo tanto, manifestar lo que se quiere no es digno. En otras ocasiones, no hay interlocutor porque los problemas a los que se enfrentan las mujeres son incomprensibles para los hombres que no los sufren. Lo que se da de manera reiterada es que, del otro lado, no hay alguien que comprenda sus razones. Sucede esto con Natalia, con Julia, con Elvira y con Gertru, que, en diferente medida, quieren correrse de la tradición o violar alguna de las normas que esta impone.
Gertru, que es la más sumisa en relación con los mandatos y que los cumple casi con regocijo, no encuentra un interlocutor válido en quien será su marido. Él es autoritario y la subestima. Se casan para cumplir el mandato social.
Elvira intenta encontrar un interlocutor en Pablo, pero no lo logra: él no comprende que ella no pueda escapar de las normas y tampoco puede explicarse su agobio, dado que no es un problema que se le represente en su vida.
Julia no puede comunicarse con su padre porque es quien obtura su deseo. En cierto momento, falla la comunicación con su novio, pero esta comienza a fluir después de recibir la última carta, cuando ella decide seguir su deseo.
Natalia escribe en un diario íntimo porque no tiene con quien hablar sobre la forma de vida que quieren imponerle y le parece injusta. Encuentra un interlocutor en Pablo, que le permite pensar en la posibilidad de continuar sus estudios, pero este se va sin responderle si va a volver.